
Lamas arrancó sin Prigioni (se sentía débil tras su cólico renal) y, como era previsible, con una zona en defensa, pero Estados Unidos la quebró varias veces de tres, con Durant primero y Paul después, aunque nunca pudo despegarse demasiado en el tanteador: 11-5 fue la máxima.
Argentina, por su parte, estaba inspiradísima en ataque, con Ginóbili penetrando y recibiendo faltas, Campazzo metidísimo y anotando, Delfino fino con el tiro y, en su ingreso, Leo Gutiérrez clavando tres bombas tremendas.
El primer cuarto fue para Estados Unidos 34-32 tras un triple de Durant, un jugador increíble que tiene todo: tiro, penetración, altura, brazos largos, fundamentos...todo.
Pero en el segundo cuarto no cambió la historia. Aún con Scola y Nocioni en el banco, Argentina hizo un partidazo con los suplentes. Lo mencionado de Leo Gutiérrez, el Pipa aportando unos puntitos adelante, Campazzo defendiendo como un toro (como todos) y Ginóbili marcando la diferencia en categoría.
Paul era el problema más grave de los argentinos, y el rebote defensivo. La potencia física que le ponían los yanquis a cada ataque era complicada de equiparar por los corajudos sudamericanos, que nunca bajaron la intensidad.
Estados Unidos insinuó escaparse (43-37), pero no podía defender el juego de pases de Argentina, que estaba acertadísima con los tiros (56% de cancha, con 47% en triples). Por eso igualó en 45 y hasta pasó al frente 48-47 con un dos más uno de Juan Gutiérrez.
En ese nivel de goleo, a la Argentina, se sabía, se le iba a hacer difícil, pero no aflojaba. Atrás seguía apostando a que Estados Unidos tirara de lejos (tiró 22 triples y 24 dobles en la mitad), y trataba de cuidar su tablero, cosa que consiguió a veces, y a veces no.
Igual, con lo que hizo en ataque, le alcanzó para irse al descanso largo apenas un punto abajo (60-59), en un partido de básquetbol increíble por su nivel ofensivo.
Estados Unidos salió más duro al tercer período, con el orgullo herido, y en un ratito impuso su fortaleza. Pudo correr, pudo llegar cerca del cesto, sobrecargar el rebote ofensivo y apretar más atrás. Así sacó nueve, 75-66, en tres minutos y medio. Minuto de Lamas.
No hubo caso. EEUU venía caliente por la paridad de la primera mitad y, en los seis y medio restantes hizo un desastre, con Durant tirando de tres (28 puntos y 8/9 triples), pero también el resto subiendo mucho la puntería y, al defender más, pudiendo correr también.
Fue el cuarto del despegue y de la definición. Estados Unidos metió un parcial general en el período de 42-17 y se fue 102-76 al último descanso. Ya estaba todo dicho, por lo que era el momento de cuidar a los soldados.
De a poco, Lamas fue sacando a Scola, Ginóbili, Jasen y Nocioni, dejando solo a Campazzo de los titulares. Los diez minutos finales no fueron partido, y solo sirvieron para que los norteamericanos gozaran (ahora, no en la primera mitad), cada conversión como si fuera la final del mundo.
Estados Unidos terminó dominando la lucha bajo los tableros (47 a 33 en rebotes), dobló en triples a Argentina (20/39 contra 10/26), y tuvo un balance favorable en cuanto a los recuperos (11) y las pérdidas (ocho) contra el 2-16 del equipo de Julio Lamas.
Con la derrota, Argentina chocará ante Brasil en cuartos de final, reviviendo clásicos de los últimos años, todos decisivos: octavos de final en el Mundial de Turquía 2010 y final del Preolímpico del 2011. El primero, claro, muchísimo más importante. Fue, quizá, el mejor partido del torneo. Y ganó Argentina en el último minuto.
La historia no cambió demasiado en relación al 2011, salvo por la ausencia de Oberto en Argentina y la presencia de Nené en Brasil. Un dato no menor. El resto de los cruces será Estados Unidos-Australia, Francia-España y Rusia-Lituania. Todos el miércoles, en horario a definir, señala Básquet Plus.