Fernando Ruiz
(especial para ANALISIS)
La revolución digital cambió la profesión: se necesitan nuevas capacidades para los profesionales, los anunciantes que antes ponían cifras abultadas en el papel ahora ponen solo centavos en la web, y la lealtad de la audiencia es difusa y volátil. Por supuesto que hay enormes oportunidades y amenazas, pero estas están peligrosamente entremezcladas.
En Argentina la revolución digital todavía no tiene éxitos periodísticos. El surgimiento de nuevos medios no ha sido coronado por el hallazgo de algún modelo que marque el rumbo a los que vienen detrás. No se está encontrando una rentabilidad genuina en los nuevos emprendimientos periodísticos.
Quienes están ingresando al mundo de los medíos lo hacen casi todos por motivos políticos, o porque quieren proteger o ganar negocios en otras áreas. También compran los medios para apagar las voces críticas. Es decir, que los nuevos dueños de los medios están muy politizados, o son directamente políticos. Por su parte los medios estatales están lejos de tener vocación periodística. Con muy pocas excepciones son una dependencia de alguna oficina de prensa. Es evidente que, si la constelación de dueños sigue teniendo este perfil, el país avanza hacia un apagón informativo. En el 2002 es muy posible que la pluralidad en los medios fuera mucho mayor a lo que es hoy. Son muy escasas y privilegiadas las provincias en las que verdaderos periodistas queden a cargo de los medios. Son muy pocos los medios en el país que hoy tienen vocación de hacer periodismo, como es el caso de ANALISIS. Por eso, las ciudades que tienen un medio de estas características tienen que cuidarlo.
Las formas tradicionales en que la política y el periodismo se relacionan en el país, se mantiene también en la nueva era digital. Los gobiernos municipales, provinciales, y el nacional, siguen siendo los grandes actores del campo mediático. Hay varias provincias en las que el gobierno controla casi por completo la escena, y solo se filtran algunas pocas voces críticas, generalmente embanderadas con algún grupo opositor. Las redes sociales son un pulmón de libertad, pero todavía no tienen la centralidad que tienen los medios tradicionales, sobre todo la televisión, que es desde hace medio siglo la indiscutida reina del teatro mediático.
Los gobernadores son los grandes editores, y muchos intendentes hacen lo mismo. Esto se facilita porque la economía privada no anuncia masivamente en los medios de comunicación locales, y así deja el campo libre a la influencia política de la publicidad estatal. Es claro que cuanto más importante es la economía privada en una provincia, más potencial de autonomía con respecto al gobierno tiene esa prensa. Pero son muy pocas las provincias donde los editores pueden apoyarse en la publicidad privada y no depender de la pública.
(más información en la edición de la revista ANALISIS)