Unas 18.000 personas hicieron vibrar de rock al estadio del Club Atlético Unión al ritmo de La Renga, que se presentó este sábado en la capital santafesina. Trapos, remeras negras y fechas que se llevan en la espalda como testimonio, como prueba irrefutable del “estuve ahí” que los incluye en “los mismos de siempre”.
Este sábado, cerca de las 20, unos 18.000 jóvenes de todo el país caminaron por el bulevar Pellegrini de Santa Fe con paso firme, rumbo al recital de La Renga.
En el estadio del Club Atlético Unión los esperó un reencuentro convertido en promesa tras la larga espera que se prolongó por partida doble. Es que, tras la cancelación de su recital en Neuquén, hace diez días, y la postergación del show previsto en nuestra ciudad para el 31 de marzo, la de anoche fue la última fecha en vivo de la gira “Trueno Tierra”, que La Renga presentó en Mar del Plata, Córdoba, Mendoza y Santa Rosa, La Pampa, y que en diez días sonará en España y Chile.
“Cada recital es un cable a tierra que me revive” dijo Ariel, de Córdoba, quien minutos más tarde cantó junto al Pueblo Rengo de Mataderos, de Tandil y Monte Grande, entre otras tantas localidades que amarraron al alambrado en paños coloridos. “Apunados de locura” y “El veneno que ya está en mis venas”, fueron dos ejemplos de los cientos de mensajes que expresaron en frases que los kilómetros viajados fueron menos que las ganas, y que nada pudo abatir la necesidad de estar presentes.
Tal vez por primera vez en la historia, el estadio de Unión se vistió de rojo y negro. La razón fue Trueno Tierra, el primer disco doble del trío de Mataderos. Al igual que en la portada de la placa, el escenario conjugó estos colores con un águila, que se irguió sobre un escenario de varios niveles y entre dos pantallas gigantes.
Desde las 21.15 y por casi tres horas, Gustavo Chizzo Napoli hizo flamear a su público con temas nuevos, que intercaló con los clásicos de siempre. El primero en encender la euforia, encendedores y celulares, fue Almohada de piedra del nuevo CD. Le siguió A tu lado de Detonador de sueños y, tras ellos, Oscuro Diamante, Dementes en el espacio y Montaña roja.
El show se compuso de treinta temas que incluyeron algunas joyas de La Renga, como El rito de los corazones sangrando, de Adónde me lleva la vida (1994) y En el baldío de Insoportablemente vivo (2001). Siguieron El twist del pibe, La boca del lobo y La mujer de caleidoscopio, que se intercalaron con Ser yo y la tranquilidad de Llenado de llorar, de la nueva producción.
A lo largo de la noche, Chizzo Napoli, Tanque y Gabriel Teté Iglesias presentaron a Chiflo y Manu, “dos locos más de los vientos” que se sumaron a Cuadrado obviado y otras canciones. El invitado especial del espectáculo fue Alberto Miyo Miglioranza, técnico de grabación del doble CD, amigo de la banda y un guitarrista que demostró sus habilidades en vivo y que, según Napoli, es un #gran discípulo del maestro, que nos mira desde el cielo”. La sola alusión a Pappo generó un aluvión de ovaciones y despuntó los primeros acordes del tema que La Renga compuso en su memoria.
Para anticipar el cierre, el Chizzo cantó El rey de la triste felicidad y encendió el pogo con El final es en donde partí. Pero, cuando el trío se despidió del escenario, el estallido generado y la sensación de que lo bueno resulta breve despertaron ganas de más. El deseo se expresó en cantos y el pacto tácito del regreso se cumplió tras diez minutos de ovaciones.
Panic show, Oportunidad oportuna y Hablando de la libertad fueron el broche que sació la sed con euforia. El fin de la noche fue inminente cuando Tanque arrojó los palillos a la gente, y el desprendimiento fue tal que los tres músicos terminaron con sus torsos desnudos. Inmersos en el silencio sonaron las voces y los aplausos. Más allá de la música, la mística rockera y los regalos, hubo palabras de Chizzo que, aunque escasas, justificaron el viaje y generaron emoción en la gente: “Gracias por estar, gracias a los mismos de siempre”.
Fuente: El Litoral.