Luis María Serroels
Especial para ANALISI DIGITAL

Admítase o no, el 25 de octubre hubo un sismo electoral que modificó el paisaje político con miras al 22 de noviembre y obligó a reforzar no sólo el contenido de los mensajes, sino que hizo aflorar enconos que se hallaban larvados como una especie de Plan B para el caso de extremas necesidades.

La información periodística dio cuenta de una reunión celebrada en Rosario del Tala por Sergio Urribarri con jóvenes militantes, donde quedó revelado cuanta inquietud origina la elevada temperatura proselitista y la lectura de los guarismos preliminares que arrojan las encuestas.

Merecen analizarse algunos párrafos del discurso urribarrista, que parecen un remedo de la práctica de descalificación al adversario que eligió Cristina Fernández. Cuando el gobernador plantea “ayudemos a reflexionar a la gente y a refrescar la memoria” y advierte que “decir la verdad no es hacer campaña sucia”, camina sobre terreno cenagoso, porque existen precisiones que neutralizan su propósito de ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio.

Un enojado mandatario provincial –quien se pasó un buen tiempo soñando con ser presidente y desde esa pretensión ofendió gravemente a Daniel Scioli-, ahora tuvo una admirable transformación y en ejercicio de tal conversión trabaja con denuedo porque está mencionado como eventual ministro de Interior y Transporte. Y como aporte citó una causa judicial que involucra a Mauricio Macri por supuestas escuchas ilegales –ello desde luego no supone culpabilidad de antemano-, dejando de lado que la corrupción estructural en el kirchnerismo (desde la presidente para abajo), les está dando mucha tarea a los juzgados y el confeso y ya condenado Ricardo Jaime sería sólo la punta del iceberg.

Si el cuadro apocalíptico vaticinado por Urribarri en caso de triunfar Cambiemos fuera cierto, ¿cómo se entiende que se haya llegado al balotaje tras las optimistas estimaciones que daban cuenta de una victoria sciolista en primera vuelta? ¿Significa que tantos comprovincianos estaban equivocados? ¿No imagina el mandatario que algunos aspectos de su gestión pueden haber incidido en el repunte opositor respecto de las PASO? Este fenómeno seguramente no fue lo prometido a la presidente.

Que Scioli ande prometiendo 82 por ciento móvil, base no imponible de 25.000 pesos y paritarias sin techo –algo que no dice cómo concretar y a lo que CFK se opone tenazmente-, da una idea de sus temores, traducido en la profundización de sus ataques contra su adversario. Echarle la culpa a Macri por el aumento de la harina, cuando integra un gobierno que instaló la estanflación y este año devaluó el peso un 32, 6 por ciento (un 209 por ciento desde 2007), convirtiéndose en el país más devaluador de la región, es desopilante.

Una vía muy republicana para tener una radiografía amplia y detallada sobre las cuentas públicas, la razón de las violaciones constitucionales por acción u omisión, los errores cometidos en materia de inversiones en industrias, que por su ligereza resultaron perjudiciales para el erario público y, por supuesto, la magnitud de la creciente deuda provincial fogoneada por la constante emisión de letras para cancelar letras, sería convocar al periodismo para explayarse sobre todos los aspectos de su gestión. Y a la vez, trazar un paralelo en el punta a punta sobre la situación del Estado al momento de iniciar su primer mandato y la que le dejará a su sucesor.

La noticia de que el Foro de Intendentes Radicales exigió al gobierno provincial que efectivice los pagos atrasados en concepto de Ajustes por Garantía de Coparticipación, que alcanzan a seis meses por un monto superior a los 600 millones de pesos, desnuda que algo funciona muy mal. Pregunta: ¿los intendentes kirchneristas –incluido Gustavo Bordet- están al día? De no ser así ¿qué razones han tenido para mantener silencio?

Urribarri debe entender que él tiene que gobernar hasta el 10 de diciembre para 1.300.000 entrerrianos, donde conviven pensamientos distantes de la ideología oficial y no por ello deben ser rechazados desde las tribunas.

Seguramente el gobernador conocerá las recientes declaraciones de kirchneristas de pura cepa que coinciden con Alfonso Prat-Gay (Cambiemos) en que una devaluación es necesaria respetando ciertas premisas y que la negociación con los fondos buitre resulta imprescindible para generar confianza en los inversores y acceder al crédito internacional. Los opinadores K, el gobernador de Misiones, Maurice Closs y el economista de Scioli, Mario Blejer, no pueden ser acusados de militantes de la cadena del desánimo.

Los números de la provincia, la pauperización del salario de los agentes públicos afectados por la caída del poder de compra, la falta de reglamentación de preceptos valiosos de la Constitución entrerriana (como lo impone el art. 62º del estatuto) y en especial la designación de funcionarios al margen del concurso que los legitime, son sólo algunas cuestiones que reclaman explicación.

¿Cómo creer en la sinceridad del gobernador cuando pide el voto para Scioli, estando tan frescas las denostaciones que le enviaba reiteradamente, incluso poniendo en duda su ideario kirchnerista.? Existen derrotas muy dignas y enaltecedoras y victorias muy poco honorables. La diferencia se revela a partir de las armas utilizadas en la campaña. Instalar el miedo nunca reditúa a quien lo hace.

“Mi sueño siempre fue dejar un legado a nuestra provincia y vaya si lo hemos logrado. Me siento orgulloso de lo que hicimos y de cómo lo hicimos”, dijo el gobernador. Y remató que “ahora lo que viene es otro gobierno como el nuestro, de hechos y transformaciones. Tenemos la enorme e histórica tarea de poner a Daniel Scioli en la Casa Rosada, para que no coloquen a un títere que les devuelva los privilegios que Néstor y Cristina le sacaron, gobernando a favor del pueblo” (pareciera ignorar la calamitosa situación económica que dejará CFK, cuyo maquillado relato queda fulminado por la contundencia de las cifras).

Las supuestas conquistas del actual modelo se diluyen frente a los indicadores de las finanzas argentinas, con una economía que no crece hace 4 años, un colosal monto en rojo que deberá enfrentar el presidente venidero, un altísimo déficit fiscal, una merma en la balanza comercial que exhibe los índices más bajos de los últimos 15 años, una deuda externa ingobernable y las reservas en descontrolada caída. Los agroexportadoras y productores acaban de revelar que se les adeudan 1.600 millones de pesos por la demora de 18 meses en liquidarles la devolución del IVA por parte de la AFIP.

La prórroga por dos años del impuestazo obsequiado por Urribarri a los entrerrianos, usufructuando su hegemonía legislativa, fue una maniobra de quien se va, para ayudar al que viene, porque éste ya no tendrá tantas facilidades en las bancas. Dijimos recientemente que el transfugado Adrián Fuertes podría darle satisfacciones al FPV. Su esposa acaba de votar como diputada el latigazo impositivo oculto en alguna manga.

Y vaticinamos que tal borocotazo incluiría al senador departamental, para asegurar la mayoría en la cámara alta a cambio de buenas retribuciones para su zona, cuando ya la diputada Claudia Monjo haya asumido como intendente de Villaguay en lugar de su marido.

El viernes se supo que la empresa constructora del edificio para el nivel secundario de la Escuela Del Centenario, suspendió los trabajos por falta de pago. Lo mismo sucedió días antes en una escuela del Dpto. Islas.”Cada día una obra más” pareció un buen lema inicial, pero a las obras hay que pagarlas en tiempo y forma. Entre el sueño y la pesadilla, reina el engaño.

En abril de 2014 y como precandidato a la presidencia, Sergio Urribarri viajó a los Estados Unidos para reunirse a solas con el profesor Joseph Stiglitz, Premio Nobel de Economía, para analizar los desafíos a los que se enfrenta Argentina de cara al futuro. Si se hubiese reunido a solas con un vidente, tal vez le habría vaticinado que finalmente el candidato iba a ser otro.