11 de Junio de 2021 - 12:51

El ex sacerdote José “Pepe” Dumoulín se refirió a la carta abierta a la Corte Suprema que hizo pública Hernán Rauch, sobreviviente de abuso sexual eclesiástico y denunciante en la causa Ilarraz, y en la que pide la urgente definición del máximo tribunal respecto a la condena del cura.

En declaraciones realizadas al programa A Quien Corresponda (Radio De la Plaza), Dumoulín sostuvo que el deseo de una rápida definición de la Corte Suprema respecto de la condena a Ilarraz “es un anhelo de todos los que acompañamos la causa, porque sería un gran colofón y sentaría un precedente muy importante a nivel nacional, ya que hay muchísimos casos de este tipo que no llegan a la justicia por temor de que caigan en saco roto”. “Estamos enmarcándonos dentro de los derechos humanos, de los derechos elementales de las personas que han sido víctimas de estos delitos tan aberrantes. Creo que la justicia estaría a la altura de las circunstancias si resuelve rápidamente y obviamente si va por la lógica de la no prescripción”, opinó.

En ese sentido, consideró que las dilaciones en las resoluciones de este tipo de causas “terminan haciendo un daño, sobre todo en estos casos tan sensibles y delicados donde las personas han sido tan vulneradas durante tanto tiempo; el paso del tiempo para tomar una decisión no deja que, de alguna manera, esa herida cierre”.

Asimismo, sostuvo que “el reclamo (de Rausch) es muy oportuno y ojalá quienes tienen que tomar esta decisión en la Suprema Corte pudieran adentrarse en lo que padecen las víctimas abusadas, para imaginarse lo que significa y poder darles una repuesta rápida y adecuada a la situación”.

Por otra parte, respecto de las acciones del Papa Francisco sobre el tema, Dumoulín consideró que “sigue habiendo un mensaje con una tónica fuerte, de cómo llegar a las víctimas pero es como que queda simplemente en una cuestión discursiva; cuesta pasar del dicho al hecho, y las medidas son muy dilatadas en el tiempo y no son las que uno desearía. Y así la cosa no termina de arraigarse definitivamente, de tomar el toro por las astas y cortar de raíz con estos casos que afectan tanto a la dignidad de la persona”.

“Ojalá que todo eso que se reclama y se pone por escrito en documentos llegue a ponerse en práctica en el corto plazo. Porque todo lo que se dilata en el tiempo termina haciendo daño y es injusto. Tiene que haber una medida que dé una solución definitiva para las víctimas y que haya gestos concretos en este sentido”, reflexionó.

Consultado por los cambios concretos en cuanto a la formación sacerdotal tras estos juicios y condenas, dijo desconocer “con exactitud cómo se está encarando la formación de los sacerdotes, pero sí sé que los casos Moya o Ilarraz fueron un antes y un después en la forma en que mira la gente a la Iglesia. Hay otra maduración con respecto a estos temas, al vínculo de la gente con los sacerdotes. Hay otro estilo, otra forma de relacionarse que es diferente a la de antes. Esto caló hondo en la feligresía, fundamentalmente de Paraná”.

En el mismo sentido, sobre las vocaciones sostuvo que “hubo una merma muy marcada en la cantidad de seminaristas y mucha gente que se cuestiona la vocación. En ese sentido sí fue negativo para la Iglesia el impacto que tuvieron estas casusas tan relevantes”. De todos modos, aclaró que “es difícil evaluarlo en este contexto de la pandemia, esto será un análisis para dentro de 4 ó 5 años cuando se haya madurado y procesado este impacto en la comunidad eclesial y cuando algunos actores ya dejen de estar presentes”.