Robaron una importante suma de dinero de las oficinas del Grupo Motta en Estación Racedo

El hecho se conoció cuando la primera empleada ingresó minutos después de las 8 al establecimiento de la firma y se encontró que estaba desconectada la alarma, no funcionaban los teléfonos y que la postal que arrojaban las 16 oficinas de la administración distaba mucho del habitual orden del ámbito de trabajo.

La noticia irrumpió con fuerza en la pueblerina tranquilidad de la ciudad ubicada a unos 35 kilómetros de Paraná, que se vio sobresaltada desde las primeras horas de la mañana por un fuerte operativo policial para desentrañar los pasos de una maniobra delictiva, preparada y ejecutada minuciosamente, a la que -de acuerdo a la posición de la empresa y fuentes de la investigación- sólo le falló un paso para la perfección: no encontraron el dinero que esperaban dentro de las oficinas de la empresa dedicada a la investigación, producción y faena avícola.

En Racedo los asaltantes agujerearon los techos, pero optando por ingresar por una ventana interna, utilizando también una acción de distracción a la Policía y el uso de tecnología y conocimientos informáticos.

Los hechos

Si bien la central de internet -ubicada en otra dependencia del grupo económico a unos 200 metros del lugar- denunció que el servicio fue interrumpido a las 5 de la madrugada, y que habrían trabajado al menos tres personas por 45 minutos en el lugar, el operativo delictivo comenzó algunas horas antes.

Fue cuando la Comisaría del lugar recibió un llamado -cercano a la medianoche- advirtiendo que se estaba produciendo un hecho criminal a varios kilómetros de Racedo, en zona rural, que obligó al único uniformado que dispone la dependencia del pueblo a dirigirse con el patrullero hasta el lugar, interrumpiendo la ronda de vigilancia que se realiza regularmente en la noche por la población compuesta por unas 600 familias, la mayoría de ellas empleadas en las cuatro plantas que la empresa posee en el lugar.

Al llegar a la escena descripta en el llamado, el oficial comprobó que se trataba de lo que en la jerga se conoce como una “llamada hueca”, por lo que el operativo de distracción le permitió a los delincuentes ascender a los techos por el frente de la administración -en la mañana aún eran visibles bajo la lluvia las huellas de barro en la pared- y llegar hasta los techos donde, de acuerdo a perspectiva del comisario del lugar, Pedro Meric, habrían utilizado tijeras cortachapas para realizar cuatro agujeros en la cubierta.

Los investigadores infieren que el número de boquetes en la cubierta de zinc se debe a que conocían perfectamente que los conectores de los sensores de la alarma, que se activa por movimiento, estaban ubicados entre el cielo raso y la chapa, pero no tenían definido el lugar con exactitud. Entre el techo de zinc y el cielo raso existe un espacio de unos 75 centímetros, donde se despliega todo el cableado de la seguridad de la administración.

Una vez desconectada la alarma con un simple procedimiento manual, los asaltantes se encargaron también de desconectar Internet e inutilizar el moderno sistema de telefonía y se descolgaron a las oficinas por una ventana lateral, tomando la precaución de mantener activo el flujo energético para poder moverse con comodidad. "El primer lugar al que fueron fue la sala de cómputos", confirmaron desde la empresa.

Una vez adentro -se deduce-, mientras uno de ellos se encargaba de puntear con cortafierros y un martillo el cabezal de una vieja caja fuerte de seguridad que tenían previamente identificada, y a la que terminaron violentando con una barreta de hierro; los otros buscaban hacerse de la mayor cantidad de dinero posible hurgando y revolviendo los cajones y armarios de las 16 oficinas de la administración.

Aun sin haber realizado el conteo final de lo sustraído y de acuerdo a percepciones previas, el titular del Grupo, Héctor Motta, confirmó a El Diario que en principio sólo habrían logrado llevarse una suma que ascendería a los 50 mil pesos, ya que “la empresa está bancarizada, no posee efectivo ni valores en las oficinas, y los cheques eran no a la orden”, lo que hubiese dificultado cualquier intento de monetización, “lo que muestra que estaban en conocimiento claro de lo que debían llevarse”.

El objetivo de la sofisticada banda sólo se habría concentrado en dinero, ya que dejaron notebooks y otros artículos de valor que permanecieron en el lugar, que al momento del hecho no contaba con ningún personal trabajando y que está ubicado a menos de 100 metros de la comisaría local.

Retirada

Las pesquisas previas aseguran que antes de las seis los ladrones ya se habían retirado de la empresa por el mismo lugar por donde ingresaron, dejando un destrozo importante en el mobiliario y las pertenencias.

Otro dato que habla del nivel de preparación del hecho fue que no habrían dejado huellas digitales ya que habrían actuado con guantes, haciendo imposible a los investigadores de Criminalística de la Policía de Entre Ríos que actuaron sobre la escena del crimen levantar testimonios que pudieran identificar por ese medio a los autores.

Varias horas pasado el mediodía seguían trabajando en el lugar para poder definir detalles, y bajo una copiosa lluvia se podía verlos sobre los techos intentando encontrar pistas para la resolución.

Si bien se trata de un paraje muy tranquilo y anodino, cerca de 500 personas trabajan en las empresas de Grupo Motta durante todo el día, por lo que el movimiento de autos y camiones es constante, cosa que habría facilitado la huida de la banda.

La Policía no descartaba la hipótesis de un “entregador” o “informante” interno, conjetura que Motta prefirió desechar de plano.

Este es el segundo robo que sufre la empresa desde que está radicada en el lugar, “y espero que sea la última”, vaticinó Héctor Motta, quien se mostró calmo y describió los hechos con resignación. “Lo grave fueron los destrozos materiales, y las cosas se pueden arreglar. Uno está acostumbrado en la vida a estas cosas, y afortunadamente no pasó de lo material y no se produjo con personas trabajando”, sentenció.

Un pueblo con estadística cero

La mañana del viernes en la sosegada localidad de Racedo se levantó con la misma parsimonia que casi todos los días. Sólo el cielo plomizo amenazaba perturbar la franciscana paz de todos los días. El frío y la lluvia que comenzó a caer sobre las no más de 300 casas que hay en el lugar hicieron que la noticia pasara desapercibida para muchos.

Sin embargo, en las oficinas de la administración de Grupo Motta cundía la impotencia y el malestar. El robo de la madrugada había significado poco menos que un ultraje, por el nivel de desorden y agitación, en el apuro de los ladrones por encontrar dinero en cajones, escritorios y muebles.

El pueblo era casi fantasma cuando los Motta decidieron radicarse mudando desde Crespo a Racedo todas sus unidades productivas, y el lugar en una década recuperó el ímpetu y los servicios, pero manteniendo la calma propia de un lugar donde aún los niños dejan la bicicleta en las veredas y se duerme la siesta con la puerta sin trabar la llave. Incluso, apenas seis meses atrás, la empresa recibió un premio internacional por su aporte al rescate del poblado. Hoy casi 500 personas se mueven en todos los horarios por el lugar en motos y autos yendo y viniendo de su lugar de trabajo, siendo muchos residentes en el lugar.

Hasta este viernes, el pueblo tenía un extraño récord para los tiempos que se viven: estadísticamente no tenía delitos.

“Somos un pueblo de estadística cero, ya que en los últimos cinco años no se habían producido delitos”, confesó el comisario Pedro Meric, a cargo de la comisaría del lugar que sólo posee cinco efectivos, que se reparten entre turnos y francos haciendo un promedio de no más de dos por día.

“Aquí nunca pasa nada, y sólo de vez en cuando escuchamos noticias de alguna cuatrereada o incidente menor”, narró Silvia, una amable señora que tiene un kiosco en la misma manzana de la empresa asaltada. Lo mismo dijo un vecino que no quiso dar su nombre e hizo un gesto negativo antes de subir a su camioneta y alejarse del lugar sin dar a conocer su nombre.

No obstante, Héctor Motta predecía algo de esto, y lo describe con precisión. “Racedo tiene un buen comisario, con buena predisposición y profesionalismo, pero estos valores se agotan cuando se cuenta la cantidad de hombres que tiene a su cargo. Con este déficit vive Racedo, y entiendo que muchos pueblos de la provincia que están muy abandonados. Yo recuerdo que en épocas que el Jefe de Policía era (Ernesto) Geuna le hice un pedido formal a aquel comisario para lograr una mayor dotación para Racedo y ya tienen que haber pasado ocho años. Al actual jefe de Policía le hicimos el mismo pedido, pero todavía no logramos lo buscado”, precisó el industrial.

Racedo era un pueblo de estadística cero en delito, en el último tiempo y hasta ayer. Sin embargo, un consuelo le queda a quienes se consulta y lo dicen de viva voz: “Menos mal y gracias a Dios que pasó de noche y que no había gente. Hubiese sido terrible si pasaba de día”.

(Foto: El Diario)

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