Por Gabriel Michi (*)
La mega bomba cayó y destruyó cualquier fantasma de bomba posible. EE.UU. decidió usar la devastadora GBU-57 (la destruye búnkers) desde los super aviones B2 contra la central nuclear más inaccesible e inexpugnable que tenía Irán: la de Fordow, ubicada bajo tierra en el corazón de una montaña. Un lugar al que ninguno de los sofisticados elementos de artillería con los que cuenta Israel podría llegar. Pero su socio todopoderoso lo hizo. También atacó y destruyó otras dos centrales nucleares iraníes, la de Isfahán y Natanz, reduciendo casi a las cenizas las aspiraciones de ese país en esa materia. Con estos ataques EE.UU. no sólo utilizó esa bomba de 13.000 kilos contra el fantasma (erigido también por Israel) de que Irán estaba muy cerca de conseguir la bomba atómica, algo de lo que ni siquiera hay acuerdo entre la Inteligencia estadounidense, sino que se metió en una guerra ajena, algo de lo que el propio Donald Trump se había jactado de no hacer en un presunto rol "pacificador" del Mundo. Ahora lo hizo (incluso contra la opinión de sectores que forman parte de su base electoral) y la pregunta es cómo sigue esta historia de violencia y terror que depara esta nueva guerra. Y cómo van a actuar otros países poderosos como Rusia y China. El día después de la bomba real que estalló contra el fantasma de la bomba abre todo tipo de interrogantes e incertidumbres.
La operación "Matillo de Medianoche" de EE.UU. contra Irán se ejecutó con precisión militar empleando bombarderos estratégicos B-2 Spirit contra la base subterránea de Fordow -a la que le lanzaron seis GBU-57- y 30 misiles de crucero Tomahawk disparados desde plataformas navales -a 640 kilómetros de distancia- contra Isfahán y Natanz.
En principio la primera reacción de Irán fue lanzar una serie de misiles contra distintas ciudades de Israel ocasionado cerca de un centenar de heridos. Ocurrió en Haifa, Jerusalén, Tel Aviv, entre otros lugares. Mientras la Fuerzas de Defensa israelíes atacaron con aviones objetivos militares del Oeste de Irán.
El régimen iraní amenazó con que sus ataques continuarán no sólo contra ciudadanos de esa país sino también de EE.UU. Como respuesta, Trump advirtió a Teherán que desista de los ataques porque habría más muerte y destrucción sobre su territorio, mientras en suelo estadounidense se suscitaban distintas manifestaciones contra la guerra.
La colaboración que la principal potencia del Mundo le dio a su socio se convirtió en la mayor acción militar occidental contra la República Islámica desde su revolución de 1979. El respaldo de Trump al primer ministro israelí Benjamín Netanyahu también se proyectó en una coincidencia muy polémica: la idea de que al final del camino caiga el gobierno iraní. En una publicación en la plataforma Truth Social, el presidente estadounidense señaló: "No es políticamente correcto usar el término 'cambio de régimen', pero si el actual régimen iraní no puede hacer que Irán vuelva a ser grande, ¿por qué no habría un cambio de régimen? ¡¡¡MIGA!!!", escribió. Días previos el propio Netanyahu había dicho que la muerte del líder supremo de Irán, el ayatolá Ali Khamenei podría significar el fin de la guerra, dejando expuesto su ambición de derrocar al establishment clerical musulmán chiíta de línea dura que gobierna esa nación desde 1979.
Pese al envalentonamiento del mandatario republicano, el temor a una represalia iraní está presente. De hecho, el Departamento de Seguridad Nacional de EE. UU. advirtió sobre un "entorno de mayor amenaza" en ese país, puntualizándolo no sólo en un escenario probable de ciberataques sino de violencia selectiva. Por eso, la Policía y otros cuerpos se seguridad intensificaron sus patrullajes, centrándose en lugares religiosos, culturales y diplomáticos a lo largo y ancho de los EE.UU. Previamente ese Departamento había emitido una alerta de seguridad para todos los ciudadanos estadounidenses en el extranjero. Por el momento ninguna de las amenazas iraníes contra los estadounidense se plasmó en hechos concretos. Como tampoco la advertencia de que iba a cortar el tránsito marítimo en el Estrecho de Ormuz, por donde circula un cuarto del petróleo mundial, lo que podría derivar en una hecatombe económica internacional.
Aún así, el ministro de Asuntos Exteriores iraní, Abbas Araqchi, afirmó que su país consideraría todas las respuestas posibles. Y aclaró que no piensan retomar las negociaciones diplomáticas (con EE.UU.) hasta que se tomaran represalias. Según Araqchi, "Estados Unidos demostró que no respeta el derecho internacional. Solo entiende el lenguaje de la amenaza y la fuerza".
Mientras tanto, Trump calificó los ataques contra las centrales nucleares iraníes como "un éxito militar espectacular" y se jactó de que las principales instalaciones de enriquecimiento de Uranio fueron "completa y totalmente destruidas". Por las imágenes satelitales, expertos señalaron que la planta subterránea de Fordow -alcanzado por esa bomba GBU-57 que actúa como una perforadora que entre a las profundidades atravesando todo tipo de duelo para finalmente estallar cuando se frena- habría quedado seriamente dañado o destruida por completo, aunque no hay información oficial al respecto del lado iraní. De hecho sus autoridades señalaron que el uranio enriquecido que había en esas instalaciones fue retirado días antes del ataque.
Por su parte, el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) sostuvo que por el momento no se habían reportado aumentos en los niveles de radiación fuera del sitio tras los bombardeos estadounidenses. Sin embargo, el titular del organismo de la ONU, el argentino Rafael Grossi, aclaró que aún no se puede chequear cuál es el cuadro de situación de las instalaciones bajo tierra. El gobierno iraní amenazó a Grossi porque la OIEA había informado previamente a los "ataques preventivos" de Israel -que comenzaron el 13 de junio- que ese país había logrado un nivel de enriquecimiento de uranio que violaba los compromisos asumidos por el "Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares" y con eso se había acercado a la posibilidad de desarrollar la bomba atómica. Irán dijo que se "ocuparía" de Grossi cuando pasen los ataques.
Trump instó a Irán a renunciar a cualquier represalia y planteó que su gobierno "debe ahora hacer la paz" o "los futuros ataques serían mucho mayores y mucho más fáciles". Mientras el líder supremo de Irán, el ayatolá Ali Khamenei, lanza sus propias amenazas. Advertencias que también se extendieron hacia las 19 bases militares y más de 40.000 soldados que EE.UU. tiene desplegados en toda la zona de Medio Oriente. Mientras el secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio, dijo que no hay otras operaciones militares planeadas contra Irán "a menos que se equivoquen".
Esas "Cajas de Pandora" que se abrieron primero con el "ataque preventivo" de Israel contra Irán y luego con los bombardeos estadounidenses, no dejan de generar preocupaciones, temores e incertidumbres. Porque tampoco se sabe qué harán otras dos potencias como son Rusia y China, ambas con fuertes lazos comerciales y militares con Irán. En principio, ambas naciones criticaron la participación de EE.UU. en el conflicto.
Por su parte, el Consejo de Seguridad de la ONU (del que EE.UU es uno de los cinco miembros permanentes con derecho a veto) se reunió el domingo para discutir los ataques estadounidenses mientras Rusia, China y Pakistán propusieron que el organismo de 15 miembros adopte una resolución pidiendo un "cese del fuego" inmediato e incondicional en el Medio Oriente. En el mismo sentido, el Secretario General de la ONU, el portugués Antonio Guterres, señaló al Consejo de Seguridad que los bombardeos estadounidenses en Irán marcan un "giro peligroso" en la región e instó a detener los combates y regresar a las negociaciones sobre el programa nuclear a la República Islámica. Algo que hoy parece de ciencia ficción. Una utopía. En medio de múltiples preguntas y un presente lleno de incertidumbres. Porque de eso se trata el día después de la bomba que atacó a un fantasma.