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“Creo en el Arte como motor”, entrevista al artista visual paranaense Pablo González

Para ANÁLISIS

Por Belén Giménez

“Me gustaría poder escribir lo que siento pero no sé hacerlo, por eso pinto”, me comenta Pablo durante los arreglos para la entrevista y me lleva a pensar en los diversos lenguajes con los que nos permite manifestarnos el arte a través de sus ramas; mientras que, sus relatos y sus obras, me recuerdan las palabras del escritor y editor Eric Schierloh: “Lo que hacemos es una forma de habitar el mundo”. La forma de Pablo se materializa en la pintura como lenguaje de lucha, como acción para la transformación, impulsada siempre desde el amor. 

¿Cómo y cuándo fueron tus primeros pasos en el mundo del arte?

El primer registro que tengo es de los 5 años, en el Jardín de infantes, cuando nos proponían actividades para pintar: ese contacto, el aroma a pintura, los colores saturados que nos daban, el uso de las manos. Igualmente, siento que siempre estoy “iniciando”, el “reinicio” es una constante en mi vida, el arte para mí es infinito, inagotable y, hay momentos en los que tengo la sensación de que empiezo de cero, como aquella vez en el jardín de infantes. 

Casi toda mi infancia me la pasé dibujando, era mi cable a tierra, mi universo. A los 6 años, mi papá me mandó a una academia privada para que aprenda a tocar el piano. A esa academia iba mi hermana, ella actualmente es profesora, se recibió ahí. Mi hermano, Moisés, también siguió el camino de la música, él toca la trompeta. Claramente mi papá intentaba que yo también formara parte de ese universo, pero a la tercera clase que fui, mi profesora lo convocó y le dijo que tal vez en mí había un artista, pero no en torno a la música, sino uno visual. Eso quedó como anécdota porque en ese lugar, en vez de tocar, me ponía a dibujar en los pizarrones donde había pentagramas.

A los 13 años empecé a explorar el universo pictórico, empecé a pintar por mi cuenta. Es propio de mi personalidad, soy muy inquieto, curioso, me gusta mucho explorar e investigar por mi cuenta; entonces comencé a pintar abstracto. Es un poco lo que me define: mi obra es una neofiguración pero tiene una gran influencia en la abstracción. 

O sea que tu inicio está apoyado por tu familia que te aporta lo necesario y por docentes atentos que pueden ver tus capacidades por fuera de sus intereses. ¿Hay algo más o alguien más que haya influido en tu inclinación por lo visual?

No creo tener una influencia específicamente en el arte visual, pero sí en el arte en general: en mi casa siempre se escuchó música, que, como te dije, es el camino que tomaron mis hermanos. A la anécdota que te conté hoy de la profesora de piano, puedo sumarle otra de mi infancia en la que una profesora de matemáticas le dijo a mi papá: “Mire González, no vaya a ser que usted quiera sacar un arquitecto y su hijo sea un artista”. Fueron sucesos puntuales que le fueron mostrando para qué lado tenía que acompañarme. Siempre sentí que tuve mucha libertad para elegir y pude ir por este lado, impregnado de esa libertad, y con el total apoyo de mi familia. 

En cuanto a la formación específica ¿cuál ha sido tu recorrido?

Cuando terminé el secundario me fui a Santa Fe a estudiar Diseño Gráfico en Comunicación Visual en la Universidad Nacional del Litoral. Es una carrera de tres años y yo, después de haber hecho un poco más de dos, movido por lo que sentía, decidí volver a Paraná a estudiar arte. Así fue que empecé en la Facultad de Artes Visuales de la que egresé. Aprendí todo lo relacionado al dibujo, al grabado, etc., pero mi especialidad es la pintura. Después de eso, hice un posgrado en Arteterapia dentro de un convenio que tenía la Universidad Autónoma de Entre Ríos (UADER) con el Instituto Universitario Nacional de las Artes (IUNA) de Buenos Aires. Siempre me gustó pensar el arte en función a ayudar, a sanar, a rehabilitar, a resignificar; y esta instancia de formación me permitió poder trabajar el arte desde la salud mental. Eso lo trabajo hasta el día de hoy, lo siento muy propio. También he hecho clínicas en el campo de lo visual con artistas como Enio Iommi, por ejemplo, que es un escultor vanguardista argentino.

También incursioné y me capacité en fotografía a partir de clínicas, talleres y seminarios. 

Las obras del artistas serán expuestas en su próxima muestra en Chavela. 

No solo te decidiste por lo visual, sino que, dentro de esa rama, te inclinaste hacia un área específica que tiene que ver con lo terapéutico. ¿Podés profundizar un poco?

Yo creo en el Arte de las posibilidades; en el Arte que transforma, que iguala, que incluye, que libera; creo en el Arte del que sufre, del que ríe, del que lucha; en el Arte como motor esperanzador para nuevos amaneceres; creo en el Arte que abre caminos de victorias. Y el arteterapia me permite materializar lo que planteo que es poder dejar algo en el otro, siempre desde el amor, ya sea a partir de una obra de arte, desde la enseñanza, de un encuentro, de una muestra; poder dejar una huella, una mirada, interpelar a quien lo está viviendo del otro lado, con otra mirada. Es un gran motor para mí el hecho de poder dejar algo en las otras personas, y todo basado desde el amor. El amor atraviesa el arte, siempre. 

Como artista, ¿quiénes son tus referentes?

Antonio Verni; Cesario Quiroz, pintor entrerriano; Lola Mora. Y respecto a lo contemporáneo, Luis Felipe Noé y, por otro lado, el Grupo Mondongo que es un colectivo de artistas que trabajan en conjunto y de quienes tengo influencia en parte de lo que estoy haciendo actualmente.

¿Tenés algún proyecto nuevo para este año? ¿Podés contarme de qué se trata?

Cuando pienso en proyectos, lo primero que se me viene a la cabeza es Chavela.  Chavela es parte de mi obra, como si fuera un lienzo, es una obra de arte, la tomo así. Si bien no es nuevo, todos los años incluye nuevas actividades, nuevos espacios, desafíos; siempre se reinventa.

Además, estoy preparando una muestra personal de obras de Técnica Mixta que incluyen el dibujo y la pintura y que voy a presentar en la reinauguración de Chavela. Seguramente sea itinerante porque después se va a Buenos Aires. Son obras Neofigurativas y Abstractas, en gran formato. La muestra se llama “Habitar el interior”, es una propuesta con un sentido doble: primero, es una invitación a habitar, a recorrer el interior de Entre Ríos a partir de lo que tenemos para mostrar los artistas emergentes de la provincia; y, para los que somos de acá, una invitación a habitar el interior del artista. Como parte de esa serie, voy a presentar -también en gran formato- arte textil en el que vengo incursionando hace varios años.

Y, por supuesto, voy a seguir con las labores específicas al interior de Chavela. En este momento estoy brindando talleres de Arteterapia; Talleres de Arte, específicamente de pintura, dibujo y Técnicas experimentales; y Taller de Fotografía. 

Las obras que conforman la muestra, ¿tienen algún eje/tópico/tema?

Es algo en lo que vengo trabajando, reelaborando e investigando hace más de diez años. Te puedo decir que en la obra emergen la continuidad y las búsquedas, con colores pregnantes y saturados que representan lo intenso y apelan a quedar grabados en la retina. En cada obra, lo sobrevuelan dos gestos: el anclaje en la infancia y la búsqueda del justo equilibrio. Un personaje invita a habitar el interior de la obra de este artista y, desde ahí, busca dejar una huella: somos un regalo, una sombra, un suspiro.

Pablo González nació en Paraná, Entre Ríos, el 14 de junio de 1977, tiene 44 años y es Artista Visual, Arteterapeuta y Fotógrafo. Actualmente coordina el Espacio Chavela que funciona en Misiones 448. Sus obras han formado parte de diferentes Salones de Arte de la provincia, municipales y privados, entre los que se destaca el Salón Anual de Artistas Plásticos en el Museo de Bellas Artes de Entre Ríos, donde ha obtenido menciones. Además cuenta con muestras colectivas a nivel provincial en Paraná, Victoria, Concepción del Uruguay, La Paz, Gualeguaychú; y, por fuera, en Santa Fe y Buenos Aires, donde participó en dos Gallery Nigth, circuito Retiro-Recoleta y en la Muestra de Artistas Entrerrianos en la Galería Milo Lockett.

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