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Caso Fernanda: el secreto del asesino de las zapatillas quedó para siempre en un calabozo

Miguel Ángel Lencina

Fernanda Aguirre Miguel Ángel Lencina

Por Gustavo Carabajal en La Nación

Miguel Ángel Lencina era un asesino serial de mujeres. El homicida, que se quedaba con las zapatillas de sus víctimas como fetiches, está entre los parámetros fijados por la Unidad de Análisis de la Conducta del FBI para establecer cuándo un criminal es considerado un homicida en serie. Después de estar detenido durante diez años, por asesinar a dos mujeres, Lencina salió de la cárcel el 21 de julio de 2004. Lo primero que hizo al salir de la prisión de Concepción del Uruguay fue buscar a una víctima, violarla y asesinarla.

Según el FBI, un asesino es considerado un homicida serial cuando cometió más de dos crímenes, en episodios separados y en distintos momentos. Entre cada uno de los hechos debe existir un espacio de tiempo. Dichos intervalos se denominan “cool off”.

Entre 1994 y 2004 Lencina mató a Pamela Trepán de Fischer, Dolores Domínguez y Fernanda Aguirre. A Trepán de Fischer la asesinó el 17 de enero de 1994 porque se resistió a que le robara el dinero que llevaba en su monedero.

Veinte días después, Lencina mató a Dolores Domínguez. El móvil del homicidio fue una venganza contra un exconvicto identificado como “El Potro Domínguez”, hermano de la víctima. Lencina y El Potro estuvieron detenidos en el mismo pabellón de la cárcel de Paraná. Durante el tiempo que convivieron en el penal, Lencina fue sometido y humillado por Domínguez.

Cuando recuperó la libertad, Lencina se vengó de Domínguez y mató a su hermana. El periodista Daniel Enz, en su libro “Las flores de Fernanda”, describió cómo Lencina concretó su venganza contra Domínguez.

Libro Las Flores de Fernanda

Edición ampliada del libro de Daniel Enz, Las Flores de Fernanda.

“El 6 de febrero de 1994, aproximadamente a las 23, Lencina fue con una mujer llamada María Dolores Domínguez, de 39 años, al motel Charles, ubicado en las afueras de la ciudad. Llegaron en un taxi e ingresaron en la habitación número 8 del establecimiento. El cuerpo de Dolores fue encontrado tres días más tarde por una mujer encargada de la limpieza. Había mal olor y le pidieron que se ocupara especialmente de la habitación 8, ya que de allí provenía. Al levantar el colchón, la empleada vio el cuerpo y salió corriendo a los gritos. Estaba debajo de la parrilla de madera, dentro del cajón de cemento sobre el que se armaba la cama”, describió Enz en el libro sobre la investigación del homicidio de Fernanda Aguirre.

Aunque pasaron diez años entre los asesinatos de Domínguez y Trepán de Fischer con relación al homicidio de Fernanda Aguirre, resulta imposible separar los tres episodios. Especialmente si se tiene en cuenta que Lencina debía estar preso el 25 de julio de 2004 cuando asesinó a la menor, de 13 años, en la localidad de San Benito, a 20 kilómetros de Paraná, en Entre Ríos.

Detenido en marzo de 1994 por los homicidios de Domínguez y Trepán de Fischer, Lencina fue condenado doce meses después a 20 años de cárcel por ambos asesinatos. En esa época no existía la figura del femicidio que establece la pena de prisión perpetua para el homicidio de una mujer cometido en el contexto de violencia de género.

Favorecido por la ley y por un tribunal que lo liberó al cumplir la mitad de los 20 años de prisión a los que fue condenado por los homicidios de Domínguez y Treppán de Fischer, Lencina asesinó a Fernanda, cuatro días después de salir de la cárcel de Concepción del Uruguay.

Miguel Ángel Lencina

Miguel Ángel Lencina, al momento de ser detenido.

Debido a que el cuerpo de Fernanda nunca fue encontrado porque Lencina se llevó el secreto a la tumba. La policía encontró el cuerpo de Lencina, en un calabozo de la comisaría de San Benito. A partir de un informe elaborado por la fuerza de seguridad entrerriana y de la autopsia, la Justicia determinó que el acusado se había ahorcado.

Debido a que los efectivos de la mencionada seccional no cumplieron con el deber de cuidado de los reclusos a su cargo, Lencina pudo quitarse la vida, en un episodio con matices vidriosos. Esa muerte impidió saber qué hizo con Fernanda.

Ante la sospecha y por las declaraciones de algunos testigos que indicaban que Lencina habría entregado a Fernanda a una red de trata de personas, el nombre de la víctima, a 21 años del ataque, figura en la página del Sistema Federal de Búsqueda de Personas (Sifebu).

Fernanda Aguirre

Continúa vigente la oferta de recompensa a quien aporte información fidedigna sobre el destino de Fernanda.

“Fernanda Isabella Aguirre. Fecha de nacimiento: 14 de abril de 1991. Desaparecida desde el 25 de julio de 2004 en la localidad de San Benito, departamento de Paraná, Entre Ríos, búsqueda de paradero. Recompensa $ 2.000.000 ¿Tenés información? Escribinos”, expresa el texto que acompaña la foto de Fernanda cuando era niña que, en la actualidad, tendría 34 años.

María Inés Cabrol, la madre de Fernanda, recorrió gran parte de la Argentina para tratar de encontrar a su hija. Siguió cada pista que le acercaban en los llamados que recibió en los que se indicaba que la niña había sido vista. Fueron pistas falsas. Aunque en ese momento despertaron la esperanza de María Inés de poder encontrar a Fernanda. Pero tanta frustración afectó su salud y le costó la vida. Falleció el 11 de mayo de 2010.

En agosto de 2019, la jueza de Familia de Paraná, María Eleonora Murga, publicó una resolución en la que declaró la ausencia de Fernanda. Se trata de una medida que no afecta a la investigación –que está archivada– y que se dictó en el expediente por la sucesión de la madre de Fernanda.

La pista sobre la red de trata de personas se fundó en una serie de llamados que la familia de Fernanda recibió pocas horas después de la desaparición de la niña. En estas comunicaciones, Lencina tuvo la complicidad de su pareja Mirta Chávez. A pesar de haber ahorcado hasta matar a Fernanda y borrar todo vestigio del cuerpo, Lencina convenció a su pareja de llamar a la familia de la niña para decir que la tenían secuestrada y pedir rescate.

Lencina y Chávez se dirigieron a la zona del Puente de Hierro, en San Benito. Allí, según los testigos, habían realizado compras la tarde anterior. Entonces, Chávez hizo el primero de los llamados extorsivos a la familia de Fernanda, dijo que la niña había sido secuestrada y exigía $2000 de rescate. Cuando hizo el segundo llamado, tanto Lencina como Chávez tenían sus bolsos listos. Planeaban retirar el dinero y dirigirse a la terminal para tomar un colectivo rumbo a Santa Fe. “Ya largamos a la chica. Ya debe estar llegando a la casa”, dijo Chávez en el segundo llamado, después de cobrar el rescate. Pero Fernanda nunca llegó a su casa y esa fue la última comunicación.

Cinco días después de la desaparición de Fernanda, a partir de las declaraciones de testigos que indicaron que habían visto a la pareja en un minimercado cercano al Puente de Hierro y gracias al seguimiento de los llamados extorsivos, la policía arrestó a Lencina y a Chávez.

Esta sucesión de episodios y de llamados avaló la hipótesis de que Lencina no actuó solo y que Fernanda habría sido secuestrada para entregarla a una red de trata de personas. El hecho de que el cuerpo de Fernanda nunca se encontró mantuvo viva la búsqueda.

Sin embargo, el perfil de asesino, violador y depredador de Lencina tiraron por tierra esa pista. Existe un detalle clave que avala esa presunción. Después de matar a Trepán de Fischer y a Domínguez, Lencina ocultó los cuerpos. En esa etapa de su faena criminal, Lencina no había perfeccionado su método para hacer desaparecer los cadáveres y no pasó mucho tiempo para que la policía y la Justicia lo vincularan con las víctimas. Pero, diez años después, perfeccionó su mecánica asesina y pudo ocultar el cadáver.

El domingo 25 de julio de 2004, llovía en San Benito que tenía sus calles desiertas por el mal tiempo, por el frío y porque esa tarde lo seleccionados de fútbol de la Argentina y Brasil disputaban la final de la Copa América, en Perú. Esa tarde, Fernanda regresaba a su casa con tres claveles para una vecina. Se los había pedido para adornar el festejo de cumpleaños de su hija. En el descampado situado frente al cementerio de San Benito la acechaban Lencina y su sobrino, de 14 años.

Lencina y el adolescente la interceptaron, la atacaron y la llevaron a otro descampado. Entre pastizales con cultivos de soja, Lencina violó y mató a Fernanda. Nadie escuchó los gritos de la niña. De la misma forma que lo había hecho años antes con otras dos mujeres, él sabía cómo ahogar los pedidos de ayuda de sus víctimas. Si bien el cuerpo de Fernanda nunca apareció y Lencina murió de forma violenta sin confesar qué hizo con el cadáver de la víctima, los investigadores pudieron realizar la reconstrucción de cómo fue el ataque a partir de la confesión de Mirta Chávez. Ella afirmó que su pareja ahorcó a la niña. Además, la huella odorífica de Fernanda llevó a los perros rastreadores hasta aquel descampado convertido en escena de un crimen.

Si bien el sobrino de Lencina fue detenido por su presunta participación en el homicidio, al tener 14 años, fue declarado inimputable. Habló ante una psicóloga y acompañado por profesionales de la Asesoría de Menores, manifestó que no había visto a Fernanda y que, si bien estuvo con su tío el 25 de julio de 2004 a la tarde, lo dejó antes de ir al descampado situado frente al cementerio. Mirta Chávez también negó su participación en el homicidio de Fernanda. Cuando fue detenida le entregó a la policía las zapatillas que Lencina llevaba en su bolso y que se las había quitado a Fernanda.

Chávez fue condenada a 17 años de prisión por el secuestro de Fernanda. En 2014 recuperó la libertad. Aunque nunca declaró sobre el destino del cuerpo de Fernanda Aguirre ni en la etapa de instrucción de proceso, ni durante el juicio oral. Ante la Justicia, sostuvo que no estuvo presente en el momento en que Lencina atacó a la niña y que solo hizo los llamados obligada por su pareja.

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