“Impunidad y muerte van de la mano”

Por Alfredo Vitale*

“Él será primero, después me matarán a mí”, afirmó repetidas veces el juez Paolo Borsellino, otro de los estoicos magistrados que lograron este juicio sin precedentes. Tan sólo dos meses después, un 19 de Julio de 1992, también fue asesinado con explosivos en la puerta de la casa de su madre.

Ambos atentados tenían la firma de la “cosa nostra”.

Hoy, tanto Giovanni Falcone como Paolo Borsellino, son reconocidos como verdaderos héroes en toda Italia.

A miles de kilómetros de Italia y a 23 años de estos macabros episodios, un 18 de enero de 2015 falleció en Argentina el Fiscal Federal Alberto Nisman, sobre el que sectores relacionados con el ex gobierno de Cristina Fernández de Kirchner pretendieron instalar la idea de un suicidio, aunque con mucha torpeza hicieron todo lo posible y lograron convencernos de que a Nisman lo mataron. Justamente, Nisman investigaba el atentado a la Amia y días posteriores a su deceso asistiría al Congreso para denunciar a la ex Presidente Fernández de Kirchner y a varios de sus funcionarios por la firma del Pacto con Irán.

Días pasados, más precisamente el 3 de mayo del corriente en La Plata, el fiscal Fernando Cartasegna, quien investiga un caso relacionado con comisarios de la policía de la provincia de Buenos Aires, acusados de los delitos de cohecho (coimas) y de trata de personas, fue atacado en su Despacho, donde fue hallado por empleados de la Fiscalía, maniatado, amordazado y con un intento de ahorcamiento, con una leyenda “conozca al próximo Nisman”.

Pero no fue el primer ataque recibido por Cartasegna, ya que el sábado 29 de abril, también del corriente fue interceptado ilegalmente por dos hombres y una mujer vestidos con uniformes policiales antiguos, quienes lo golpearon con una barra de hierro y le dijeron: "Te vamos a meter en un baño y te vas a suicidar o te suicidamos".

Transcurrida esta primera embestida, el fiscal Cartasegna se dirigió a su casa en Gonnet (La Plata), y constató que desconocidos habían ingresado a la misma violentando una puerta, y ya en el interior de su morada vio una serie de panfletos en los que estaba su fotografía junto a la del ex Fiscal Nisman.

Sin olvidar, claro está, que la gobernadora de la provincia de Buenos Aires, María Eugenia Vidal, por seguridad y la de sus hijos debe vivir en una base militar.

Estos hechos referenciados son de una notoria gravedad institucional.

Difícil de analizar cuando, por un lado, como sociedad reclamamos contra la inseguridad, pero cuando hay jueces y fiscales a los que por investigar y luchar contra la corrupción los acecha la muerte, hacemos silencio.

En la medida que exista ese silencio o desinterés, seguiremos comprobando que la impunidad porta una espada que hiere de muerte a la República.

Debemos entonces exigir que, de una vez por todas, en la República Argentina donde mafias o grupo de personas actúan impunemente, sean sometidos a la justicia.

Es bueno observar, que - no es casualidad sino causalidad - los detractores tanto de Falcone, Borsellino y Nisman, coincidentemente a través de medios de comunicación se encargaron de acusarlos, en forma respectiva, de exagerar en sus investigaciones, de cultivar la imagen personal y buscar un protagonismo para ascender en sus carreras judiciales.

Estas injustas acusaciones les costaron sus vidas.

En el sistema republicano, el Poder Judicial es la garantía del ejercicio de los derechos de que gozamos, por tal razón, los funcionarios que trabajan denodadamente contra la corrupción e impunidad, en lugar de tristemente llegar a convertirse en héroes y mártires, deben gozar de sus vidas en paz.

La única receta es luchar sin cuartel contra cuanta impunidad haya, sin importar del sector del cual tenga origen.

Meses antes de morir, Giovanni Falcone, en una entrevista periodística expresó: “Sólo me gustaría decirle a esta ciudad que los hombres vienen y pasan; pero más tarde sus ideas y las cosas por las que se esforzaron en términos éticos, esas permanecen y seguirán caminando con las piernas de otros”.

Callar o mirar hacia otro lado, como en estos casos, es tender puentes para que la impunidad y la muerte vayan de la mano.

“Yo puedo salir muerto de esto” – Alberto Nisman.

*Abogado

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