Las historias de cuatro adopciones ilegales fueron reconstruidas en un informe publicado en Diario Uno, en el cual se señala a dos médicos que trabajaron en el sanatorio privado paranaense: Bottero Brollo y Skidelsky.
Lorena
Tiene 37 años, pero se enteró que era adoptada hace tan solo cuatro años. Según su partida de nacimiento, nació el 11 de mayo de 1975, pero hoy, hasta de eso duda.
“Me entero a mediados de 2008, cuando me lo cuenta una tía de parte de mi mamá que estaba muy grave, y la estaban por operar. Me dijo que tenía algo importante para decirme; en ese momento me salió decirle ‘ya sé lo que tenés para decirme: que soy adoptada’. Me dijo ‘sí, ¿quién te lo dijo?’, pero nadie lo hizo, siempre lo sentí porque del lado de la familia de mi papá siempre me hicieron desprecios”.
Como su madre adoptiva también tenía problemas de salud, Lorena esperó un tiempo prudencial hasta que se mejorara para pedirle explicaciones.
“En setiembre hablé con ella, me dijo que era verdad, pero que yo seguía siendo su hija. Le respondí que eso no iba a cambiar, pero que necesitaba saber de dónde venía. Entonces me contó que el doctor Jorge Skidelsky le dijo que no podía tener hijos pero, que si quería, él le iba a conseguir. Mi mamá aceptó, y un buen día él llamó a mis padres por teléfono, que me fueron a retirar del Sanatorio Rawson, y de ahí me llevaron a la Clínica Modelo, donde me colocaron en una incubadora”, relató, en base a la versión de su mamá.
Su madre adoptiva le dijo que no sabía el nombre de su mamá biológica, y que nunca quiso conocerla. “Desde entonces ando buscando; fui a la Agrupación HIJOS, pero me dijeron que la forma en que me dieron y las fechas no se condecían con el método que utilizaban los represores para robarle los bebés a los desaparecidos. Hace una semana le volví a preguntar sobre el tema a mi mamá del corazón, pero no me quiso decir nada, se pone como loca, me dice que soy una desagradecida. Pero no es así, yo estoy súper agradecida, porque me dieron todo a mí y a mis hijos. Pero una cosa no quita la otra”.
En su intento por saber más sobre sus orígenes, Lorena se dirigió a la casa del doctor Skidelsky, quien firmó su certificado de nacimiento, por lo que seguramente sabría decirle el nombre de su madre biológica. “Primero me lo negó, después reconoció que soy hija adoptiva, y que pensaba que mi madre ya me lo había dicho. Que no le encontraba sentido a mi búsqueda, que tendría que estar agradecida por el modo en que me criaron, sino estaría en un volcadero comiendo de la basura. Eso me hirió muchísimo, nunca más lo fui a ver. Después de eso fui al Rawson, para ver los registros de esa época, pero me contestaron que a los papeles los queman cada 15 años”.
A diferencia de Gabriel Vieiro, que sabe que a su verdadera madre nunca le dijeron que él estaba vivo, Lorena no conoce ningún otro dato sobre las circunstancias en las que fue dada en adopción: “Yo no sé si mi madre biológica sabrá que estoy viva, no sé si era una gurisa y la obligaron a darme, o si le dijeron que nací muerta. Solo quiero que sepa que quiero hablar con ella. Me enteré cuando tenía 33, ahora tengo 37 y se me vino el mundo abajo. Necesito una respuesta”.
Gabriel y Marta
Gabriel Vieiro, de 43 años, cuya identidad le fue robada al nacer. Cabe recordar que en el acta del Registro Civil figura que nació el 10 de marzo de 1969, en el Sanatorio Rawson de Paraná, pero su madre adoptiva le dijo que habría nacido en febrero. En ninguna parte se dejó constancia de que fue adoptado, sino que quedó inscrito como hijo biológico de sus padres.
Su verdadera madre, habría sido una adolescente a la que mediante engaños le robaron a su hijo: “A mi madre le indujeron el parto cuando llevaba siete meses de gestación, y todavía no se le notaba tanto la panza, por lo que yo nací con un kilo y medio de peso. A ella le dijeron que tenían que adelantarle el parto porque tenía un fibroma, y después le volvieron a mentir: le dijeron que yo nací muerto”, relató.
El ginecólogo Miguel Bottero Brollo -muerto en 1995- es la persona a quien Gabriel apunta como principal responsable de esa mentira, en base a lo que su madre adoptiva le confesó.
Por su parte Marta Caballo nació el 14 de setiembre de 1974 en Paraná, o al menos, eso es lo que dice su testimonio de nacimiento, elaborado el 16 de setiembre de ese año, en la oficina del Registro Civil de Paraná, en base al certificado firmado por Bottero Brollo.
Pero el tiempo se encargó de desmentir algunos de esos datos. Cuando tenía 27, se enteró de la verdad a través de una tía, ya que sus padres murieron cuando ella era una adolescente: “En 2001 pude confirmar mis sospechas a través de una tía materna, que me contó lo que yo quería saber. Ella era maestra en la Escuela Alberdi, donde también trabajaba la esposa de Bottero Brollo. Cuando mi tía le comentó que mi madre adoptiva perdía los embarazos a los dos meses de gestación, la mujer del médico le contó lo que hacía su marido, y que existía la posibilidad de adopción. Fue así que mis padres se contactaron con ese médico”.
Al igual que en el caso de Gabriel, la madre adoptiva de Marta salió por la puerta del Rawson como si la beba fuera hija propia. “En ese momento no era como ahora, que si no vas con una constancia y con las huellas plantales del bebé, en el Registro Civil no te lo anotan. Ibas y decías que venías a anotar a fulanito, y eso se hacía”, acotó Marta.
En 2002, Marta hizo pública su historia y pidió contactarse con alguien que pudiera darle alguna información sobre la identidad de su madre. Fue así que se comunicó con ella la hija de quien en ese entonces era la jefa de enfermeras del Sanatorio Rawson.
“La señora era quien hacía este ‘trabajito’ con Bottero Brollo. Era una persona mayor, hermética, con un pacto de silencio; y el único dato certero que me dio fue que la mayoría de las mamás eran de Santa Fe, de buena posición económica, y que las traían a parir a Paraná para tapar la vergüenza. También me dijo que en los libros de la clínica, a las mujeres que venían a parir siempre las hacían figurar como parturientas, no como en otros lugares en los que se hacían estas operaciones ilegales”.
“Confío en que hay más personas a las que les pasó lo mismo, ojalá que den a conocer sus historias, que intercambiemos información y que nos unamos para que se pueda llegar a la verdad”, concluyó Marta.
Cecilia
Tenía 42 años cuando se enteró que era adoptada, hoy tiene 45. “El menor de mis hermanos fue el que me lo dijo. Me enteré de muy mala manera, pero no me interesa que se sepan más detalles que ese. Cuando se suscita todo esto, lo llamo a mi hermano mayor; yo estaba en shock, y él se dio cuenta. Cuando por fin le pude preguntar si era cierto lo que nuestro otro hermano me había dicho, me tuvo que responder que sí. Ahí me largué a llorar como una marrana. Mi hermano mayor, que me lleva 20 años, es el que realmente me confirmó todo, con mucho dolor en el alma. Él vive en Israel, a 20.000 kilómetros, fue terrible para él tener que decirme esto por teléfono, sin mirarme a los ojos”.
Cecilia no tuvo oportunidad de preguntarle a sus padres, porque ambos fallecieron. Según su hermano, a Cecilia la llevaron a su casa cuando tenía horas de vida, era una beba muy chiquita. Sólo sabe que nació en el Sanatorio Rawson -porque eso es lo que figura en su partida de nacimiento-, y que el médico responsable fue Miguel Bottero Brollo “porque era quién atendía a la familia, varios de mis primos nacieron con él”.
“Mi mamá ha sido una adolescente de 17 o 18 años. Eso es algo que mi hermano escuchó una vez, un comentario que se hizo una vez en mi familia y después nunca más se habló del tema. Porque en esa época era así, mi familia hizo un pacto de silencio y nadie estaba dispuesto a romperlo. Por lo que me dijo mi hermano, Bottero Brollo no le quiso decir a mi papá quién era mi madre biológica, le respondió que no le convenía saberlo por su propia tranquilidad, para que después no vengan a reclamarme”.
Y así, la verdad fue fraguada. La beba fue inscripta en el Registro Civil como hija biológica de sus padres adoptivos. Una vez que se enteró, Cecilia hizo el mismo camino que Gabriel, Marta, y Lorena: averiguar por su propia cuenta.
“Fui a mi abogado, que me ayudó e hizo un oficio para presentar en el Sanatorio Rawson. Cuando llevé ese documento para que me muestren los registros de nacimientos de esa época, me dijeron que los dueños habían cambiado. La persona que me atendió me dijo que esos registros no existen más, que al cambiar de dueños quemaron los papeles, ya que es lo que se hace cada 15 años. Ahí quedó todo, yo ahora vivo a más de 1.000 kilómetros de Paraná, para poder seguir el caso tengo que ir allá y quedarme por lo menos un mes, pero siempre hay palos en la rueda”.
Por último, quiso dejar algo en claro: “Más allá de que fue una adopción ilegal, también fue un acto de amor. Yo no le guardo rencores a mis padres, todo lo contrario, porque crecí rodeada de amor y de afecto, nunca hicieron diferencias para conmigo, me trataron como a una hija propia. Soy quien soy gracias a mi madre, y por eso voy a estar eternamente agradecida”.
Para aportar nuevos datos:
Gabriel Vieiro: buscomisorigenes@hotmail.com, celular 0343 – 154252900
Marta Caballo: mcaballo2003@hotmail.com, celular 0343 – 156224488
Cecilia Ziganorsky: ceci_identidad@hotmail.com, celular 0343-155430000
Lorena Salina: celular 0343 – 154660947
Foto: Uno
En mayo se reunieron en Paraná seis gobernadores: Rogelio Frigerio, de Entre Ríos; Maximiliano Pullaro (Santa Fe); Raúl Jalil (Catamarca); Axel Kicillof (Buenos Aires); Ignacio Torres (Chubut) y Sergio Raúl Ziliotto (La Pampa). Ahora volverán a hacerlo durante esta semana en el Consejo Federal de Inversiones (CFI).