En calle Liniers la situación es similar, con el agravante de que la normativa municipal autoriza el funcionamiento de estos locales en el barrio. “Medio Ambiente midió 96 decibeles en la pieza de los chicos”, dijo un vecino preocupado por la situación. “Todos los viernes y sábados tenemos que llevar los colchones al comedor para poder dormir”, confió.

Augusto Roa, que vive en un departamento con ingreso por Liniers, se refirió puntualmente al boliche que queda lindero a su vivienda, sobre Liniers llegando a Güemes, aunque también señaló que a otros vecinos de la cuadra los tienen a mal traer el resto de los locales bailables del sector, uno de ellos sobre calle Güemes. El vecino aseguró que el boliche que funciona pared de por medio con su casa “no cuenta con paredes acústica ni medidor de decibeles en la consola del disk jockey. Tampoco tiene conformidad de los vecinos lindantes”, que son puntos que aparecen en la ordenanza 8.615 que regula la habilitación de este tipo de locales.

“Vinieron los de Medio Ambiente y marcaron 96 decibeles en la habitación de los chicos, cuando dentro del boliche el máximo son 90 decibeles”, dijo Roa. Justamente, la normativa, en su artículo 4.1.10 fija que todos los locales bailables deben tener aislamiento acústico y vibratorio de modo de que haya una “reducción del nivel sonoro con valores inferiores a los establecidos”. Asimismo, el establecimiento deberá contar con un dispositivo de control de sonido, con memoria, autorizado por la Municipalidad, que deberá calibrar los niveles permitidos y precintarlo.

De acuerdo con lo que dijo Roa, semanas atrás cinco familias de los departamentos linderos al boliche en cuestión, de la zona de Liniers, solicitaron una audiencia de mediación con los dueños de la confitería, a la cual los empresarios no se presentaron. “Acá los vecinos tienen decenas de documentos firmados ante escribano público por distintos problemas pero no pasa nada. Se clausuran los boliches y abren igual. Cuando vienen a medir los inspectores municipales, justo da la casualidad de que esa noche la música está en los niveles permitidos”, señaló el vecino.

“Mi día empieza a las 6.30 y termina a las 23. Los viernes cuando llego a mi casa a las 12 de la noche, tengo sacar los colchones de la pieza y dormir en el comedor con mis chicos de 5 y 8 años culpa de esta gente, que al parecer porque tienen plata hacen lo que quieren”, dijo.

Hace años que los vecinos están aguardando una solución. Al principio habían acordado un plazo de espera hasta que los nuevos dueños lograran reconvertir el local mejorando cuestiones estructurales. “Pero pasaron tres años y no tuvimos respuesta”, dijo Roa. “Acá a la vuelta, en calle Güemes, hay un local que tiene techo de chapa, y éste que está lindero a nosotros tiene techo corredizo, es decir que cuando hace calor la música queda sonando al aire libre. Si esto sigue así, nos reuniremos con todos los vecinos damnificados, de Liniers y de Laurencena, e iniciaremos acciones legales”, señaló.

Por su parte, el director de Habilitaciones municipal, Fabián Rueda, sostuvo que no han recibido en los últimos días reclamos de la zona de Liniers. “No hemos recibido ningún tipo de reclamo en lo que va de la semana. El último entró hará 60 días, pero a la fecha no tenemos”, aseveró. “Hubo un expediente iniciado hace más de 60 días. Se constató en forma inmediata, fue personal de mediciones en la zona y los niveles de sonido dieron como debía ser, no daban la infracción”, dijo. Por otro lado, informó que la Municipalidad tiene puntos de fijos de control, con inspectores que trabajan en lugares donde hay confiterías. “Cuando hay reclamos, con nombre y apellido, se acuerda un horario de medición y se realiza, pero en los últimos 60 días no hemos tenido ningún tipo de reclamo por ruidos molestos”, insistió. En la zona “hay dos salones de fiesta, kioscos, cuatro boliches y quizás causa más molestias un kiosco que expende alcohol, donde paran motos toda la noche, que un boliche bailable”, reflexionó Rueda.

(Fuente y foto: El Diario)