Por JCB de ANALISIS DIGITAL

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A medida que pasan los días, se va recortando la lista original de testigos en el marco del juicio que busca no sólo determinar las responsabilidades de los médicos empresarios en los delitos perpetrados en la dictadura cívico militar sino que también buscar datos que permitan saber dónde está el mellizo varón, hermano de Sabrina Gullino, quien hasta el momento permanece desaparecido.

¿Dónde está el melli? es la pregunta que se realizan los familiares de Raquel Negro y Tulio Tucho Valenzuela, entre las cuales se encuentra su hermana melliza Sabrina Gullino, quien recuperó su verdadera identidad a finales del 2008. De hecho, Sabrina no sólo participó de manera activa de la búsqueda e investigación, sino que cada día se hace presente en la sala de audiencias del Tribunal Oral Federal (TOF) para anotar cada acontecimiento que ocurre en el juicio.

De los diez testigos previstos para este jueves en el listado original, sólo comparecieron tres. La gran mayoría de las ausencias tuvo que ver con decisión de las partes de desistir de sus testimonios y en dos casos, el impedimento tuvo que ver con el estado de salud y que las testigos viven fuera de la provincia.

Se destacó el relato de una pediatra que cumplía funciones en el área de neonatología del Hospital Materno Infantil San Roque durante el año 1978. Se trató de Lidia Isabel Lescano, quien trabajó en esa área junto a Torrealday y Ángel Luis Schroeder (también propietario del IPP, pero fallecido en 2014). "No puedo precisar el momento exacto, pero recuerdo una mañana que hubo militares en el área de neonatología del Hospital de Niños. Fue durante la mañana porque en ese momento el servicio de obstetricia estaba en plena actividad", aseguró la pediatra como hecho saliente. "No era normal, porque ahí sólo había médicos y enfermeras, me sorprendió ver militares", agregó.

En otro momento de su relato, aseguró que el IPP tenía la posibilidad de afrontar problemas de mayor complejidad que el San Roque: "En aquel año 1978, el IPP tenía una tecnología superior a la del Hospital San Roque".

También, se refirió a la posibilidad de las distintas derivaciones de pacientes en la época: "Es posible que haya habido una derivación del Hospital Militar al San Roque, porque en el Hospital Militar no se contaba con los instrumentos para atender a un niño que nacía con problemas". En esa línea, expresó que también era "posible que haya derivaciones del San Roque al IPP, porque la complejidad del IPP era superior a la del Hospital", remarcó.

Este punto del interrogatorio buscaba avanzar en una versión de una de las enfermeras que aseguró que el mellizo varón podría haber estado entre el 4 y el 10 de marzo del 78 en el Hospital Materno Infantil. Cabe recordar que la beba mujer (Sabrina Gullino) ingresó el 4 de marzo al IPP, pero su hermano varón lo hizo el 10 y no se sabe que pasó durante esos seis días con el.

Ante la repregunta, la pediatra aseguró: "Sin ninguna duda, la derivación se hacía con conocimiento de los médicos que estaban trabajando en el área de neonatología del Hospital".

También declararon otros dos testigos: un médico que hizo guardias pediátricas en el IPP a partir del segundo semestre del 78 y un exempleado administrativo del instituto que cumplió su labor tiempo antes de los hechos que se investigan.

El pediatra es Alfredo Sors, quien trabajaba los fines de semana en el IPP y quien aseguró que durante esos días "no se daba de altas a los pacientes". El motivo se basaba en que el área administrativa no trabajaba durante el fin de semana y por ende "no se podía completar el trámite del paciente".

En cuanto a la cantidad de incubadoras y cunas, Sors aseguró: "No es preciso, pero habrá habido cuatro incubadoras y cuatro cunas. No siempre estaban completas, siempre había capacidad ociosa". Además, confirmó lo que expresaron las enfermeras del IPP: "Cada cuna o incubadora tenía un cartoncito donde uno podía ver el apellido y/o el nombre del bebé".

En relación a la tesis defensiva que busca probar que el IPP tenía un sistema de internación abierta, es decir, que cualquier pediatra podía internar a sus pacientes y llevar el seguimiento diario del tratamiento, Sors aseguró: "El médico de guardia no se desentendía nunca, era el encargado de llevar a cabo la evolución del paciente. Para internar siempre había una comunicación de médico a médico".

En cuanto al testimonio de Ángel Alberto Zoff, exempleado adminsitrativo del IPP, su relato no aportó mucho -en apariencia- al fondo de la causa.

La pericia caligráfica

El próximo martes se espera, además de algunos testigos, la presencia de la perita de Gendarmería Nacional que analizó el libro de producción del IPP. Allí hubo tres registros referidos a la causa: el ingreso de Sabrina el 4 de marzo, el ingreso del mellizo varón el 10 de marzo y el egreso de ambos el 27. Según la pericia, los tres registros se realizaron con tres tipos de grafías distintas, es decir, tres personas diferentes realizaron las anotaciones.

Para completar esta pericia, se está elaborando un cuerpo de escritura y se solicitó (ya fue entregado el material) historias clínicas de la época al IPP para comprobar y comparar grafías distintas y poder determinar quien registró cada uno de los datos que figuran en el libro de producción de la época.

Miércoles, testimonio clave

A mitad de la semana próxima comenzaría a gestarse el final de los testimonios y se contará con la prueba que aporte el médico Juan Feraroti. El doctor solicitó no comparecer ante el tribunal por padecer psoriasis y vaivenes de presión. Este jueves, se hizo presente el médico del TOF y recomendó realizar esta declaración de manera domiciliaria. Esto quedó a confirmarse y puede ser programada para el próximo miércoles.

El testimonio de Ferraroti es importante puesto que una enfermera del Hospital Militar aseguró que fue él quien adoptó la decisión de trasladar del nosocomio de los cuarteles al IPP a los dos bebés en aquellos primeros días de marzo del 78.