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Partió un grande de la literatura entrerriana

Adolfo Golz.

El periodista y escritor murió este jueves por la tarde.

Por Luis María Serroels (*)

Justo el día conmemorativo de nuestra Independencia Nacional, dejó de existir físicamente alguien cuyo segundo nombre le marcó el  amor por su patria: Adolfo Argentino Golz.  Le entregó su vida, su pasión por las letras, su defensa de la cultura y su concepto imperecedero de la amistad como modo de convivencia. El 8 de febrero pasado había cumplido 90 años cargados de luchas y preocupaciones por mantener viva la llama de la creación literaria pero también del periodismo que fueron sus cartas credenciales. Además fue el responsable del área de Comunicación Institucional del INTA Paraná, pero no se conformaba con ello sino que radios y canales difundía material de enorme utilidad.

     Debe haber pocos entrerrianos de tan profícua y  extensa labor que con tan inagotable creatividad y silenciosamente hayan  amasado su fervor por las letras y sorprendido a los lectores con contenidos inimaginables. Su dedicación siempre fue silenciosa hasta sacar de mente y corazón títulos de impensable ocurrencia. Tenía tal sentido del humor que en cualquier encuentro callejero no se despedía sn un chiste. Lo mismo sucedía en largas comunicaciones telefónicas cuando nos saludaba por fechas íntimas  o a la llegada de las fiestas tradicionales de fin de año.

     Había nacido en Nogoyá el 8 de febrero de  1930 y  transcurrió un tramo de su infancia en Viena (Austria), cuyo recuerdo refrescó al viajar años después por gran parte de Europa. Pero también por Australia.

     Sus 9 décadas de  vida transcurrieron con gran honestidad intelectual y sin odios para nadie. Era generoso para con los recién  iniciados y servicial a la hora de la entrega personal a quienes lo requerían. Podríamos –tan sólo como testimonio parcial- enumerar parte de sus títulos: El  hombre incompleto, Compartidarios, Itinerario entrerriano, Cuentos con mates (aquí nos detenemos para aludir a la formidable colección de mates de porcelana cuyas vitrinas guardaron alrededor de 800 y que se sumaban permanentemente). Asimismo anotamos El mate en aire de coplas, Cuentos desde Entre Ríos, Antologías diversas pero también fue hombre de Análisis de la Actualidad en su página creativa de humor en serio y en el sitio digital. Fueron innumerables sus trabajos que lo llevaron a ser convocado por distintos países americanos. Fue secretario fundador de la SADE y figuró en su Consejo Federal como vicepresidente, amén de ocupar la Secretaría de Cultura del Sindicato de Prensa de Entre Ríos.

     A los 14 años ya visitaba redacciones como anticipo de su vocación y si algo lo distinguía en lo cotidiano era su infaltable presencia en cuanto acontecimiento cultural se presentaba y además en presentaciones de libros de amigos y desconocidos también. Solidario al fin, arribaba a cada lugar antes que los autores.

     El año pasado y en ocasión de un  homenaje por su compromiso con la cultura, dijo sin  ambages que “La libertad de prensa no existe. Siempre hay injerencias políticas y económicas que impiden que la labor periodística sea lo eficaz que tiene que ser”.

     Fue un auténtico maestro y su respeto por las ideas políticas ajenas era inalterable (nunca en su v ida dejó de emitir el sufragio).

     Su respeto y admiración por  quienes hicieron de nuestra provincia una cuna de grandes escritores, lo llevaron a aceptar el ofrecimiento del Grupo Vocal Los Leñeros para rendirles un homenaje musicalizando trabajos seleccionados para la obra Entre Ríos Tierra de Poetas, con cantores, instrumentistas y coro. Golz escribió una Introducción y  fragmentos de sus biografías de gran valor que trascendieron nuestras fronteras provinciales y que fue calificada como un aporte esencial por calificados críticos ante la difusión de una poética tan vasta y maravillosa.

     Adolfo Golz no tuvo hijos propios pero sí interminables hijos literarios que nacieron para andar por el mundo de las letras elevando su estatura intelectual y moral.

     Había sufrido la pérdida de su esposa Estela Veirabé, hermana de otro hombre de la literatura poemática, Alfredo Veirabé.. Ante su triste partida, quien esto escribe elige repetir lo que expresara ante los restos de otro grande como Mario Alarcón Muñiz: “Cuando un gran hombre fallece,  no lo hace para partir sino para quedarse para siempre entre nosotros”.



(*) Especial para ANALISIS.

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