“Nunca como ahora se tiraron tantos millones de litros de veneno”, alertó Fabián Tomasi y contó cómo afectaron su vida los agroquímicos

Fabián Tomasi tiene 49 años, pero no lleva esas casi cinco décadas como cualquiera. Su cuerpo declama vejez, una vejez tan particular y grave, porque vino como resultado de trabajar para el modelo agroindustrial imperante y agresivamente extendido en los últimos años en el país. En declaraciones a la radio de su pueblo, testimonió sobre el daño provocado en su cuerpo, en sus huesos y su carne, el daño que impacta de lleno en su humanidad. “Vivo mi condena en casa, entre cuatro paredes sin salir. Ya casi no puedo caminar...”, dice al tiempo que afirma: “El cuerpo me abandonó pero la mente no, y lo que me mantiene vivo es contar las cosas que aprendí a raíz de lo que me afectó”.

Tomasi que fue parte de esa radio en sus comienzos, recordó que alguna vez el director de la emisora le dijo que podía tener toda la razón del mundo pero que sería muy difícil cambiar “semejante estructura”, y “eso que me dijiste me quedó siempre presente, me motivó y tomé como desafío”.

Tiempo atrás

“Yo estoy afectado por sustancias tóxicas de los agroquímicos”, afirma. “Trabajé en una empresa que se dedica a fumigaciones, y la exposición a los agroquímicos me provocó una polineuropatía tóxica, una afección del sistema nervioso central que me disminuyó las capacidades motrices, perdí masa muscular, me afectó severamente las funciones metábolicas, provocó disfagia a sólidos (dificultad para deglutir)...esto está claramente expresado en el certificado que expidió la Administración Nacional de Seguridad Social (Anses) cuando me jubiló por discapacidad”, dijo. “Mi cuerpo está intoxicado por los químicos”, narra y recuerda que todo comenzó en 2005, año en que probó suerte como apoyo terrestre en la fumigación área, haciéndole caso a su vocación por la aeronáutica.

“No me falta la comida, pero estoy necesitado de dinero y sin embargo no hice juicio a la empresa, entendiendo que no puedo cobrar por defender esto, que no es otra cosa que la vida...he visto fallecer criaturas por esto...he visto la muerte de mi hermano causada por agroquímicos”, manifiesta.

“En la empresa nunca me dieron una vestimenta adecuada para protegerme, tampoco cursos de capacitación...aclaro que tampoco lo hizo la Unión Argentina de Trabajadores Rurales y Estibadores (UATRE) a la que estaba afiliado y tenía sumo interés por la cuota sindical, y ofrecer una mutual (OSPRERA) que nunca pude ocupar”.

“Era verano, trabajábamos en pata y sin remera, y comíamos sandwiches de miga debajo de la sombra del avión que era la única sombra que había en las pistas improvisadas en el medio del campo. La única instrucción que yo recibí fue hacerlo siempre en contra del viento, así los gases no me afectaban”, relata. “Nunca pensé que me iban a descuidar tanto. Yo tenía que abrir los envases (de agrotóxicos) que dejaban al costado del avión, volcarlo en un tarro de 200 litros para mezclarlo con agua, y enviarlo al avión a través de una manguera”, contó.

“Vivo de una jubilación mínima que me otorgaron por la neuropatía tóxica que me diagnosticaron”, dice y expresa que siente la necesidad de aclararlo, porque aplicadores, ingenieros agrónomos y productores “defienden su sustento, el negocio y yo me enfrento a todo defiendo la vida”, enfatiza.

El modelo

“Los agroquímicos contienen sustancias tóxicas. Los mal llamados ‘fitosanitarios’ por la FAO no curan nada...las ‘buenas sustancias’ fueron concebidas para matar y no seleccionar...matan todo lo que no sea cultivo transgénico”, remarca Tomasi que exclama: “Ahora, el que está largando veneno y es poco flexible, soy yo”. Da testimonio viviente de que el modelo agroindustrial es insostenible. “Se necesita de un cambio radical de manera urgente, porque nos están matando silenciosamente”, advierte.

“Nunca como ahora se sembraron en el país tantas hectáreas y se tiraron tantos millones de litros de veneno, que por más benévolos que sean, inevitablemente causan un impacto”, denuncia.

Seguidamente desafió al secretario de Ambiente, Fernando Raffo, a que dé continuidad a su obra literaria sobre las aves de la provincia, comprobando que no podrá llenar todas las páginas con la cantidad de especies que quedaron.

Más adelante, Tomasi dijo que lo han censurado, y recordó que cuando fue visitado por una periodista de la agencia estatal de noticias Télam le permitió que se explayara y dijera toda su verdad, pero que luego la agencia le sugirió que “aliviane el contenido de la nota” y “suprimieron todas mis opiniones de tono político, pero aclaro no por decisión de la periodista”. También puso en dudas la “pelea” del gobierno con el Grupo Clarín, y dijo que ambos sobre esta cuestión “no discuten, están de acuerdo”. Así como Télam censuró el Canal 13, “nunca me hizo una nota, como si lo hicieron las demás televisoras públicas y privadas del país e incluso del exterior”.

Sobre las limitaciones que a su entender tiene la difusión de esta cuestión, el basavilbasense mencionó que la editorial que publicó el libro Envenenados, la obra del escritor y periodista Patricio Eleisegui, fue adquirida por una empresa afín al gobierno y “(al libro) no se lo encuentra en ningún lado”.

(Foto: FM Riel)

Edición Impresa