Memoria Frágil: el legado del Colegio del Uruguay

De ANÁLISIS

 

En el programa de televisión “Memoria Frágil” que se emite todos los sábados a las 20:30 por Canal 9 Litoral, y también disponible en YouTube (http://www.youtube.com / @memoriafragiltv16), se abordó el legado del histórico Colegio del Uruguay.

Con el aporte de los testimonios de Alberto Lescano (actualmente secretario de la Facultad de Ciencias y Tecnología de la Universidad Autónoma de Entre Ríos y a cargo del rectorado del Colegio Superior del Uruguay “Justo José de Urquiza”); Américo Schvartzman (exalumno, filósofo y periodista); Federico Brugaleta (integrante del Archivo Histórico del Colegio del Uruguay “Oscar Urquiza Almandoz”); Héctor Sauret (rector de la Universidad de Concepción del Uruguay -UCU- y presidente de la Sociedad Educacionista de La Fraternidad); Jorge Villanova (exalumno y profesor de Historia) y de José Artusi (ex alumno y ex diputado provincial por la UCR), se comprenderá el contexto, la trascendencia y el desafío de este primer colegio laico del país y único en su modelo a nivel de América del Sur.

Hay edificios que son piedras, y hay piedras que son palabras. El Colegio del Uruguay, erigido por Justo José de Urquiza en 1849, pertenece a esa rara estirpe de construcciones que no solo se levantan en el espacio, sino también en el tiempo. No es solo una obra de ladrillos: es una arquitectura del porvenir. Fundado sobre las ruinas de una antigua iglesia, este colegio nació en el corazón de Concepción del Uruguay como un Evangelio laico, una catedral para la inteligencia en una Nación aún por pensarse. Esta institución no refleja un pasado fijo, sino un futuro en movimiento. Así, el Colegio del Uruguay sembró una república invisible: una patria de pupitres, pizarras y silencios cargados de ideas. Entre sus muros resonaron los pasos de futuros presidentes, intelectuales y militares, pero también el murmullo de una esperanza plural, donde confluyeron jóvenes de todos los puntos cardinales. Allí se enseñaban letras, ciencias, comercio y estrategia: disciplinas de una Nación aún por nacer. Fue, en tiempos de penumbra, una lámpara encendida por el porvenir.

Y esos sueños —como ecos en la cúpula de una biblioteca infinita— todavía resuenan. Porque hay escuelas que forman alumnos. Pero hay otras, las más raras, que fundan destinos.

 

El legado

 

En la remota Concepción del Uruguay, allá por el otoño de 1849, Justo José de Urquiza no erigió solo un edificio: alzó una idea, una arquitectura de futuro. En el corazón de la ciudad, sobre los cimientos de una antigua Iglesia comenzó a levantarse el “Colegio del Uruguay”, cuya construcción culminaría en 1852. Hoy lo recordamos como “El Histórico”, pero fue, desde su génesis, una casa de luz en tiempos de sombras.

 

Héctor Sauret (rector de la UCU)

 

“El histórico Colegio del Uruguay, fundado por Urquiza en 1849, sigue en su desarrollo las situaciones de contexto que vivía la Argentina. Durante el pronunciamiento de Urquiza en 1851 -Caseros, el acuerdo de San Nicolás y la constitución histórica de 1853-, el Colegio funcionó como la matriz científica y tecnológica de un nuevo país. Durante la presidencia de Urquiza -entre 1854 y 1860- el Colegio desenvuelve aulas de carácter universitario durante el rectorado de Alberto Larroque. Eso significaba que, junto con la educación superior, el Colegio desarrolló un espacio llamado internado. El internado era el alojamiento para estudiantes del resto de la confederación, por ejemplo, un tucumano como Julio Argentino Roca. El Colegio entonces era un complejo de tres grandes pilares: el espacio académico, el espacio del internado y las actividades que venían a desenvolverse en forma colateral. La primera, el aula militar, en la que se formó Roca; la segunda, el aula de jurisprudencia, donde se formaron los abogados. Destaco estas dos cuestiones porque siempre hay que recordar que la oposición de don Juan Manuel de Rosas a la sanción de una Constitución era observar el carácter de pobreza que tenía la Confederación, la carencia de recursos militares y la ausencia de abogados. La cuestión de los abogados siempre es de la propuesta de Urquiza y la Constitución era la forma de gobierno representativa, republicana, federal… y eso implicaba división de Poderes. Y esa división de Poderes implicaba el desafío de crear un Poder Judicial nacional y federal, préstese atención. La Constitución introduce derechos y garantías para todo el país, no para un lugar. Y eso implicaba que aparte de los poderes judiciales de cada provincia, la nueva Nación tenía que garantizar Justicia en todo el país. Ese es el Colegio del Uruguay, de la segunda mitad del siglo 19”.

 

Américo Schvartzman (ex alumno, periodista y filósofo)

 

“La historia del Colegio, además de la tradición por la cual es ampliamente conocido, incluso a nivel nacional, y hasta podríamos decir a nivel internacional, incluye también una faceta que es la que hemos intentado recuperar a través de una serie de notas, tituladas justamente ´Los otros nombres del Colegio del Uruguay´, una tradición, también integrando esa gran corriente de tradición, de cultura que implica el Colegio del Uruguay, que es transgresora, que es disruptiva, que ofrece miradas diferentes acerca de nuestra historia, de nuestro pasado y de nuestros posibles eventuales futuros. Siempre se reivindica, siempre se menciona entre las figuras ilustres que han pasado por el Colegio a presidentes, incluso presidentes de países vecinos, presidentes de la Nación que pasaron por las aulas del Colegio como Frondizi o Victorino de la Plaza… Pero, bueno, precisamente por eso nos interesó -díganos- porque este es un trabajo que no lo he hecho yo solo, lo venimos haciendo con amigos y compañeros como Jorge Villanova, como Eduardo Ojeda. Nos interesó recuperar esa otra tradición disruptiva, como te decía, transgresora, en donde brillan algunos nombres, algunos injustamente olvidados de nuestra historia, otros conocidos, pero que no se los vincula con el Colegio. Entre los olvidados, quizás, algunos de los más notables son los de Francisco Felipe Fernández, que nada menos que el iniciador del teatro en la Argentina, no solo en Entre Ríos, en la Argentina, y que fue mano derecha de López Jordán, que ahí está la causa del olvido, pero que durante más de 2 años fue secretario privado de Urquiza, un personaje descollante, un filósofo, dramaturgo, luchador militante por el federalismo hasta el último momento, y que, además, fue muy reconocido por grandes de nuestra literatura como, por ejemplo, Ricardo Rojas, que reivindica su labor teatral. Los hermanos Kennedy, en Entre Ríos bastante más conocidos que en el pasado, porque fueron quienes iniciaron una revolución en contra del gobierno que había derrocado a Irigoyen… la primera mujer que fue ministro en América del Sur, Emma Bedogni, egresada del Colegio del Uruguay. Una de las primeras científicas argentinas, Elisa Irchorn. Un pionero de la antropología y de los estudios culturales en el mundo, David Efrom, hermano de Blackie, hermano de Paloma Efron, que también estudió aquí. Personajes de una cultura y de una trascendencia en lo artístico, en lo científico, en lo político, que realmente vale la pena recuperar y conocer”.

 

José Artusi (ex alumno y ex diputado provincial UCR)

 

“Quizás lo primero que se podría decir del Colegio del Uruguay es que fue el primer Colegio laico de la República Argentina. Y entre otras muchas cosas que se podrían decir acerca de la relevancia que tuvo en el siglo 19 a partir de una genial inspiración de Justo José de Urquiza, es que… yo tengo una especie de teoría propia de tesis… poco improbable y no formulada sin demasiado rigor académico. Pero, que me parece interesante de todos modos, es que uno podría rastrear los orígenes de la gestación de la Ley 1420 de Educación Pública, laica, gratuita y obligatorio, aquella norma que permitió a la generación del ´80 sobre fines del siglo 19 en la Argentina generar un sistema educativo junto con otras políticas públicas, por supuesto, ¿no? Un sistema educativo que, bueno, fue la base de un proceso de crecimiento de la Argentina, de integración al mundo, de integración de una población migrante que venía buscando a nuestro país libertad. Pero, también posibilidades de movilidad social ascendente. Y en eso el sistema educativo argentino fue casi un milagro, fue una proeza de integración social y de promoción del progreso económico y de la movilidad social. Y digo esto porque uno podría situarse un día, el 8 de julio de 1884, el día que se promulga la Ley 1420. Hay una circunstancia que no se da muy frecuentemente. Ese día el Presidente de la República, que firma obviamente el decreto promulgando esa ley, era Julio Argentino Roca, un tucumano. Su ministro de Justicia e Instrucción Pública, que también firma el decreto promulgando esa ley, era Eduardo Wilde, que había nacido en lo que hoy es Bolivia, en Tupiza. Fíjate que estoy nombrando todos provincianos, ¿no? El presidente de la Cámara de Diputados, donde se había debatido con mucha intensidad, con mucho ardor ese proyecto de ley era Rafael Ruiz de los Llanos, un salteño. Y el diputado que con más vehemencia y que con más lucidez había defendido el proyecto en la Cámara, era un entrerriano, Onésimo Leguizamón. Y estos cuatro provincianos tenían en común algo que era haber sido alumnos del Colegio del Uruguay. Y entonces digo, hay algo ahí que parece que no es casual”.

 

El diseño fue obra del arquitecto francés Pedro Renom, aunque bien podría decirse que lo dibujó el destino con la tinta de los siglos. Justo frente a la plaza principal, en el mismo centro donde la historia parecía detener su paso, comenzó a latir este templo laico del saber. “El Colegio del Uruguay es el heredero de mi gloria”, le escribió alguna vez el general Urquiza a Bartolomé Mitre, su adversario político y su hermano masón, como si intuyera que la verdadera posteridad no está en las estatuas ni en las armas, sino en las aulas.

Fue el primer instituto laico de enseñanza secundaria en la Argentina. En sus claustros, más que educar, se fundaban repúblicas invisibles. No solo se impartían letras y números, sino también las ciencias del comercio y la táctica militar: saberes para un país que todavía se estaba inventando.

 

Jorge Villanova (ex alumno e historiador)

 

“Allá a mediados del siglo 18, el general Urquiza, quien era el representante político más fuerte de la provincia, concibió este Colegio para para un proyecto no solo educativo sino un proyecto político y social. En 1850 comenzaba… estaban los albores del enfrentamiento con Rosas. Que por supuesto después del Pronunciamiento y después de la Constitución iba a asumir la presidencia. En ese contexto, Urquiza pensó que necesitaba una provincia, necesitaba un país con hombres formados. El interior del país no tenía prácticamente dónde educarse. Pensemos que estaba Córdoba y estaba el Norte, que ya se había perdido lo que era Chuquisaca, aquella vieja universidad, y solo teníamos Buenos Aires. Urquiza pretendió formar una nueva generación de dirigentes políticos, sociales, jurídicos, que fue lo que logró. De alguna manera eso se va a consolidar 30 años después con la Generación del ´80. Va a surgir una generación ahí formada en este Colegio. Obviamente, el nombre más representativo de esa generación va a ser Julio Argentino Roca y en su gobierno lo acompañaron varios de los exalumnos que cursaron, que eran compañeros de él y que cursaron en estas aulas”.

Héctor Sauret

 

“Producida la situación del final, la finalización de la presidencia de Urquiza hacia 1860 van a venir guerras civiles y guerras internacionales: la Batalla de Pavón; el conflicto central entre Buenos Aires y la provincia; la presidencia de Mitre; y en la presidencia de Mitre, la Guerra de la Triple Alianza del imperio del Brasil, el Uruguay y la Argentina contra el Paraguay. Terminada la guerra hacia 1865 hacia 1870, se va a producir la elección presidencial de 1868. Es en ese contexto donde gana la presidencia Domingo Faustino Sarmiento derrotando a Urquiza, que el Colegio del Uruguay va a tener grandes cambios y serias dificultades. Quiero recordar que el magnicidio del 11 de abril de 1860 por la insurgencia jordanista y el aniquilamiento de Urquiza nos van a llevar a los ciclos de renovación presidencial. Sarmiento es sucedido por Avellaneda. Y Avellaneda, en el marco de la deuda externa, cancela las becas que el gobierno nacional tenía en el internado del Colegio y el gobernador Febre hace lo mismo y cancela las becas provinciales. En consecuencia, se extingue por carencia de financiamiento el internado del Colegio del Uruguay. Una asamblea de estudiantes del 14 de mayo de 1867 funda una Sociedad de Socorros Mutuos llamada Sociedad Educacionista de la Fraternidad, que hoy -148 años después-, tengo el honor de presidir”.

 

Federico Brugaleta (miembro del Archivo Histórico del Colegio)

 

“En el siglo 19, los estudiantes del Colegio fueron protagonistas de las grandes batallas políticas de ese tiempo, pero quiero traer una historia también que atravesó el siglo 20. Nuestros estudiantes fueron, por ejemplo, activos partícipes de la lucha de lo que fue la Laico Libre en 1958. El centro de estudiantes de este Colegio coordinó las acciones en todo el país a favor de la educación pública gratuita y laica. Pero, también hay otra historia, que es la historia de quienes fueron estudiantes durante la última dictadura militar. Pero,, sobre todo, en la reapertura de la democracia, la conformación nuevamente del centro de estudiantes. Los centros de estudiantes durante la última dictadura fueron prohibidos, hubo egresados de este colegio que fueron detenidos desaparecidos de la última dictadura militar, pero ni bien se produjo la reapertura de la democracia, los estudiantes volvieron a organizarse. Y es interesante contar, gracias a donaciones de exalumnos, que nos compartieron los volantes electorales, las listas que participaron, quienes sufragaban, ¿no? Tres listas en el período que viene a partir del ´83, que conformaron una vitalidad política que es muy importante reconocer desde el archivo. Muchas veces pensamos al Colegio del Uruguay y su protagonismo atado al siglo 19, que claro que fue muy glorioso e importante, pero también el archivo quiere abrir a otras memorias, unas memorias del pasado reciente, para dar cuenta de esa trama de relaciones y la importancia que tuvieron los estudiantes para volver a tener voz en las instituciones públicas y construir de la vida ciudadana en el Colegio una experiencia concreta ¿no?”.

Alberto Lescano (rector del Colegio Superior “Justo José de Urquiza”)

 

“La relevancia del Colegio Superior del Uruguay trasciende más que nada en su importancia en el contexto histórico, en la formación de líderes, en la formación de ciudadanos y ciudadanas que son capaces de llevar un proyecto tanto de vida, como institucional, como de país, vasta trascendencia de egresados que hemos tenido en esta alta casa de estudios”.

 

Por las aulas del Colegio del Uruguay —como presagios de la patria futura— los jóvenes que serían presidentes: “Julio Argentino Roca”, “Victorino de la Plaza”, “Arturo Frondizi” ... y también “Benigno Ferreira”, quien llegaría a ser presidente del Paraguay. Venían de todas las provincias y de países vecinos y hermanos, atraídos por la promesa de un porvenir posible. Fue —y sigue siendo— un lugar de mezcla y amplitud. Diversidad geográfica, social, espiritual. Allí no se formaban alumnos, sino destinos.

El Colegio vivió su época dorada bajo el rectorado del “doctor Alberto Larroque”, que no solo lo elevó a nivel universitario, sino que lo cargó de un aura casi renacentista. Y como una constelación que gira en torno a una estrella madre, nació junto al Colegio una institución de leyenda: “La Fraternidad”.

 

Héctor Sauret

 

“Debe entenderse que la creación del Colegio estaba en el contexto de un proyecto de país con movilidad social ascendente. En Urquiza, en la constitución, en los presidentes fundadores de la Argentina del siglo 19, y me animo a decir, en el conjunto de la vida del país, la educación tenía un rol de movilidad social ascendente de sus clases bajas y de sus clases altas. La educación es siempre una soldadura de la diferencia social, el ámbito de la inclusión de conocimientos científicos y tecnológicos; pero, fundamentalmente, la educación lo que sirve es para comprender el futuro, pero también para hacer el futuro. ¿Por qué La Fraternidad es una creación de los estudiantes del Colegio? Pues bien, los estudiantes del Colegio no tenían una visión conservadora, los estudiantes del Colegio tenían una visión reformista. Ser conservador a mediados del siglo 19 implicaba que el país -con el crecimiento de su población- no tenía la posibilidad de ser educada. Recordemos, estamos a tres décadas de la Ley 1420… pero, quiero recordar que uno de los fundadores de La Fraternidad, Francisco (Antonio) Barroetaveña de Gualeguay, es el alumno de Leandro Alem. Es el alumno de la Revolución del ´90 y es Barroetaveña el que pronuncia el mensaje juventud. La Fraternidad expresa esa reivindicación de los sectores populares ascendente que entendían que la pobreza no era un obstáculo, entendían que la pobreza no era un obstáculo para estudiar, ´pobres de bolsillo, ricos de mente´. Allí está el punto, ¿qué hubiere sido (el Colegio) sin La Fraternidad? No hubiera podido cumplir su rol. ¿Cuál era el rol? Movilidad social ascendente, en un contexto de democracia de élite, en un contexto de democracia anterior a la Ley Sáenz Peña. No olviden, la Ley Sáenz Peña es de 1912 y la Ley Sáenz Peña es un producto de la juventud del Colegio del Uruguay y de La Fraternidad: su figura más representativa, Francisco Barroetaveña, Leandro Alem y la insurgencia del irigoyenismo. Adviértase que es bastante raro entender que Roca era conservador o que Roque Sáenz Pena era conservador… fueron grandes reformistas… pero eran de élite. En cambio, La Fraternidad implica un instrumento social de grandes cambios en donde las restricciones de la economía de las personas, no debía constituirse en un impedimento para su plenitud intelectual y espiritual. Mi visión es que la realización del Colegio encontró en La Fraternidad la encarnadura social de más educación y más democracia”.

José Artusi

 

“El clima intelectual… con todos aquellos profesores que había traído Urquiza, algunos que venían de Europa buscando nuevos horizontes, ambientes de mayor libertad política, pero también incentivos académicos y demás… Larroque, Peyret… bueno, todos ellos -evidentemente- en distintas épocas, ¿no? fueron creando un caldo de cultivo, un ambiente intelectual y político que seguramente forjó aquellos jóvenes y que lo llevó en el marco de las potencialidades y de los límites de aquella generación a hacer todas las cosas que hicieron. De modo tal que eso me parece que es un elemento muy interesante que no siempre se rescata de la historia del Colegio. Y lo otro que me parece interesante rescatar es, bueno, cómo unió a jóvenes que provenían de muy diversas procedencias geográficas de todo el país, ¿no? Y les permitió encontrar un ámbito de socialización, de vida en común. El Colegio era un internado. Vivían literalmente juntos. Aprendían a convivir; aprendían a dialogar, Pensemos que venían de orígenes muy diversos, con tonadas distintas; con antecedentes familiares distintos. Seguramente no pensaban todos lo mismo. Pero, el Colegio fue de alguna manera también una especie de escuela cívica… de escuela que les permitió a aquellos líderes… que de jóvenes habían dialogado en el Colegio, seguramente cuando fueron adultos y tuvieron responsabilidades, bueno, dialogar en el Parlamento, dialogar en los partidos políticos, dialogar en las negociaciones, dialogar en la Justicia… dialogar, en fin, en aquella Argentina de fines del siglo 19 que tuvo un proceso de transformación tan interesantes”.

 

Américo Schvartzman

 

“A nosotros nos gusta bucear en esta otra tradición del Colegio, que también tiene hitos, además de personas. Es conocido que fue el primer Colegio laico de la Argentina, pero también fue el primer lugar donde una mujer pudo ingresar para ser bachiller, que fue Teresa Rato, la primera médica entrerriana, además. Fue el Colegio donde, medio siglo antes de la reforma del ´18, los estudiantes se alzan en rebeldía contra un rector al que consideraban ´un inútil´, esa era la palabra que utilizaban. E insisto, medio siglo antes de la reforma del ´18 consiguen que su opinión, que su voz sea escuchada en relación con el gobierno del Colegio, y no fue el único alzamiento de los estudiantes, hubo varios… en fin, una serie de cuestiones que tienen que ver con esa otra tradición, en la que seguramente tuvieron mucho que ver docentes que estuvieron en las aulas del Colegio, como Alejo Peyret, que es homenajeado con nombre en el Salón de Actos de donde estamos en este momento… o el propio Alberto Larroque, rector de la época de Oro, que con sus ideas de avanzada para la época, probablemente, influyeron mucho en quienes pasaron por esas aulas y le dieron al Colegio esa otra tradición, en la que también se podría incluir a Olegario Víctor Andrade, entre muchos otros… Matías Betty, hay un montón de nombres muy valiosos, casi desconocidos, y que valdría la pena recuperar; no solo para la propia comunidad del Colegio del Uruguay, sino para todos los entrerrianos y entrerrianas como un patrimonio propio”.

 

Fundada en 1877 por estudiantes con alma de Quijotes, “La Fraternidad” fue mucho más que un internado. Fue el primer refugio de América Latina donde los propios estudiantes ofrecían comida, cama y contención a los que venían de lejos, trayendo la esperanza en las valijas.

Allí no se dormía, se soñaba. Y tras muchos de sueños, luego, gobernaron naciones.

 

Héctor Sauret

 

“La relación fecunda entre el Colegio del Uruguay y La Fraternidad me generan nombres inspiradores. Comenzaré por Bartolomé Vasallo, el joven de Gualeguay que hace su bachillerato en el Colegio de Urquiza y se transforma luego en un destacado médico cirujano. Bartolomé -de Gualeguay-, en la culminación de su vida, en su inmensa generosidad, habiendo sido un hombre de una gran riqueza, liga el campo ´El Sauce´ a nuestra institución, campo de 9.000 hectáreas que nosotros preservamos al sur del Departamento Tala (…) Nombres inspiradores… nuestro primer presidente, Benjamín Zubiaur, que es también, con el correr de los años, rector del Colegio del Uruguay. Gran pedagogo y, fundamentalmente, un hombre que vinculó la educación física a la educación en general: ´cuerpo sano, mente sana´. Zubiaur representó a la Argentina en los Juegos Olímpicos de París. Y nos deja el ingreso de la mujer a la educación con el caso de la célebre doctora Teresa Ratto de Concepción del Uruguay, bachiller del Colegio del Uruguay y una de las primeras médicas en el país. Un hombre inspirador, el gran maestro Zubiaur, nuestro primer presidente y rector del Colegio en Uruguay”.

 

Américo Schvartzman

 

“Menciono algunos al vuelo, pero hay muchos más. Algunos muy especiales, como, por ejemplo, siempre se menciona que Frondizi pasó por el Colegio, pero no se menciona que sus hermanos también pasaron por aquí. Y, entre ellos, Silvio Frondizi, que llegó a ser una figura, y que hoy es reivindicado… llegó a ser una figura en el campo de la filosofía particularmente, de la filosofía marxista, o personalidades como las de Mario César Grass, el gran historiador, escritor… reivindicado también recientemente, se publicó una obra de su autoría, se volvió a publicar una obra de su autoría en Gualeguaychú. Mario César Grass fue uno de los pioneros del revisionismo histórico en la Argentina, y tiene una obra -entre varias otras- una obra verdaderamente imprescindible que muestra las relaciones entre Rosas y Urquiza después de Caseros. Bueno, no quiero ser demasiado denso con esto, pero hay muchas figuras de enorme valía. David Tieffenberg, fíjate también que entre los nombres que menciono hay varios que tienen que ver con las colonias judías de comienzos del siglo pasado en Entre Ríos: Elisa Irjorn, David Efron, David Tieffenberg, que llega a ser un importante dirigente socialista, con autor de muchos libros. Figuras como la de Bernardino (Cesáreo) Horne (Magnin), un continuador de las ideas del gran Alejo Peyret, que fue pionero en la necesidad de una democratización de la propiedad agraria, fue el impulsor de la creación de Salto Grande, para objetivos muy distintos de los que después pasó a cumplir Salto Grande. En fin, una enorme cantidad de nombres de gran valía, de gran trascendencia, entre los que, quizás, el más destacado, y por eso también vale la pena que se lo recupere y que se lo enseñe en las aulas del Colegio es Arnaldo Calveyra; el gran poeta… considerado una de las cumbres de la poesía en español, y que, además, justamente, uno de sus primeros libros cuenta su paso por el Colegio. También hay que mencionar, como parte de esa corriente que podríamos decir transgresora, rebelde, que también se anidó en las aulas del Colegio, y que, entre otras cosas, fue la razón por la que uno de los exalumnos más célebres, que en mi opinión no merecería más homenajes que llegó a presidente, que fue Julio Argentino Roca, en 1880 elimina la carrera de Derecho del Colegio del Uruguay. El Colegio del Uruguay tendría una carrera más que centenaria universitaria, si no hubiera sido por esa decisión de Roca, que es recordado como exalumno, porque estuvo 2 años acá, pero no es recordado como verdugo del Colegio, además de verdugo de nuestros pueblos originarios. Entonces, bueno, por eso nos gusta mostrar esa otra tradición rebelde, transgresora, disruptiva, tan valiosa. La primera farmacéutica argentina, me estaba olvidando, Berta Lebedinski. Y, por supuesto, en este punto también hay que nombrar que el Colegio del Uruguay tiene, entre sus egresados, a ocho personas que fueron víctimas del terrorismo de Estado en Argentina, empezando por el primero de ellos: Juan Ramón ´Chilo´ Zaragoza, que fue asesinado por la Triple A antes del golpe de Estado. Pero, incluyendo una lista, un puñado de ocho personas, si no recuerdo mal, que pasaron por las aulas del Colegio, algunos tienen homenajes aquí… tienen placas que los recuerdan, que marcan su … incluso hay un par de aulas que llevan sus nombres… En el gran trabajo que hace la gente de la Biblioteca y del Archivo del Colegio, tienen una suerte de homenaje permanente a esas personas”.

 

Jorge Villanova

 

“Por supuesto, el Colegio no era lo es en este momento. Pero, una de las decisiones creo más acertadas de Urquiza fue en aquel momento conseguir un Colegio laico, sobre todo, laico. Si bien había Padres, había curas que enseñaban, la prioridad no fue esa; sino formar una dirigencia liberal, como en general eran la mayoría de los protagonistas políticos de nuestro país. De estas aulas surgen esos nombres orientados por Alberto Larroque, por Peyret, por diferentes profesores, muchos de ellos extranjeros, pero también se iban formando en las mismas aulas del Colegio, como Leguizamón y otros más, que fueron modelando esa nueva manera de ver el país, que se estaba transformando en el contexto de integrarse al mundo. El país se integraba al mundo, el Colegio se integraba al mundo, la provincia también, entonces había una nueva manera de relacionarse. El Colegio le permitió al país, a la provincia, al mismo Urquiza, gestionar nuevas relaciones mundiales -por así decirlo- así que creo que ahí reside mucho la importancia de esos primeros años. Después, el Colegio fue evolucionando hacia otros lados también que fue aportando en otros aspectos”.

 

Otra estrella en este firmamento fue José Benjamín Zubiaur, rector de mirada visionaria. Bajo su conducción, el Colegio de Uruguay se convirtió en faro continental. Hombres y mujeres de toda América Latina llegaban a nutrirse en sus aulas y partían de allí transformados como “Caballeros del Saber”, rumbo a destinos donde serían ministros, científicos, educadores, líderes. No es casual que los debates de la Ley de Educación común de 1884 llevaran la voz de los laicos formados en este Colegio, ni que en las primeras décadas del siglo XX sus egresados presidían repúblicas, dictaban cátedras, transformaban industrias, fundaban diarios o marcaban la historia con la pluma y la palabra.

Federico Brugaleta

 

“Cuál es la importancia de la historia de la educación para nuestro presente. ¿Por qué necesitamos hacer memoria de la educación? ¿Qué nos aporta esos documentos que, en principio, parecen papeles viejos que quedan arrumbados en las instituciones? ¿Por qué por qué las comunidades educativas necesitamos volver a esos orígenes institucionales, a esas marcas de la historia? Y diría que es… no para pensar que todo tiempo pasado fue mejor. A veces las historias institucionales glorifican el pasado y nos deja pocas herramientas para el presente, pero tampoco para condenar lo que pasó, ¿no? Ni una historia dorada del pasado, ni una historia donde todo fue un tiempo oscuro, ¿no? Creo que el ejercicio es una invitación a conectar generaciones de esfuerzos que se buscan conectar en el tiempo, ¿no? Uno puede buscar en el pasado de la educación, y en particular en el archivo de este Colegio del Uruguay, muchos intentos de innovación pedagógica, ¿no? Quiero referirme particularmente, por ejemplo, a la experiencia de José Benjamín Zubiaur, ¿no? Un rector que ocupó la conducción de este Colegio entre 1892 y 1899. Fue un gran innovador en materia pedagógica, ¿no? Fue quien subió a los chicos a un vapor y los trasladó por el río Uruguay para que descubran la naturaleza. Fue quien incorporó el trabajo manual, le dio mucha importancia al trabajo, no solo a la erudición mental, le dio mucha importancia también a las ciencias, fue el que incorporó a la primera mujer a este Colegio. Y esas son marcas del pasado, pero son preguntas que todavía están abiertas en los proyectos de educación pública en nuestro país, y por eso, para eso sirve un archivo también, ¿no? Para pensar desde el pasado nuestro propio presente y proyectarnos hacia el futuro”.

Jorge Villanova

 

“Creo que este Colegio, si, como veníamos diciendo, dejó una impronta en lo nacional, en lo político nacional, en lo en lo educativo. Si esto fue el inicio de aquella historia, después de 170 años, creo que seguimos aspirando a lo mismo. Aspiramos a que aquella Edad de Oro, aquella época de oro del Colegio, de formación de ciudadanos y de estudiantes, se vuelva a repetir, se vuelva a producir. ¿Para qué? Obviamente para que tener un país mejor, un país más integrado, un país más capaz. Necesitamos producir conocimiento en estos tiempos de cambios violentos o muy fuertes, que donde va por un carril que los que somos más viejos no lo alcanzamos a entender todavía, pero sabemos que existe todo esto, y creemos que el Colegio se tiene que adaptar como la sociedad, como la educación en general. El Colegio es parte de esta sociedad, y ha reflejado en los últimos años también esa situación decadente que hemos tenido en nuestra sociedad, en nuestra educación, en nuestra sociedad. Pero, si no partimos de la base de que de estas aulas o de las aulas de todas las escuelas del país, de los patios del Colegio, donde nos podamos volver a encontrar y a creer, a encontrar para creer… encontrarnos los argentinos, las argentinas, los entrerrianos, las entrerrianas, nuestros gurises, nuestros pibes… porque como se dice ahora, está muy de moda la frase: ´Nadie se salva solo´. En este contexto, este Colegio se hizo en conjunto, se hizo en sociedad, con un fundador, sí, pero luego con el aporte de una cantidad de profesores, con una cantidad de chicos, una cantidad de personas que desinteresadamente hoy se acercan y colaboran y participan porque quieren algo mejor. Si el Colegio va a tener la solución, creo que no… porque viene de algo más arriba, algo más más integrador o con decisiones más fuertes que tienen que venir desde otro nivel. Pero, que el Colegio tiene que ser reflejo y tiene que empujar de abajo para que esto suceda. Y si no seguiremos navegando en las aguas de esta mediocridad que hoy estamos viviendo como país, donde el mayor déficit es no encontrarnos con nuestros hermanos. Lamentablemente, lo vemos cada día en todas las acciones cotidianas que hechos de que son reflejos de esa disidencia tan fuerte que hemos tenido a lo largo de la historia. Pero, que hoy se reflejan más y, sobre todo, parecería que no tenemos ganas de superarla muchas veces. Por supuesto, que es una sensación. La aspiración es que en algún momento esto se revierta y entendamos que el diferente es mi hermano, el diferente aporta al igual que yo y tiene tanta validez su testimonio como el mío. La educación, más allá de los conocimientos técnicos y científicos, tiene que también llevar a ese acercamiento para poder sumar entre todos”.

 

José Artusi

 

“Urquiza tuvo una preocupación y una ocupación por la educación que no siempre se pone a la par de sus otros aportes a la vida nacional… Fue, obviamente, el organizador de la Nación, le debemos la Constitución de 1853. Yo diría que le debemos también la unidad nacional y podría haber sido otra la historia argentina. A Urquiza le debemos muchísimo. Pero, además, le debemos un enorme impulso a la educación. Hay algunos autores que ponen las cosas en el tiempo, ¿no? Cuando Sarmiento era un jovencito, Urquiza ya era un legislador provincial que se preocupaba por fundar escuelas. Y tuvo esta genialidad de crear el Colegio del Uruguay como un ámbito de formación de los nuevos dirigentes. Entendió que había que forjar un nuevo país acorde a las exigencias del momento, que esa República -que con tanto esfuerzo se estaba generando- requería educar al soberano, para decirlo en pocas palabras, ¿no? Y que había que tener también un staff de administradores, de legisladores… Había que fundar un nuevo Estado, y eso no podía hacerse sobre bases sólidas si no teníamos una masa crítica de dirigentes formados. Y a ese aporte, el Colegio del Uruguay en ese en ese sentido fue muy, pero muy significativo. Recordemos también el rol de Urquiza como fundador de Escuelas Normales. Las dos primeras Escuelas Normales del país: la de Paraná y la de Concepción del Uruguay… la de Concepción del Uruguay, la primera escuela de mujeres. Sobre el Colegio del Uruguay también podríamos decir la importancia que tuvo como pionero en la incorporación de la mujer a la educación con muchos casos, entre ellos, el más famoso quizás sea el de Teresa Ratto, una de las primeras médicas argentinas. De modo tal que el Colegio fue importante por muchas cosas. Y entre otras también por constituir luego -a lo largo del tiempo- un ámbito privilegiado de integración social, diría yo… O sea, el Colegio tenía un prestigio académico que quizás con el tiempo… bueno, fue perdiendo. Esto es un poco inevitable, ¿no? Uno podría decir, la crisis del éxito. Hoy es impensable que un chico tucumano venga al Colegio del Uruguay, está claro, y está bien, digamos, ¿no? Sería un disparate. Bueno, en aquella época su primacía derivaba de ser el primero, el primero laico, uno de los pocos después. Hoy hay, por suerte, una oferta de educación secundaria y terciaria, porque el Colegio casi llegó a tener estudios universitarios en algunas materias… Hoy ha perdido ese carácter, ha perdido también en el marco de la decadencia del sistema educativo argentino, ese rol de integración social, de alguna manera. Hoy tenemos un… pero bueno, es parte del de la decadencia del sistema educativo argentino. Hoy tenemos una educación mucho más fragmentada, ¿no? Burbujas, le llamo yo… donde cada clase social -lamentablemente- está como recluido o segregado en su territorio y en su Colegio y… en fin. Pero, bueno, son cuestiones que tendremos que ir resolviendo en la Argentina si queremos tener una sociedad más integrada, más libre, más justa, más democrática”.

 

Alberto Lescano

 

“Formalmente quienes gestionamos esta institución, quienes tenemos el alto prestigio de estar a cargo, entendemos que existe un legado, que es un legado que inicia con Urquiza, y este legado, que es el Colegio Superior del Uruguay, nos trasciende. Y nuestro deber día a día poder garantizar esa trascendencia en quienes transitan estas aulas, quienes egresan, y desde ese lugar es que nos obliga a gestionarnos para gestionar”.

 

José Artusi

 

“El Colegio del Uruguay tuvo también un rol preponderante como el germen que dio origen a otras instituciones. A instituciones educativas, universitarias, que por suerte hoy tiene la provincia una oferta muy interesante. Que… bueno… ya no es el Colegio, en todo caso, el que invita a jóvenes tucumanos o incluso de otro país. Digo, tucumano porque me acuerdo de (Julio Argentino) Roca, ¿no? Pero hoy en la UNER vienen estudiantes de otros países y Concepción del Uruguay y la provincia en general tienen una oferta educativa de Educación Superior que es que es muy interesante, cuya historia no puede entenderse sin sus antecedentes y el principal -en ese sentido- es el Colegio del Uruguay. Recordemos también su vinculación con otra institución importantísima de Concepción del Uruguay, como es La Fraternidad: esa creación que fue espontánea de los estudiantes, ¿no?; no del Estado, fue precisamente hecha para cubrir un bache del Estado en ese momento, que era el retiro de las becas en la presidencia de Avellaneda, ¿no? Y el rol que tuvo después La Fraternidad como el ámbito donde se formó la UCU, la Universidad de Concepción del Uruguay, que es otra de las instituciones que complementa la oferta de estudios superiores. Así que el Colegio del Uruguay tiene vinculación con todo esto”.

 

Hoy, el edificio original —convertido en “Museo Histórico Nacional” desde 1942— guarda más que muebles antiguos. Allí descansan documentos, objetos y memorias que no envejecen. Su biblioteca histórica es una Babel del conocimiento, un punto donde todos los tiempos confluyen. Porque el Colegio del Uruguay no es un edificio: es una república de papel y tiza, donde cada alumno que cruza su umbral, vuelve a fundar la Patria.

 

El programa Memoria Frágil: el legado del Colegio del Uruguay

 

 

 

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