El caso está caratulado como “doble homicidio doblemente calificado”, donde Víctor Álvarez –padrastro de los menores- será juzgado por acción, mientras que la madre Andrea Soledad Zapata, fue imputada por omisión. La pena estipulada por el código penal es de una condena perpetua para ambos.
Según describió el fiscal Castillo, la calificación de la causa y los hechos imputados “son los correctos”, subrayando que tanto Álvarez como Zapata “estaban en conocimiento y en sus cabales, comprendiendo la criminalidad de los hechos”.
De acuerdo a los datos obtenidos por Diario Río Uruguay, serán cerca de 50 los testigos que declararán en el juicio, que está previsto que tenga lugar no menos de 7 u 8 días. Ya fueron citados para ello trabajadores del COPNAF, médicos y vecinos. Así mismo se supo que el tribunal estará conformado por los vocales, Patricia Pérez (preside), Martín Carbonell, y Carolina López Bernis.
Entre los profesionales de la salud se encontraría una médica que según el abogado defensor de la madre, Ives Bastián “podría detallar y confirmar un pedido de ayuda” por parte de la mujer, al momento de encontrarse internado en el hospital Masvernat el más pequeño de sus hijos.
Vale precisar que Álvarez permanece detenido en el neuropsiquiátrico de la Unidad Penal Nº 8 de la ciudad de Federal y será trasladado en las próximas horas para el inicio del juicio. Por su parte, Zapata aguarda desde el momento de su detención en la Comisaría del Menor y la Familia, sin ningún tipo de asistencia psicológica y sin poder tener contacto con sus hijos.
En ese sentido, según explicó el defensor, la madre de los chicos “asegura no haber tenido la culpa y contextualiza las muertes en la propia violencia de la que ella era víctima por parte de Álvarez”. Para el defensor esto está constatado a través de pruebas médicas que demostrarían golpes en la cara y quemaduras con cigarrillos en el cuerpo de la mujer.
Este argumento es apoyado por informes psiquiátricos y psicológicos pedidos por el defensor a especialistas particulares de Buenos Aires, mientras que por parte de la fiscalía subrayan existen otros informes psicológicos que refutarían lo contrario.
Según remarcaban entonces los vecinos de la familia, en la vivienda de la tragedia eran frecuentes los ruidos contra las paredes lindantes, por los golpes que recibía María Soledad Zapata y sus hijos por parte de su marido Javier Álvarez. Incluso precisaron que el método usado por el padrastro era poner la música a un volumen considerable para así castigar a la mujer y los menores que la chica había tenido con otro hombre.