“Estamos construyendo la segunda casa, la primera está terminada en un 75 por ciento, pero está habitable desde el invierno pasado. Hace mucho tiempo teníamos mucha teoría, pero necesitábamos plasmarla en la práctica”, contó el joven autodidacta, y, paso seguido, explicó detalladamente: “La técnica utilizada es el superadobe, consiste en realizar una zanja primeramente, se le pone un plástico para recubrirla y se lo llena de canto rodado para que la humedad no trepe a través de la tierra”.
Una vez concluida la primera etapa, se colocan “dos hileras de broza en bolsas de plastillera rellenas con tierra compacatada, a lo que se le agrega, entre hilera e hilera, un alambre de púas para impedir el desplazamiento de las bolsas: te queda una pared de 40 centímetros de ancho por 10 de alto”, relató Gómez y reforzó la idea sobre la resistencia de la técnica: “Es el mismo sistema que se utiliza para hacer los bunkers de guerra”.
Todos los materiales utilizados para la construcción de las bio casas son orgánicos, solo las bolsas están hechas de material sintético, además de las griferías internas. Consultado por los beneficios que tiene este tipo de construcción, Gómez remarcó la “capacidad de respiración de la casa: No entra la humedad, lo que genera muchos menos problemas respiratorios; además son mucho más económicas que las casas construidas tradicionalmente”.
El déficit de viviendas es un problema que trasciende los límites de la ciudad y que afecta tanto a las clases populares como a las clases medias. “Esto se podría solucionar a través de este tipo de técnica u otras, como las casas con botellas plásticas, cubiertas o simplemente con ladrillos de tierra compactada”, expresó Gómez, y explicó que “si bien es una casa experimental, está súper chequeado en otros lugares que funciona, de hecho acá mismo en Gualeguaychú en la calle Além hay muchas casas que son de barro, y ni hablar en las zonas rurales”.
Por último, contó que “cada parte de la casa está pensada: la pared sur no tiene ventanas para que sea aislante de la temperatura fría que traen los vientos; adelante tiene más contenido de arena para que tenga mayor inercia térmica; el sistema eléctrico está preparado para 220 y 12 volt, y habrá paneles y un calefón solar”.
La casa, que está pensada para cuatro personas, va a tener un gran estanque “que hará de piscina natural, el agua se regenerará con la propia vegetación”, agregó el constructor y, finalmente, reflexionó: “El barro está asociado a las clases bajas, a la pobreza, o a la gente de campo, pero vos entrás a una casa rural en enero y es muy confortable por la temperatura que tienen. Estamos dentro de un universo desconocido que nos puede aportar mucho para vivir mejor”, publicó El Día.