El grupo de autoconvocados “Todos por Todos” empezó a recabar testimonios que sirvieran para medir el impacto sanitario de la enfermedad. Encabezado por Andrea Kloster, el movimiento se valió de las historias clínicas de los pacientes, en función de cotejar datos desde que se contrajo la enfermedad y la posterior etapa de tratamientos. Muchas de esas historias no se pudieron reconstruir porque el cáncer ganó la batalla, pero sentaron un precedente para el trabajo que se realiza en la actualidad.

P. G., a los 14 años, C. G. a los 35 años y H. F., a los 50, son los nombres anónimos de los sansalvadoreños que ya no están. Un sondeo de la organización permitió establecer que la mayor tasa de mortalidad se produce por tumores cerebrales, en personas de entre 15 y 50 años. “Este año llevamos contabilizados a través de un sondeo particular aproximadamente 15 fallecimientos producto del cáncer. La mayoría de los casos se registraron en una misma cuadra, en el barrio Centenario”, reveló Kloster.

“El cáncer no es raro, lo extraño son las edades de las que hablamos y la cantidad, en épocas donde la ciencia avanza”, explicó. La vocera contó que se conocieron casos de enfermos de leucemia, de cáncer de boca, cáncer de piel, de garganta y una extraña particularidad: “Hubo jóvenes con Parkinson”, añadió en su relato.

Análisis del agua

La falta de pruebas científicas que puedan contribuir a entender mejor qué genera esta inexplicable realidad, llevó a los vecinos a investigar por su propia cuenta. Así surgió la idea de recurrir a profesionales que puedan sumar certezas en una lucha contra el tiempo.

La primera acción concreta de la ONG Todos por Todos se plasmó en marchas de silencio por las calles de San Salvador en los primeros meses de 2014, pero coincidieron en que había que hacer algo más. Entonces se acordó realizar un análisis bacteriológico del agua que supervisó un laboratorio de Concordia. “Los estudios dieron mal. El agua no es apta para consumo humano. No me animé a leerlo en la última marcha, pero lo que tiene el agua son bacterias, entre ellas la salmonella”, sentenció Kloster, una de las voceras del movimiento.

Con los resultados de la muestra se comunicaron con el intendente Berthet, quien reconoció que se hacían estudios para supervisar la calidad del vital elemento. “Él nos dijo que se hacían periódicamente los estudios. Después nos enteramos de que hace un año que no se realizaban”, advirtió. La mujer afirmó que el funcionario se comprometió a hacer un estudio por las vías correspondientes. “Nunca vimos nada. Finalmente nos comunicó que tenía que darnos una mala noticia: que los estudios bacteriológicos del agua habían dado mal. Dijo que se había detectado salmonella y materia fecal en el agua. Estamos tomando agua con caca”.

Consultada por las causas que producen la contaminación del agua arriesgó algunas teorías: “O existe filtración en alguna napa, que es lo peor que nos puede pasar, o los tanques son muy viejos: uno tiene siete años y el otro dos. Justamente la zona más afectada es donde se encuentra el tanque del barrio Centenario y lo peor es que nunca vimos los resultados del estudio del agua que hizo el intendente”. Consignó que en el corto plazo se definirán acciones para determinar la incidencia de algunos factores ambientales y su relación con los casos de cáncer. “En julio o agosto vamos a tener un relevamiento sanitario de la Universidad de La Plata. En ese tiempo, con invierno y heladas esos bichos se van a morir”, apuntó Kloster.

Negó que haya contaminación

El intendente brindó su parecer sobre el problema sanitario que afecta a la localidad. En principio instó a los vecinos a tratar con responsabilidad el tema, pero aseguró que se definirá un programa de trabajo para responder a las diferentes inquietudes.

Aseguró que se efectuó un análisis de agua para detectar la presencia de metales pesados. “Han dado valores por debajo de lo normal”, indicó. Adelantó que se incorporarán nuevos elementos para abordar en forma más amplia la situación. “Se hará un análisis de plaguicidas”, precisó a Uno.

Dijo que el estudio del agua estuvo a cargo de profesionales de la Facultad de Ciencias de la Alimentación de Concordia, en coordinación con algunas áreas del municipio. La investigación que arrojó resultados negativos se valió de muestras de los tanques emplazados en algunos sectores de la ciudad. La misma metodología se utilizó para el trabajo encargado a un laboratorio privado por los miembros de Todos por Todos, pero que devolvió datos poco alentadores. “Se encontró el desarrollo de una colonia de pseudomonas (N. de la R.: una bacteria). Por ello se trabajó en la limpieza de los tanques”, acotó el jefe comunal. “En el último tiempo se conocieron altos índices de esta enfermedad, en determinadas zona de la ciudad. Es por eso que vamos tomando muestras de tierras”, agregó Berthet.

Mientras informaba sobre las diferentes acciones que se están encarando, el dirigente puso especial atención en lo que sucede en el barrio Centenario. Al respecto comentó: “Los últimos 10 o 12 casos se dieron en esa zona”. Sin querer arriesgar hipótesis descabelladas, ni adelantar un veredicto en torno a la cuestión, el titular de la comuna explicó que en base a un abordaje serio se tratarán de eliminar posibles causas. “No tenemos estadísticas. Aunque tenemos el compromiso de la Universidad Nacional de Rosario para llevar a cabo abordajes sanitarios que luego puede convertirse en un relevamiento”, acotó.

Investigación en marcha

La Dirección de Epidemiología de Entre Ríos, dependiente del Ministerio de Salud, compartió un encuentro con vecinos de San Salvador donde se plantearon diversas inquietudes. El equipo sanitario que llegó hasta la localidad tuvo un conocimiento más acabado de las dudas que había respecto de denuncias sobre un incremento en la tasa de casos de cáncer.

Los profesionales se entrevistaron con el director del hospital de la localidad y la agenda de trabajo también contempló un encuentro con representantes locales de la Asociación de Lucha contra el Cáncer (Alcec). “Propusimos hacer una investigación”, manifestó Diego Garcilazo, epidemiólogo y colaborador en el Registro de Tumores que pertenece a la mencionada dependencia de salud. La ambiciosa tarea pretende “comparar con otras localidades de Entre Ríos la incidencia del cáncer, los casos nuevos y el índice de mortalidad, ya que no todas las personas se mueren”, dijo el oncólogo.

Se trata de un estudio descriptivo, que llevará varios meses de trabajo, que consiste en una primera etapa de recolección y luego de descripción de indicadores sobre la incidencia de la enfermedad en diferentes departamentos. Además se tendrá en cuenta la distribución de los grupos por edad, por sexo y luego un grupo de profesionales se encargará de comparar los casos. “Nuestra fuente de información es el Registro de Tumores. Ya se tienen 40.000 registros respecto de la incidencia del cáncer”, repasó Garcilazo. Enfatizó que en las primeras aproximaciones “se da una situación similar a cualquier parte del mundo, no se presenta ninguna cosa exagerada”. Según informó el índice de nuevos casos “se mantiene constante desde 2009. Se estima que por hay año se detectan entre 3.000 y 3.500 casos. No todos los cáncer son iguales, pero hay algunos que son más frecuentes”.

El registro, que se actualiza periódicamente, revela datos elocuentes sobre los diferentes tipos de cáncer y a los grupos etáreos que afecta. “En los chicos son raros, pero aparecen leucemias y hematológicos, así como también afectan el sistema nervioso central. Pero en los adultos el cáncer es más frecuente: en las mujeres hasta los 45 años predomina el cáncer de cuello de útero y el de mama, mientras que en hombres se da el de testículo, de colon, de pulmón y de próstata”.

“La única forma de saber si ellos –por los vecinos de San Salvador- tienen más casos de cáncer, es comparándola con otros lugares”, reflexionó. Aclaró que lo que sigue “es el chequeo e información de los datos, una vez que se termina se pasa a hacer el análisis, es decir una representación gráfica con tablas, para luego pasar a la elaboración del informe”.

La familia que abandonó el pueblo

Marcelo Wendeler vivía junto a su familia en San Salvador, pero una extraña enfermedad en el cuerpo de sus hijos lo llevó a abandonar la ciudad. “Mis hijos fueron infectados por pesticidas, pero nadie se anima a darnos un diagnóstico escrito”, sostuvo. “En noviembre de 2011 empecé con un problema con los chicos, los mismos médicos que atendieron a mis hijos no se explicaban cómo podían estar vivos, ya que no podían extraerle sangre dado que la misma se quedaba coagulada en la aguja”, explicó Wendeler.

Y continuó: “Por tres días el más chico presentaba hinchazón completa. El médico Torrez, que fue quien me atendió en su momento, me derivó al hospital de Masvernat, de Concordia. Para entonces la nena también comenzó con el mismo problema”. Wendeler indicó que los médico le dijeron que era algo en el aire, sugirieron que se mude en un plazo máximo de abril porque si permanecían en San Salvador podían llegar a tener leucemia. “Fue así que tuve que cerrar mi taller, cortar todas las actividades y en La Criolla encontré el lugar, los médicos me explicaron que antes había citrus pero ahora está parado por lo cual no se fumiga, y para los médicos este es el motivo de que se contamine el aire y en La Criolla casi no hay fumigación aérea”.

“De esta forma el 23 febrero de 2012 me mudé y hasta hace 20 días venía perfecto, pero empezó a pasar una avioneta y en una semana los casos empezaron aparecer de nuevo. Tuve que ir a la comisaría, hice la exposición y al avión dejó de pasar y la situación en la piel de los chicos desapareció”, comentó el hombre, y agregó: “Los médicos me dicen que quedaron muy sensibles a todos los productos químicos, pero no me supieron manifestar cuál fue el producto que le ocasionó el problema, tampoco se animan a darme nada por escrito, solo manifiestan que vivo en zona de fumigaciones, y que si hablo no me podían seguir atendiendo, legalmente al caso lo lleva adelante Graciela Fernández”.

Por último el padre de familia afirmó a FM Horizonte: “Con el tiempo me di cuenta de que cerca de mi casa en San Salvador lavaban las herramientas de fumigación y hasta los mosquitos que tenían pérdida de productos, pasaban por la avenida, frente a mi casa”.

“Estamos envenenados”

Daniel Verseñazzi, reconocido militante ambientalista, se sumó a la campaña de los vecinos de San Salvador. El bioquímico reconoció que conjugando una serie de factores se podría encontrar la respuesta al avance del cáncer y de otras enfermedades. Explicó primero que existe “una preocupación por la calidad del agua”. El integrante del Foro Ecologista de Paraná cuestionó “los análisis físico químicos muy someros que se han realizado. Se necesita un abordaje para saber si existe contaminación del agua en profundidad. Puede haber una filtración de las napas”.

El experto pidió que se deben tener en cuenta “los químicos que se arrojan en cuadrantes con vientos a favor sobre el pueblo” y dejó entrever un dato poco conocido: “Uno de los barrios de San Salvador está asentado sobre lo que antiguamente era una pista de aterrizaje y el suelo está contaminado con químicos no remediados”. Sobre el tratamiento del agua que luego se destina al consumo humano se lamentó porque “no hay regulación de las áreas de recarga de pozos que se perforan para hacer extracciones”.

Acto seguido el especialista señaló: “Es muy difícil hacer un rastrillaje; no estamos enfermos, estamos envenenados. El agua que se extrae presenta contaminación químico-tóxica: estamos expuestos a un químico que tiene capacidad cancerígena. Hoy los sistemas inmunológicos están golpeados por esta química”.