
Por JCB de ANALISIS DIGITAL
El fallo de la Justicia entrerriana que recayó sobre un productor y dos actores de una empresa fumigadora produjo repercusiones de ambos bandos. La celebración de la militancia de diversa índole, empezando por la campaña Paren de Fumigar las Escuelas y hasta llegar a expresiones políticas opositoras al modelo vigente de producción.
Pero la resolución judicial también cosechó críticas.
Primero -durante la instancia oral y pública del juicio- fue el turno la expresión entrerriana de la Mesa de Enlace. Ellos manifestaron su "preocupación" por el accionar de la Justicia y defendieron al productor -y los otros dos condenados- al decir que no había habido ninguna irregularidad. Sin embargo, la condena del Tribunal de Concepción del Uruguay logró mostrar que había pruebas de lo contrario.
Luego de la condena, un grupo de ingenieros agrónomos de Urdinarrain se quejaron de la "divulgación mediática" de temas vinculados al uso de agrotóxicos y se quejaron de los estudios que indicaron que dicha localidad es una de las que tiene mayor concentración de glifosato en el mundo. Además de cargar contra la prensa por el modo de divulgación, los ingenieros aseguraron que les "preocupa la falta de información".
Patricio Eleisegui es periodista y escritor del libro Envenenados, que lleva en su tapa a Fabián Tomassi, entrerriano reconocido en el mundo por ser víctima del uso de venenos en los ámbitos productivos. En diálogo con Radio UNER Paraná se refirió al juicio y enmarcó las críticas de estos sectores: "Hay una decisión de un modelo de producción que lleva más de 20 años en la Argentina y que se basa en el del uso de los transgénicos y que estos son inseparables del uso de pesticidas", explicó.
El especialista explicó que este modelo no pretende abastecer de alimentos al mundo como aseguran sus defensores, sino que lo que se establece en este país con claridad es un negocio impulsado por los sectores concentrados del sector y reproducido por casi la totalidad de los productores: "Cuando uno evalúa todos los eventos biotecnológicos que están aprobados en la Argentina, todos tienen algún tipo de resistencia a los pesticidas. Esto demuestra que todo esto no es más que un negocio y el negocio es vender agroquímicos".
Siguiendo la propia lógica del capitalismo, la industria utiliza todos los insumos que tiene a mano para la construcción de la legitimidad de sus negociados. Para esto es necesaria la publicidad en los medios masivos de comunicación, el financiamiento de programas destinados a la universidad pública y el lobby que presiona y condiciona a la clase política que aplica las medidas necesarias para que el negocio tenga su desarrollo. Lino Barañao, centenar de veces señalado como el "ministro de Monsanto", logró sortear la grieta y se mantuvo en su cargo cuando Cristina Fernández dejó el gobierno y asumió Mauricio Macri.
"Lamentablemente durante estos 20 años, todos estos actores del agroquímico (las empresas y los agentes del Estado) y la influencia de las compañías en el sector político a través del financiamiento de campañas, ha generado una suerte de cultura de producción que obviamente ha llegado a la academia y ha contaminado las curriculas. En definitiva ha borrado de la formación las alternativas a este modelo y hoy parece que lo único que recibe como formación un ingeniero agrónomo es un parlante gigante que lo único que le dice es que debe producir usando pesticida. Es una cultura que desterrarla es muy complejo", analizó.
Ante la pregunta de los entrevistadores sobre el modelo alternativo de la agroecología, Eleisegui la calificó como "la alternativa más acorde a lo que necesitamos para recuperar nuestra salud ambiental". "No sólo demuestra que puede atender la demanda de alimentos, sino que además brinda un alimento de calidad y sin veneno".
"Es volver a trabajar el campo como en otras épocas y volver a generar más mano de obra, porque las tecnologías han disminuido el trabajo y fomentaron la migración hacia las ciudades", explicó el escritor y aseguró que "habría menor presión ambiental".