
Milei afirmó que serán sus víctimas “jóvenes, hijos y nietos”, en caso de incrementarse las asignaciones para jubilados y discapacitados.
Beatriz Arbasetti
Un nuevo término ha surgido en la frondosa jerga del Presidente: genocidio. Afirmó que serán sus víctimas “jóvenes, hijos y nietos”, en caso de incrementarse las asignaciones para jubilados y discapacitados. Así se trastornaría el rumbo económico y se recaería en el déficit. Pero ciertamente el superávit fiscal no obedece al crecimiento exponencial de la producción, sino a recortes múltiples y arbitrarios ejecutados durante su gestión.
El primer mandatario se ha sumado a la casta de al menos cuatro presidentes que le precedieron, en relación al desmedro que sufrieron los recursos de jubilados y discapacitados, indispensables para vivir con dignidad.
Vemos con preocupación el futuro de jóvenes, hijos y nietos, pero no según las razones que esgrime el Presidente. Las arcas jubilatorias han sido históricamente violentadas para satisfacer necesidades espurias de los políticos. La incorporación al sistema previsional de innumerables individuos que jamás produjeron ni aportaron un céntimo, se convirtió en hábito estratégico en tiempos electorales. Así quienes religiosamente y por décadas aportaron a sus cajas respectivas, hoy son víctimas del vaciamiento despiadado y, además, de la empecinada negativa a corregir una situación de injusticia.
Los discapacitados han sido nuevamente relegados: las obras sociales recortan servicios y asistencia necesarios, sumado a que los profesionales que los asisten perciben míseros salarios devaluados cada tres meses. Han disminuido considerablemente sus posibilidades de rehabilitación e inserción sociolaboral al no recibir tratamientos médicos y/o psicológicos adecuados y sostenidos en el tiempo.
Aunque haya necesidades prioritarias, el Primer Mandatario las desconoce. Sólo menciona las erogaciones desmesuradas que se arrogan los legisladores nacionales. Olvida las suculentas sumas que recibe su propia Secretaría…
Recordemos también que desde su reconfiguración, la SIDE ha percibido un presupuesto sideral con reajustes permanentes. Su Rasputín en las sombras- o “mago del Kremlin”, según Da Émpoli- detenta un patrimonio que nos pertenece con fines non sanctos, puesto que no estamos en guerra alguna.
Sólo estos dos nichos aportarían significativamente a las demandas anteriores. Lo que falta en verdad, es la intuición sensible y solidaria ante el sufrimiento y la dificultad. Un rasgo de humanidad indeleble en quien conduce los destinos del país.
Cierra el discurso señalando su deber de “asegurar el bienestar presente y futuro de los 47 millones de argentinos”. Propósito falible a juzgar por sus férreas decisiones.
Seguramente los tiempos electorales imprimen el gesto autoritario y necio. No obstante, en la memoria fresca de los más vulnerables siempre dejará su huella…
(*) Profesora