Una de las consecuencias que trajo la crisis sanitaria y las medidas de aislamiento social preventivo que decretaron el Gobierno nacional en general, y las provincias en particular, fue el establecimiento de aforos en los lugares de trabajo, de modo de reducir la densidad demográfica habitual en las oficinas, y también la limitación del uso de los medios públicos de pasajeros a los ocupados en actividades declaradas esenciales.
Como resultado de la primera medida, el Indec detectó a través de la Encuesta Permanente de Hogares que los “ocupados con trabajo desde la vivienda” pasó de un incipiente 6,1% del total (unos 1,2 millones de personas) al cabo del primer trimestre de 2020 cuando la pandemia y el ASPO afectó a 12 días de marzo, a 17,1% un año después, representativo de unos 3,3 millones de personas.
Mientras que la restricción al uso del transporte público, junto a casos de aislamiento por estar alcanzado o cercano a eventos de covid-19, determinaron que los “ocupados ausentes” se mantuvieran en una proporción elevada: 10,4% de los trabajadores en marzo 2020 (2 millones de personas) y 9,4% un año después (1,8 millones).
De ahí surge que la tasa de presencialidad de los trabajadores en sus puestos de trabajo, considerando que dichas proporciones contemplan no sólo al universo asalariado, en blanco y negro, sino también a los cuentapropistas y ocupados en casas particulares, se redujo en el primer año pleno en crisis sanitaria del 83,5% a 73,5% del total. Esto es más de 1 de cada 4 ocupados no asistió a su lugar habitual de empleo.
Costos de adaptación
Como consecuencia del cambio de la modalidad del trabajo: parte presencial y parte remoto, tanto empleadores, como trabajadores debieron incurrir en gastos adicionales a los que tenían hasta antes de la irrupción de la pandemia de covid.
En el caso de las empresas y patrones debieron cumplir con aforos impuestos por la jurisdicción de la que dependen, aislamiento del personal que concurre al puesto habitual, y costos mantenimiento del lugar más intenso en términos de limpieza, ventilación y sanitización.
Mientras que en el caso de los trabajadores muchos debieron adaptar espacios específicos en sus hogares, con divisiones y mejora del equipamiento para poder cumplir con sus tareas.
Según el Indec, en el caso de los asalariados registrados que utilizaron sus propias maquinarias y equipos para realizar las tareas pasó de 2,6% en marzo 2020, unos 239 mil trabajadores, a 11,5% de ese universo un año después, se elevó a poco más de un millón de empleados.