El total de decesos de personas con diagnóstico de dengue llegó a 32. La cifra supera el registro de 2020, cuando la cantidad de muertes había sido 26.
El mapa de las víctimas fatales en el país está distribuido de la siguiente manera: la provincia con más muertes es Salta (10), seguida de Tucumán (8), Santa Fe (5), Córdoba (2), Jujuy (4), Buenos Aires (1), Entre Ríos (1) y Santiago del Estero (1).
Desde la provincia de Salta, si bien confirmaron las diez muertes, intentaron bajarle el tono al escenario al afirmar que esas personas "murieron con dengue, no de dengue". Se referían a que los pacientes tenían otras comorbilidades, algo que suele complicar los cuadros, informó Clarín.
La primera muerte de este año se registró en fines de febrero, cuando la curva de casos comenzaba a subir rápidamente. Y se estima que por lo menos hasta fines de mayo la incidencia del virus transmitido por el mosquito Aedes aegypti seguirá siendo alta.
Para que los mosquitos desaparezcan se necesitan bajas temperaturas sostenidas en el tiempo, mientras que durante el otoño las oscilaciones térmicas son aliadas del mosquito. Pese a la ocurrencia de algunos días más fríos que otros, el vector puede sobrevivir.
El infectólogo Pablo Bonvehí esto se da porque “por un lado hay una extensión del vector, alcanza a más lugares y hay más mosquitos” y sumó otro elemento que de cara al futuro resulta inquietante.
La cifra acumulada de muertes hasta el momento y el incremento de casos graves de dengue, según explica Bonvehí, estaría vinculada a las anteriores epidemias fuertes del pasado reciente. De alguna manera, la "explosión" actual sería el producto de un efecto acumulativo.
"Hay que tener en cuenta que por cada caso que se contabilizó en los brotes de 2016 y 2020, hubo tres asintomáticos, por lo que una segunda infección puede volverse sintomática y más grave. Es probable que los casos con mayores manifestaciones clínicas y mortales correspondan a una segunda infección", explicó el infectólogo.
Por último, en declaraciones a Clarín, Bonvehí añadió un tercer elemento: "A todo eso hay que sumarle la situación socioeconómica que hace que la gente le preste menos atención a los cuidados de la salud y no tome las precauciones que hay que tomar para evitar la picadura del mosquito".
Por ahora, la única herramienta para hacerle frente a la epidemia en Argentina es la responsabilidad personal, y que tanto desde campañas nacionales como provinciales se repite con insistencia. Esto es, básicamente, no acumular agua en recipientes en las viviendas, para que el mosquito no se pueda reproducir. El otro elemento clave que encaja en la misma lógica es el uso de repelente.
Luego hay otras herramientas ya más sofisticadas que no están disponibles en Argentina. Son las dos vacunas que existen contra el dengue, una que ya fue aprobada por la ANMAT en 2020 -sin stock en el país, en la región sólo la tiene Paraguay- y otra más nueva, recientemente autorizada en Brasil, que sigue a la espera de que el organismo sanitario argentino le dé el visto bueno.