La artista reside desde hace 30 años en Berlín, Alemania.
El Museo Municipal de Bellas Artes de la ciudad de La Paz invita a presenciar la muestra virtual de la artista plástica argentina Duna Rolando, quien reside desde hace 30 años en Alemania. La exposición se inauguró este jueves en redes sociales y cuenta con una serie de 28 obras producidas en diferentes momentos de la vida de la artista; abordando el retrato y la botánica.
Ronaldo puso en palabras sus sentimientos en un texto que acompaña la muestra.
La pintura es mi hogar.
Pinto retratos y plantas porque la gente y las plantas me conmueven. Trato de capturar a la gente y a las plantas en su esencia, en su fragilidad y sobre todo en sus anhelos. Para ello utilizo fotos que hago yo misma o que forman parte del álbum familiar. Las trabajo digitalmente y las preparo de manera que sirvan de base para mi pintura al óleo. Doy mucha importancia a los detalles. Empiezo recién a pintar sobre la tela cuando tengo el concepto pictórico bien desarrollado, trabajado de antemano.
El objeto retratado (persona o planta) debe tener una conexión íntima conmigo, pinto con el colorido que siento en ellos y que para mí los caracteriza, más allá de la referencia real.
Mi interacción con la gente y las plantas surge de un profundo anhelo (alemán: Sehnsucht). Anhelo de un estado que revele sus esencias. Tengo muchos anhelos. Siento anhelo por las personas que ya no están, por un determinado tiempo o por momentos que se han ido y que nunca más serán. A veces tengo anhelo de algo que nunca sucedió y nunca sucederá, o anhelo de hogar y de pertenencia, anhelo de vida.
El anhelo de (el) hogar (Heimat) también significa para mí un anhelo del paraíso perdido. Con esto me refiero al paraíso que nuestra memoria construye en la distancia temporal y espacial y que a menudo corresponde menos a la realidad que a la memoria selectiva de nuestras experiencias y sentimientos de otros tiempos.
Por eso mis retratos y pinturas de plantas representan un acercamiento meditativo y sismográfico al objeto.
Doy mucha importancia a los colores de fondo, que para mí son un puente de conexión. Estos colores siempre hablan de mi relación con los seres retratados. Luego empiezo a trabajar los detalles: la mirada, las arrugas, el pelo, la piel... Todo debe ser cuidado y debe reflejar la fuerza y la fragilidad del individuo.
Junto con la perturbadora pandemia que hemos estado sufriendo este año 2020, el giro hacia lo bello, que se muestra en la contemplación de la naturaleza y el hombre, hace acercarnos al anhelo de vida y a la perfección más allá de la muerte, más allá del horror. En cada imagen intento mostrar que la contemplación de la vida nos reconcilia con el mundo y que todavía podemos creer en lo bueno, tal vez incluso en un paraíso.
Nací en Argentina. Desde 1990 he estado viviendo en Alemania. Vengo de una familia con antecedentes migratorios. Mis antepasados eran alemanes, italianos y españoles.
El deseo de muchos miembros de mi familia de poder volver a su tierra natal no pudo ser cumplido. Conozco este deseo desde mi infancia y ha marcado mis experiencias, que he podido realizar en el extranjero desde 1988.
Hace diez años retomé la pintura. Y en ese reencuentro llegué a mi HOGAR (Heimat). De ahí surgió esta serie Anhelo de Vida. En esta serie me conecté con la gente que fue y que sigue siendo importante para mí, así como con plantas y flores que aún me siguen conmoviendo. Este proyecto me ampara, creando mi espacio (paraíso) personal, donde mayormente no siento dolor ni miedo y donde no tengo necesidades ni deseos materiales. En la pintura observo y me apropio de la belleza dada por la naturaleza e intento reflejar su esencia. De esta manera me conecto con la vida y la voluntad de vivir de las plantas y la gente que me rodea.
Y así creo un oasis, mi oasis, y también una metáfora del nacimiento, la reproducción y la muerte, de la finitud y la transitoriedad de todos los seres vivos.
Estos sentimientos existenciales fluyen constantemente en mis obras y deseo a través de ellos, poder llevar al espectador a su refugio reconfortante y a su momento de sosiego.
Duna Rolando
Berlín, agosto 2020