Por Darío Dayub (*)
Sabemos que, por definición, una crisis ambiental no puede ser un fenómeno local; también que el mismo es multicausal y se desencadena a raíz de la incidencia de estas durante décadas. Pero también es cierto que en algunas regiones, por sus propias características y/o por acción directa de sus habitantes – gobernando, incidiendo de forma directa o en su simple andar ciudadano- dicha crisis alcanza niveles de colapso que hacen confluir para el abordaje del problema el carácter de “importante” con el de “urgente”. Esa es la situación en la que hoy se encuentra nuestra provincia de Entre Ríos. Es decir que, en general, esta es la primera generación que, para supervivir, se ve obligada afrontar las consecuencias del cambio climático que otrora solo se anunciaba de un modo teórico pero con altísimo grado de probabilidad científica; en el marco de una región colapsada, como la de Entre Ríos, el brindar soluciones a este problema, per se “importante” y “urgente”, con medidas de fondo se hace insoslayable si se quiere rescatar la región y salvaguardar su calidad de vida en un futuro inminente.
Entre Ríos, durante este siglo, presenta fundamentalmente como principal problema, para abordar el
tema ambiental, la falta de voluntad. - Su causa ancla entre la confluencia de las políticas económicas nacionales de la primera década, implementadas de modo radical en la provincia, y la connivencia del sector público con el privado para eludir cualquier recaudo ambiental, so pretexto del “desarrollo” que finalmente nunca llegó, confundiéndose, muchas veces, ambos sectores en los mismos actores que aparecían accionando desde un lugar y del otro – o de “ambos lados del mostrador”-. - Su consecuencia fue el abandono del tema ambiental, sacándolo de toda agenda de gobierno, tanto por falta de políticas públicas activas que tiendan al saneamiento ambiental; como pasivas con los controles correspondientes sobre áreas claves preventivas del daño. Más una la estructura administrativa anacrónica respecto de la ubicación del área ambiental en la gestión de gobierno.
En efecto, Entre Ríos destina al tratamiento del tema ambiental una secretaria ubicada dentro del “Ministerio de la Producción, Turismo y Desarrollo Económico” dejando el ambiente al servicio de la producción y no a la inversa como lo indican hoy las consecuencias de no haberlo hecho. La perspectiva ambiental debe ser un enfoque más desde el cual, en forma transversal, se filtren de todas las áreas del gobierno. Este es el modo en que los estados modernos, incluso los de nuestro país como la vecina provincia de Santa Fe, abordan la temática. Contando imperiosamente, para ello, con un “Ministerio de Ambiente” que, desde aquella perspectiva, pueda: coadyuvar con las distintas áreas del estado a la hora de tomar medias; fiscalizar la preservación del ambiente en la implementación de mismas; ser el contralor en tal sentido; garantizar su preservación con controles independientes bajo su exclusiva orbita; etc.
El presente trabajo, en aras a la brevedad y a una efectiva lectura, atento a los tiempos actuales de sus destinatarios, se centra sobre un paneo muy general de índole técnico y de extrema preta síntesis respecto a los problemas ambientales más visibles que tiene hoy Entre Ríos. Relegando, sin descuidar, para una segunda eventual instancia, conforme el interés del destinatario, un abordaje más profundo y diverso sobre la materia que también incluya el resto de las problemáticas severas que también existen en la provincia en materia ambiental y que aquí soslayados; como los afluentes cloacales, los desechos industriales, el tratamiento de los residuos sólidos urbanos, los montes nativos, etc.
A continuación, el informe completo
(*)Junto al equipo técnico Marisol Daiana Chavez, Julián Alberto Sabattini y Gabriel A Ducasse Albano; Partido GEN.