Luis María Serroels,
especial para ANÁLISIS DIGITAL

Remitirse a la historia del actual intendente de Villaguay -que le dejará a su esposa no sólo su sillón sino quizás un aceitado arreglo para recibir apoyo del próximo mandatario (hasta ahora Gustavo Bordet-, lleva a definir a un dirigente joven, emprendedor, ambicioso y decidido. Su prematura campaña para llegar al sillón principal de la Casa Gris, su interminable kilometraje recorriendo la provincia para pedir adhesiones en base a la descalificación hasta desmesurada del urribarrismo y su final acuerdo con el frente orientado por el ex tres veces gobernador Jorge Busti, que para ello bajó de su candidatura a Gustavo Zavallo (hoy diputado provincial electo) terminó convirtiéndolo en la tercera fuerza detrás del FpV y Cambiemos.

Cuando Fuertes realizó su cierre de campaña 72 horas antes de las elecciones, el propio Sergio Massa se allegó a su mediterránea Villaguay para acompañarlo y todo fue una fiesta. Tan bien posicionado estaba en su territorio departamental que además de conservar la intendencia que dejará en manos de su esposa, terminó quedándose con el senador. Este detalle no es menor porque sumado a los que obtuvo Cambiemos, totalizan 9 bancas contra 8 del oficialismo que quedaría en minoría en la cámara alta, luego de haberla controlado con la totalidad de los 17 escaños (hecho inédito en toda la historia política entrerriana). El impetuoso aspirante a gobernar Entre Ríos, empezaba a voltearle la estantería a una hegemonía absoluta de cuatro años.

El lunes 26 a las 23.20 el villaguayense fue reporteado por un programa televisivo de de Gualeguaychú, en cuyo transcurso volvió a descargarse contra el urribarrismo, con menciones a quien sería su sucesor. El martes 27 por la mañana se supo que había acudido a la Casa de Gobierno para manifestar al gobernador que en la segunda vuelta apoyaría a Daniel Scioli. Resta saber si el senador electo le seguirá los pasos o conservará su pertenencia a Sergio Massa. El tiempo revelará las consecuencias.

Si Fuertes se ha reciclado en sciolista con tanta celeridad después de haberse cobijado bajo la sombra de Massa, debe sospecharse que esa decisión aguardaba en su mente -como una especie de Plan B- para su estrategia futura.

Quien escucha la grabación de sus declaraciones por TV y las coteja con la determinación tomada horas después y trasmitida en una visita que excedió toda cortesía protocolar tras un giro copernicano a sus principios, no lo puede creer. Es que terminar rifando sus hijuelas políticas a quienes combatió duramente durante todo el año y cuyo filoso discurso logró captar muchas adhesiones convencidas, no se encuadra en las reglas de una sana práctica política.

Alega el borocotizado candidato que su asistencia al despacho de Sergio Urribarri respondió a una convocatoria que involucró a otros dirigentes (el macriista Alfredo de Angeli mal podía hacerlo porque aún no ha resignado sus aspiraciones por estimar que el escrutinio definitivo podría exhibir datos diferentes).

Un interrogante atinado sería por qué Fuertes no esperó la reunión evaluativa programada por el massismo (Frente Renovador) para este fin de semana, donde se analizará la postura orgánica de cara a la segunda vuelta y aprovechar para exponer allí sus reflexiones lógicas. El propio ministro de gobierno Adán Bahl opinó que “debería haber esperado a tener una postura del partido a nivel nacional”.

Muy poca gracia le debe haber causado al líder de UNA la asombrosa conversión de alguien en quién él creyó de buena fe. Es que no se entiende que cuando la totalidad de las urnas de la provincia aún no habían arribado a Paraná para el escrutinio final, la persona en quien confiaron casi 111.000 comprovincianos les daría un sonoro portazo sin aviso.

¿Dónde quedó su propuesta, su proyecto, sus postulados, sus promesas y su compromiso expuestos con singular vehemencia? ¿Qué huracán Patricia barrió con todo esto que los archivos conservan y que será la herramienta más poderosa e inapelable a la hora de las imputaciones que desde la ética y la palabra empeñada cobren vida?

La tentación por las transfugaciones (acción por la cual una persona deja un partido político para trasladarse a otro), tiene cierto poder de seducción. Borocotó (seudónimo del pediatra Eduardo Lorenzo), después de transitar por el justicialismo, el cavallismo y acceder a una banca nacional militando dentro del PRO, a punto de jurar reveló haberse pasado al kirhnerismo presto a aprobar todas las leyes que el oficialismo requiera.

Tristemente célebre por haber creado el “borocotazo” como rótulo de la indisciplina partidaria, terminó su mandato confesando sentir un “profundo asco” por la política, aunque obvió el hecho de que él había hecho grandes aportes a esa degradación, al cruzarse de bando al filo de ocupar su escaño.

Sus prácticas han tenido imitadores. Recordemos a Mónica López (fanática diputada massista y candidata al Parlasur devenida en sciolista), quien había dicho en junio que “los amigos nos vamos a quedar; el último que apague la luz”. El dirigente Leopoldo Moreau que orienta el Radicalismo Popular, señaló que la participación de la UCR en el frente Cambiemos “es una claudicación” (se aclara que él, radical de raza con una larga militancia en el partido de Leandro Alem, se pasó a las filas del kirchnerismo).

Así las cosas, la ejemplar jornada eleccionaria vivida el domingo 25 por la ciudadanía entrerriana, se manchó con episodios demostrativos de que los valores de la ética y de la palabra, no siempre están vigentes en nuestra democracia reconquistada.

El miércoles Sergio Massa, el líder de la propuesta de Fuertes, dijo que “la Argentina necesita un cambio”. Contradictoriamente, quien se había cobijado bajo su paraguas optó por la continuidad. En política hay cosas de las que no se regresa.

La noticia dominante fue que el Instituto Superior de Transfugación Borocotó, tuvo en Entre Ríos un nuevo egresado. ¡Felicitaciones!