Por Marisa Mazza (*)
En las redes leemos que un par de diputadas entrerrianas, Erica Vázquez y Noelia Taborda, denuncian la decadencia educativa. El titular expresa lo que tantos observamos y comentamos con tristezas y preocupaciones en las salas de maestros, en los días institucionales, en los encuentros con los padres y de los padres, es un tema de conversación y de acciones que a muchos les lleva girones de su vida.
El proyecto propone modificar la Ley de Educación de nuestra provincia, plantea que quede “expresamente prohibido el adoctrinamiento en cualquiera de sus formas, siendo posible la sanción tanto del docente, directivo o funcionario que lo impartiera”.
Leer la propuesta nos traslada al año 2008, en nuestra provincia se generaron las Mesas de la Educación Entrerriana, una invitación a debatir sobre la educación, esas mesas fueron las parteras de la Ley de Educación de la Provincia. Ley construida sobre el diálogo con las bases, en un proceso que sigue provocando admiración democrática.
Ley que, si lográramos cumplir, nos permitiría salir de la decadencia que livianamente se plantea en la modificatoria formulada.
Un párrafo aparte – consideramos - merece el señalamiento sobre el adoctrinamiento. Muchos comprendemos a la educación como el acto de repartir el patrimonio cultural de la humanidad, convocar a todos, a cada uno, a cualquiera a las escuelas para recibir, para heredar nuestras culturas, para que las generaciones venideras puedan lograr la ansiada construcción de un mundo mejor.
Adoctrinar…
La enunciación de las Diputadas no define, ni explica, ni fundamenta el concepto adoctrinar… para pensar, en ecos la palabra conduce a la escuela, adoctrinanamos en las escuelas, claro que sí, enseñamos, en un pasaje a la exogamia a vivir en nuestra sociedad y al mismo tiempo tratamos de promover el pensamiento crítico.
La preciosa Prof. Laurence Cornu, en una visita enseñante a nuestro país, nos aconsejó: no dejen que les secuestren las palabras, adoctrinar no es una mala palabra, es lo que hacemos, lo que debemos hacer cuando enseñamos a los recién llegados a vivir en este mundo.
Decadencia…
Nuestros hijos están mucho más informados que nosotros cuando teníamos su edad, las tecnologías de la información y la comunicación les permitió desde temprana edad tener al alcance de la mano, la información del mundo sobre lo que quieran saber. Nos hemos interrogado sobre esto, nos lo enseñó Eliot, a principios del siglo pasado, en su obra La Roca:
… ¿Dónde se halla la sabiduría que hemos perdido con el conocimiento, dónde se halla el conocimiento que hemos perdido con la información?
La pregunta que despliega Eliot también, nos puede convocar a pensar en el lugar que tiene hoy la sabiduría en la formación, en la autoformación de cada ciudadano, Sabiduría como aspiración máxima de nuestros antepasados.
Hay mucho por debatir, por desacordar, por ponernos de acuerdo, les proponemos a las diputadas sostener la Ley 9890, promulgada en enero del año 2009, con especial énfasis en garantizar el derecho a la educación.
El Prof. Lambruschini, nos indicaba bucear en el origen de las palabras, para iluminar las génesis de lo que pretendemos enunciar. María Moliner en su exquisito diccionario nos enseña: …decadencia, decaer: … descender… desmerecer, flaquear, flojear, debilitarse, declinar, perder fuerza… marchar a su ocaso…
Tal vez, lo que más duele de esta propuesta de ignorancias y atropellos es que la denuncia es en sí misma una muestra clara y precisa de la decadencia de la educación.
(*) Profesora