
Por Luis María Serroels (*)
Esta semana el Presidente de la Nación firmó el DNU para avanzar en la construcción del Gasoducto al que se le denominó (Sic) Néstor Kirchner sin haber iniciado un metro cuadrado de tal obra.
La primera etapa permitirá ampliar en 24 millones de metros cúbicos diarios la capacidad de transporte. Así está anunciado, y evacuar el gas incremental de la formación no convencional de Vaca Muerta. Se anunció paralelamente que el financiamiento de la primera etapa está completamente garantizado con fondos del Tesoro y otras vertientes.
Pero no se cuestiona esta obra de innegable trascendencia. Lo que se advierte es que ¿no es más correcto que el nombre que se le imponga sea, por ejemplo, el de Pioneros del Oro Negro?
Por estos días se van recrudeciendo y ahondando las investigaciones donde la justicia pone el punto en que el ya fallecido presidente Néstor Kirchner (por dos períodos) y su esposa y actual vicepresidenta Cristina Fernández, quedaron en la telaraña de la corrupción.
El primer mandatario, ubicado en el rol de defensor de CFK fue llamado por los jueces, aportando fundamentos casi escandalosos y llegando a decir que “se están discutiendo decisiones políticas”, cuando en realidad se está frente a concesiones irregulares en la obra pública de la provincia de Santa Cruz, a favor del Grupo Austral, propiedad de Lázaro Báez, fuerte colaborador del ex presidente Kirchner y señalada como imputada, mientras ejercía dos periodos presidenciales.
Los elementos aportados por el actual presidente, quien se ufana de ser catedrático en Derecho, en tanto, descarta haber visto acciones para favorecer la obra pública en el mencionado Estado sureño.
La sabiduría de Alberto Fernández para salvar a Cristina ante los jueces, confunde una política limpia con una banda de corruptos. Haber afirmado enfáticamente que se vio una sola vez con Báez, en tanto material fotográfico lo desmiente, supone un tramo del plan destinado a salir airosos del Código Penal. Frente a la corrupción ya es hora de que a ciertos políticos se los aloje en los penales. Y que la plata mal habida sea reintegrada.
Cuando un alto funcionario en ejercicio es llamado a testificar en favor de un imputado torciendo la letra de la ley y adosa tramposamente y con mala intención datos que hacen embarrar lo que creyó asear, se está ante una situación descalificadora.
Volviendo al tema de la decisión de denominar Néstor Kirchner al futuro gasoducto (obra aún no comenzada), no se explica tal determinación.
Nadie ignora que Alberto y Cristina se deben favores recíprocos, más allá de cortocircuitos. Es un atropello del actual presidente preservar el nombre para semejante realización, de quien dejó una marca vergonzante durante sus dos períodos presidenciales. El kirchnerismo degradó la política y sus instituciones a juzgar por la revisión de los tribunales.
El gasoducto de marras, por su trascendencia, habrá de hilvanar varias provincias significando un grito de federalismo y como tal se debe ser muy criterioso al momento de enlazar a millones de compatriotas.
El petróleo argentino y su desarrollo tuvo un gran protagonista, el militar e ingeniero civil Enrique Carlos Alberto Mosconi, conocido principalmente por haber sido pionero en la organización de la exploración y explotación de petróleo. Fue el ideólogo y primer presidente.
Estableció una incipiente pero sólida gran empresa combatiendo a los dos gigantes de la explotación de hidrocarburos: Royal Dutech y la Standard Oil.
Su objetivo fue crear una “empresa estatal verticalmente integrada que no sólo produciría petróleo, sino que lo refinaría y vendería los resultantes en el mercado a precios competitivos”.
El mandatario Fernández ¿no se habrá confundido?
(*) Especial para ANALISIS