N.B. de ANÁLISIS DIGITAL
Desde que fue el operativo de Gendarmería, el 24 de octubre de 2016, los cuatro imputados están cumpliendo prisión preventiva en unidades penales. Dos de ellos -Queirolo y Bisogni- pidieron la excarcelación en su momento, pero el Ministerio Público Fiscal (MPF) a cargo de José Ignacio Candioti se opuso y consiguió que el TOF rechazara el beneficio. Sucede que, tanto Queirolo como Bisogni, intentaron huir cuando irrumpieron los gendarmes, en medio de una transacción de casi un kilo de cocaína por 149.000 pesos.
El juicio -que comenzó este martes y se extenderá hasta los primeros días de agosto-, se reanudará el próximo jueves con la declaración de 10 testigos, aunque se prevé que frente a los jueces expongan unas 30 personas entre gendarmes y civiles, y se incorporen otras 10 testimoniales por lectura.
Los abogados defensores son todos particulares. En el caso de Kreick y Arévalo, el abogado que interviene en el debate es Pablo Di Lollo; a Bisogni lo asiste José Ostolaza; y a Queirolo lo defienden Agustín Vizcarra y Sebastián Arrechea.
El caso
Las sospechas de los gendarmes fueron a raíz de un caso de proxenetismo a cambio de cocaína. Se compraba droga y se pagaba con los servicios sexuales de una menor de edad. Por eso, los agentes de Gualeguaychú decidieron investigar a Jorge Kreick, porque sospechaban que él era parte de ese acuerdo como vendedor de estupefacientes. Decidieron intervenir el celular del imputado y comenzó la investigación por narcotráfico. Bajo vigilancia tuvieron un kiosco de Gualeguaychú -propiedad de Kreick-, que era utilizado como pantalla para la venta al menudeo.
Según la pesquisa, las comunicaciones telefónicas entre los imputados eran con un lenguaje encriptado. Hablaban de “carne”, “asado”, “leña”; y los encuentros para concretar las transacciones eran en lugares públicos muy concurridos, como supermercados, el Parque Unzué, o en la vía pública. Así los gendarmes registraron encuentros el 8 de agosto; el 27 de septiembre; el 28 de septiembre; el 13 de octubre; el 18 de octubre; y el 24 de octubre de 2016, el día del procedimiento. Además, los agentes registraron movimientos en el Lubricentro GM; y reconocieron varios vehículos entre los que había una camioneta Amarok; una Hyundai Galloper; y un Peugeot 207.
A partir de tareas de vigilancia, pudieron establecer que los vínculos se daban entre Kreick y Arévalo -a quien el primero le dio la Hyundai Galloper y la puso a su nombre-; y a su vez Arévalo se comunicaba con Bisogni y Queirolo.
El día del procedimiento, los gendarmes consiguieron una orden de allanamiento en un domicilio privado, donde se había pactado la venta de 1 kilo de cocaína por 150.000 pesos. En el lugar fueron sorprendidos los cuatro imputados. Hallaron una caja marrón que en su interior contenía un ladrillo de cocaína envuelto en una bolsa -que pesó 995 gramos-, y 144.900 pesos
Sustentos de vida
Durante el reconocimiento de datos personales frente al TOF, Jorge Kreick de 65 años, dijo que después de cumplir la condena anterior se hizo “prestamista” con el dinero que logró juntar del narcotráfico. Kreick estuvo dos años y ocho meses en la cárcel. Fue condenado en marzo 2012 por este mismo tribunal.
“Si me pedían 3.000 pesos, cobraba un interés aproximado del 20 por ciento. Si me pedían 100.000 pesos cobraba un interés del 50 o 60 por ciento”, le manifestó a la jueza Berros.
Además de ese negocio, Kreick es propietario de la Amarok, una casa con tres dormitorios, tuvo una panadería y alquilaba peloteros, tejos y metegoles para fiestas infantiles.
Arévalo, en tanto, contó que fue a una escuela para personas con discapacidad. No tiene antecedentes. Dijo que no terminó la primaria, que no sabe leer ni sabe escribir. Contó que siempre fue albañil y que trabajaba en la casa particular de Kreick.
Por su parte, Bisogni reconoció que tiene un padre retirado del Servicio Penitenciario Federal. Aseveró que entre 2001 y 2002 fue a vivir de Capital Federal a Gualeguaychú, que llegó hasta segundo año de abogacía, que también estudió periodismo deportivo y organización de eventos, que trabajó en el shopping Abasto, en Tarjeta Naranja, y por último aseguró que realizó tareas administrativas en una empresa familiar de albañilería y tenido de redes de gas, propiedad de su padre. No tiene antecedentes penales.
Queirolo también tiene un padre que es retirado de la Policía provincial. Vivió en Colón antes que en Gualeguaychú. En esa última localidad estableció el Lubricentro GM, en un local alquilado. También contó que tenía un remís con el cual hacía viajes para La Segunda.
(Foto: ANÁLISIS DIGITAL)