Por J.C.E. (*)
Lo que menos importa es el comienzo del problema. Sí importa que alguna vez comenzó. Y también importa que después continuó y que una desorientación importante se hizo presa de los habitantes de aquella Paraná que en lo que menos pensaba era en convivir con la escasez de agua a la vera de uno de los ríos más caudaloso se importantes del planeta.
Pese a que muchos no estarán de acuerdo con la posición que sustento, estoy convencido que no es el momento de adjudicar culpas con nombres y apellidos. Primero tratemos de solucionar el problema y después tal vez quepa discernir responsabilidades. Acá el problema es la falta sistemática de la provisión de agua potable que deja en condiciones de absoluta carencia a innumerables ciudadanos, familias e instituciones de esta capital provincial que como broma de mal gusto lleva el mismo nombre del caudal que debería proveerla del vital elemento: Paraná.
Desde 1983 a la fecha (puedo equivocarme en los números), los gobiernos municipales anunciaban que el inconveniente había llegado al tiempo de las soluciones y que la restricción en el suministro de agua potable sería más temprano que tarde un mal recuerdo que nos incluyó a todos, o casi.
Si 1983 es una referencia temporal correcta, hace aproximadamente 40 años (37 para ser más exactos) que el problema se instaló como un integrante más de la familia, pero un integrante desagradable, de esos que uno no quiere tener en su casa.
Las imágenes televisivas, las notas gráficas y los dichos de los perjudicados dan la pauta alarmante de lo que pretende ser la vida en distintos puntos de la ciudad.
¿No será el momento de replantearse el problema en términos coherentes y priorizar el tema agua postergando para mejor momento los otros problemas que atañen a la convivencia. No es que haya problemas más graves que otros, dicen por ahí que “cada uno habla de la feria según cómo le fue en la feria”, bueno, en esta nos va mal a todos, a unos por acción y a otros por la impotencia de llegar con agua potable a si no solucionar, por lo menos paliar la situación que hasta hoy aparece como extrema e irresoluta.
¿En qué lugar de la lista de prioridades del gobierno municipal estará en agua? ¿Qué posibilidades habrá de que Provincia y Nación coadyuven a saciar la sed y las carencias higiénicas de buena parte de los paranaenses? Recomiendan con campañas intensivas a través de los medios la importancia del aseo como para ejercer alguna defensa a este nuevos huésped que nos amenaza. ¿Lo haremos como dicen los vecinos con tarritos a las 2 de la mañana?
El problema es que no estamos hablando del agua como elemento central de esta historia. El problema es que estamos hablando de la vida, o si querés de la diferencia hoy mucho más cercana de la vida y la muerte. ¿Esto se toma en cuenta en los despachos de la planificación y las decisiones?
No es un kilo de milanesas por lo que se está implorando, es apenas por un vaso de agua.
Y sabemos que un vaso de agua no se le niega a nadie.
(*) Especial para ANALISIS.