Murió Carlos Juárez, el caudillo con más poder en Santiago del Estero

La muerte de Juárez fue confirmada por su médico personal. Cinco veces gobernador de la provincia -se impuso en todas las elecciones en las que se presentó- había sido procesado tras dejar el poder por la desaparición de 14 personas durante la década del 70. La Justicia había ordenado su detención por esa causa, que luego pasó a cumplir en su domicilio debido a su avanzada edad. Tiempo después, lo declaró inimputable por senilidad.

Juárez construyó junto a su esposa -Nina Aragonés- una férrea dinastía que conservó el poder de la provincia durante más de 5 décadas. Símbolo de clientelista, su caída llegó en 2004, tras el doble crimen de La Dársena. La tensión desatada en la provincia luego de los asesinatos de Leyla Bshier Nazar y Patricia Villalba llevó a la Nación a decretar la intervención de la provincia.

Nacido en La Banda, Juárez obtuvo su primer triunfo electoral en 1948. El entonces presidente Juan Domingo Perón y su esposa, Eva Duarte, asistieron a su asunción. En 1973 volvió a imponerse y se fue al exilio en 1976, cuando se produjo el golpe militar. Regresó al país y en los comicios de 1983 volvió a ocupar, por tercera vez, el gobierno santiagueño.

Pasó un poco más de una década cuando se presentó nuevamente a una elección provincial para imponerse con su movimiento Cruzada Santiagueña, en 1995. Fue reelegido en 1999 y en 2002 renunció cuando se produjo la crisis política y económica que llevó a dimitir a Fernando De la Rúa. En esa oportunidad, se alejó del cargo porque sostenía que “se debían ir todos los políticos”.

Pero llamó a elecciones e impuso a un delfín suyo, Carlos Díaz, secundado en la fórmula por su esposa, Mercedes Marina Nina Aragonés. Las muertes de dos jóvenes, Leyla Bshier Nazar y Patricia Villalba, en la causa conocida como el “doble crimen de La Dársena”, precipitó una serie de acontecimientos que llevaron al Congreso a decidir la intervención federal de la provincia en marzo de 2004.

Desde ese momento, Juárez entró en el ostracismo político y algunos de sus seguidores continuaron con su línea política. En los últimos años pasaba sus días recluido en su vivienda de la calle Alvarado, llamada “La Rosadita”: ya no tenía apariciones públicas y su memoria comenzaba a declinar, según reconocían sus allegados.

(Fuente y foto: Clarín)

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