Por Carlos Alberto Rozanski (*)
El rechazo de Milei hacia niñas y niños se hace cada día más evidente. Ya en los años previos a su designación como Presidente había exhibido importantes rasgos de violencia e intolerancia, en especial a las niñeces. Hay que recordar que, en su delirio, proponía crear un “mercado libre de adopciones de niños” y ya como diputado, se oponía a asistir a bebés con cardiopatías congénitas porque decía que era “un gasto para el Estado”.
Por esos tiempos, también insultaba con frecuencia a personas con capacidades diferentes y a integrantes de colectivos vulnerables. Todo ello provocaba preocupación en los ciudadanos sensibles y en sentido contrario, diversión en nuevos votantes que consideraban gracioso a ese extraño personaje que veían como trasgresor.
Simultáneamente, su alegada masculinidad, así como su autodefinida calidad de “blanco, rubio y de ojos celestes” (1), lograba además la adhesión entusiasta de los sectores más reaccionarios de la derecha argentina. De ese modo, oscuros personajes cuya trascendencia se limitaba, hasta ese momento, a algunas esquinas porteñas, vieron en Milei una luz atractiva. Intuían que este arribado supremacista podría ser un ansiado enviado del cielo para brindarles algún espacio mayor que el de una oscura sala de secretos rituales o de un impávido semáforo.
Así, quienes en los años sesenta con capas y pancartas púrpura repartían panfletos de superioridad, hoy integran la runfla de la Libertad Avanza. Son los grupos que con gente más joven pero igualmente retrógrada, se autotitulan el brazo armado de Milei y encabezan actos públicos enarbolando similares bandos icónicos que reivindican la tradición, la familia y la propiedad.
Poco tiempo después de su asunción y a medida que Milei radicalizaba su delirio, se sumaron a la naciente armada libertaria legisladores de otros partidos políticos cuyos integrantes compartían con Milei no sólo el amor por el dinero, la misoginia y la homofobia, sino muy especialmente, el odio hacia las niñeces.
De ese modo y con la supervisión indispensable de los amos financieros del poder real, la nueva extrema derecha gobierna la Argentina. Y en ese devenir de un año y medio trágico, con el liderazgo de Javier Milei, fueron tomando una a una las medidas que persiguen el aniquilamiento de varias generaciones de niñas, niños y adolescentes. La estrategia es tan burda como cruel. Consiste en negar alimentos a los comedores que proveían a niñes hambrientos, así como medicamentos a pacientes oncológicos y con otras graves enfermedades. Simultáneamente, desfinanciando y humillando a los profesionales y personal de Hospitales públicos como el pediátrico Garrahan.
En igual sentido y con el mismo fin, sustituyendo un medio de entretenimiento y difusión cultural como Paka Paka por otro de similar nombre, pero enfocado en la transmisión de los peores enunciados de la recargada extrema derecha hoy instalada en la rosada. Así, como se pudo ver en los avances, se programa el adoctrinamiento inédito de los niños y adolescentes a través de imágenes que demonizan todo atisbo de solidaridad, sensibilidad ante el sufrimiento ajeno y el valor de la educación pública. Por el contrario, se publicita mediante dibujos animados las maldades del socialismo en todas sus variantes, así como las bondades de la meritocracia con desprecio por la educación formal primaria, secundaria y universitaria.
Sucede que el odio de Javier Milei por las niñeces (pedofobia) es esencial para el plan de destrucción social en marcha en el país. Las expresiones de ese irracional encono son imprecisas, aunque hay algunos indicios. Recuérdese que Milei antes de la campaña presidencial, ya había manifestado por televisión que en su niñez había sido brutalmente agredido por su padre. Calificó a sus progenitores como tóxicos y relató que hacía diez años que no tenía contacto con ellos. Y agregó que su norma era que “a la gente tóxica te la sacás de encima” (2). Hoy, para Milei, los tóxicos son los niños.
Ya en su rol de Presidente, el 6 de marzo de 2024, en ocasión de inaugurar el ciclo lectivo en el que fuera su colegio, el Cardenal Copello, les contó a los niños y jóvenes sobre la época en que cursaba allí sus estudios respecto de las costumbres de su familia. Refirió: “Mi papá estaba presto a agarrarme por los pelos y dejarme una zapatería en el traste y mi mamá a bajarme los dientes, a sopapos, para que estudiara” [sic] (16 de marzo de 2024).
La razón del ensañamiento con las niñeces (además del odio visceral que profesa), es que disciplinar a la población con represión aleatoria en las esquinas de la plaza de los dos congresos, sólo tiene efecto limitado en el tiempo. Así, apalear un cura desalienta a otros curas y monjas, pero también es pasajero. Igualmente, atentar contra la vida de un fotógrafo manda un mensaje temporal a los periodistas. Finalmente, y del mismo modo termina resultando efímero sobornar algunos gobernadores para obtener leyes obscenas que faciliten el saqueo.
Hay que asumir que en realidad el verdadero y profundo efecto de largo plazo para desmoronar nuestra sociedad, es a través de una infancia rota. Es en ese camino que Javier Milei está intentando desmembrar nuestras niñeces. Su gobierno está generando las condiciones para que cada día sean más los “soldaditos” del narcomenudeo, las niñas y niños víctimas de abusos sexuales, así como de trata. Recuérdese a su diputado libertario Bertie Benegas Lynch cuando afirmó por televisión que, si un padre quiere que su hijo trabaje con él en su taller, el chico puede dejar de estudiar.
Igual asombro y dolor causa enterarse que hace pocas semanas, se redujeron en un cincuenta por ciento los controles migratorios para sacar a un niño del país. O enterarse que el Ministro de Justicia fomenta la creación de una ley que mande a la cárcel a las madres que denuncian abusos sexuales a sus hijos. En la misma línea, como se dijo, advertir que el aludido nuevo canal de televisión libertario fomenta la deserción escolar e incita a los niños a despreciar lo colectivo.
Ante ese panorama desgarrador de agresión a las infancias, cabe preguntarse quién defiende hoy a esas niñeces que Milei está quebrando. La respuesta es que las debería defender nuestro sistema legal que es ejemplo en el mundo. Un proyecto comunitario que logró unificar y encolumnar los tres poderes del estado tras una constitución nacional que elevó a la máxima jerarquía las Convenciones Internacionales Sobre Derechos Humanos. Esto fue logrado después de luchas de décadas por los tres poderes del Estado con decisiones políticas enérgicas y profunda vocación democrática.
De ese modo, en el año 2005, se sancionó la Ley 26061 de Protección Integral que creó la figura del Defensor de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes. Esa ley significó un paso trascendental para avanzar en la protección del sector más vulnerable de la sociedad que es la niñez. Luego de catorce años de vacilaciones, el 28 de febrero de 2020 fue designada la Dra. Marisa Graham como Defensora de niños, niñas y adolescentes de la nación.
Cinco años después, el gobierno de Javier Milei, a través de una Bicameral y con mayoría simple de la extrema derecha, dejaron sin efecto la Resolución 1/25 que había extendido la vigencia de los mandatos de Marisa Graham y del defensor adjunto, Juan Facundo Hernández.
Se trata de una nueva y brutal agresión a lo más hermoso y reparador que tiene nuestra sociedad que son las infancias. Javier Milei y su runfla son pedófobos que están comprometiendo generaciones de niñes a quienes desprecian y buscan quebrar.
Evitarlo depende una vez más de la entrega que los dirigentes honestos estén dispuestos a efectuar. El apoyo incondicional del pueblo siempre estará a disposición. Después, siempre es tarde.
Referencias
1) Entrevista de Viviana Canosa a Javier Milei el 14 de mayo de 2022, en la Feria del Libro de Buenos Aires.
2) 2019, en diálogo con Nicole Neumann en Todas Nuestras (KZO).
(*) Carlos Alberto Rozanski es ex Juez de Cámara Federal, docente universitario. Este artículo de Opinión fue publicado originalmente en el portal del diario Página/12.
En mayo se reunieron en Paraná seis gobernadores: Rogelio Frigerio, de Entre Ríos; Maximiliano Pullaro (Santa Fe); Raúl Jalil (Catamarca); Axel Kicillof (Buenos Aires); Ignacio Torres (Chubut) y Sergio Raúl Ziliotto (La Pampa). Ahora volverán a hacerlo durante esta semana en el Consejo Federal de Inversiones (CFI).