Horacio Rodríguez Larreta, Alberto Fernándz y Axel Kicillof.
Por José Carlos Elinson (*)
¿Estamos frente a un embate político de dimensiones que no es necesariamente contra la Argentina pero que tangencialmente nos atañe al precio de la vida de muchos?
¿Vivimos una pesadilla que pretenden disfrazar de sueño alterado?
¿Estamos siendo tomados por un virus del que se sabe poco y nada, pero ya se anuncia la visita de su sucesor que será –dicen- más exterminador?
Mario Benedetti diría estamos jodidos y viceversa.
¿Alguien tomó conciencia de lo poco que queda del país que hasta poco tiempo nos vanagloriábamos de haber sabido conseguir pese a los tropezones y magulladuras?
Mirá si esto le tocaba a (Mauricio) Macri, dicen algunos sin disimular la desesperanza, pero les tocó a (Alberto) Fernández, (Axel) Kicillof y (Horacio) Rodríguez Larreta y a la luz de la cotidianidad, vaya con la diferencia cantaría Horacio Guarany.
Desde la convicción que Macri se hubiese ahogado en un dedal de agua, podemos acaso coincidir en que el trío mencionado tratando de disimular su impericia, aparece como Tarzán, cubriendo apenas con un taparrabos las zonas pudendas, a los gritos y contando nada más que con la asistencia de una mona.
Sí Mario, estamos jodidos y viceversa.
Qué otros países la están pasando peor y hasta sus propios presidentes sufran la desgracia del virus, no deberá ser consuelo para nadie.
Acá se trata de restar dramas y no de sumar tragedias.
Me consta, con cierto conocimiento de causa por confesiones que nacen del afecto, y se dicen a media voz que nuestros científicos están poniendo en juego su propia vida al servicio de la salvación. Esto es destacable y plausible, pero con la entrega voluntarista no alcanza. El respaldo profesional de avanzada es necesario y urgente. Nadie puede vivir con la muerte resbalándole en la piel.
Y después las ostentaciones extemporáneas mostrando el material que se ha dispuesto para la atención de los pacientes afectados por coronavirus. Y la pregunta es ¿solamente los afectados por el coronavirus tienen derecho a cuidados especiales? ¿Antes no había enfermos ni espacios adecuados para su contención? ¿Tenemos que jugar siempre en los límites? Como dicen los futboleros, hacer rodar la pelota siempre por la línea blanca: si se inclina para un lado la perdés y si lo hace para el otro la mantenés. Es una especie de timba perversa si la trasladás a los territorios de la vida y de la muerte.
Ahora incursionamos en el festival de fases que eran -más allá de necesidades objetivas- el cuadrito que completaba la desorientación que nos invade.
Todos al patio, todos adentro, se parece a los minutos de recreo de una escuela primaria, pero es la lógica o ilógica con las que nos estamos manejando, mientras tanto Ella, al mejor estilo de las emperadoras consortes de la antigua Roma, contempla el espectáculo y promete un premio a quien salga victorioso. ¿De qué? Es una buena pregunta.
Por eso decía Mario, tomándome de tu claridad de Lexicón 80: tenés razón, estamos jodidos y viceversa.
(*) Especial para ANÁLISIS.