Por N.B., de ANALISIS DIGITAL
Por el estrado del tribunal que encabeza Noemí Berros, Roberto López Arango y Lilia Carnero, pasaron este martes siete testigos, en el marco del juicio oral contra José Cándido Manzanares y Dardo Rubén Darío Campoamor, imputados por trata de persona menor de edad. Declararon dos mujeres jóvenes que conocen a la víctima y hasta una de ellas confió que también era presa del delito que se investiga. También atestiguaron los gendarmes que participaron del operativo de tránsito por el que comenzó la investigación, Alejo Martín Bonfiglio y Gustavo Miguel Espinosa; y los testigos civiles, Hernán Rafael Desan y Diego Larrosa, quienes presenciaron el procedimiento en las inmediaciones del puente Victoria-Rosario.
Si bien para la jornada de hoy estaba previsto que mostraran el video de la Cámara Gesell realizada este lunes a la víctima, eso fue suspendido cuando el defensor de Manzanares, Mario Andrés Figueroa, pidió permiso para que su representado no estuviera presente en ese momento “por no estar en condiciones”. “Nosotros decidimos pasar ese video en la sala de audiencias justamente para que Campoamor y Manzanares lo vieran”, respondió Berros ante el planteo. Como Campoamor se había retirado más temprano, los jueces decidieron suspender la emisión.
Además, el tribunal comunicó que para este miércoles está previsto que declaren otros cuatro testigos; que se incorpore el resultado de la pericia caligráfica, solicitada por el fiscal, sobre un papel que ayer entregó la madre de la víctima (la mujer denunció que el propio Manzanares, como amenaza, le escribió la dirección de un abogado para que consulte por otra causa); y que se realicen los alegatos de parte.
“Desde que tengo 12 años”
Una de las testigos en el juicio, una muchacha que aún no cumplió los 18 años, relató cómo conoció a Manzanares y Campoamor, detalló que ella y otras amigas (incluida la víctima), recibían dinero a cambio de tener relaciones sexuales con los imputados desde que tenían 12 años. A la chica le costó hablar frente a tantas caras desconocidas. “No sé, ya no me acuerdo de nada. Hace mucho que no hago eso”, esbozó en repetidas oportunidades, pero ante las preguntas, terminó contando.
Aclaró que ella sostenía una relación con Rubén Darío Campoamor, pero que una vez estuvo con Manzanares. “Yo le dije a Campoamor que había estado con Manzanares. Él me dijo que estaba bien”, recordó. Detalló que con Campoamor se veía todos los días, pero no siempre tenían relaciones sexuales. “Me daba 250 pesos”, acotó y añadió que en una oportunidad habían viajado a Buenos Aires, por lo que también recibió dinero: “Me dijo que era para que me compre ropa”.
La chica recordó que los fines de semana comían asados en una casa que está cerca del Cementerio de Gualeguaychú. “Comíamos, bailábamos y después íbamos a un hotel”. Añadió que a esas reuniones también asistían otras personas, hombres y mujeres que ella no conocía. Contó que en una oportunidad, Campoamor le regaló un celular que puso a nombre de otra muchacha, porque ella es menor de edad. Ratificó que el imputado nunca la pasó a buscar por su casa: “Siempre por la esquina, o en la otra cuadra”, dijo y acotó que nadie de su familia, excepto su hermano que es dos años mayor que ella, sabía de la relación con Campoamor. Recordó que durante un año estuvo peleada con su madre y que en ese tiempo vivió en una casa de un conocido de Campoamor. “Gregorio era el nombre del dueño de la casa. Ahí viví con una amiga”, relató.
Aseguró que ella también fue invitada a viajar a Córdoba la noche del 5 de diciembre de 2011. “Para ir a pasear”, precisó, sobre el objetivo del viaje. La joven terminó su relato y partió del Juzgado. El debate pasó a un pequeño cuarto intermedio, pero cuando se reanudó, el fiscal informó que la psicóloga que acompañaba a la testigo le dijo que antes de declarar, la chica le había confesado que había sido amenazada, por lo que se decidió hacerla volver.
Nuevamente en la sala de audiencia, la muchacha admitió que su cuñada había recibido una amenaza de parte de un desconocido. “Le dijeron que tenga cuidado con lo que declaraba porque si no, iba a tener problemas”, ratificó. Tras ese último relato, se dispuso protección para la testigo y su familia.
“Era un control de seguridad vial”
El ex jefe de la sección seguridad de Gendarmería en Victoria, Alejo Martín Bonfiglio, manifestó cómo fue el procedimiento realizado en el Puente Victoria-Rosario, que derivó en la investigación por trata de una menor de edad. Este lunes dijo que “a uno de los integrantes de la patrulla le pareció apócrifo un DNI” presentado en el control, cuando detuvieron el auto en el que iban Campoamor y Manzanares con la jovencita. “Después nos dimos cuenta que la chica llevaba su DNI y el de la madre y que ninguno de los hombres tenía una relación de parentesco con ella. Además, ella dijo que iba a Córdoba, pero no sabía bien a dónde. Entonces, pedí que una patrulla de Gualeguaychú se presente en el domicilio de la madre. Allí la señora dijo que había autorizado a su hija a viajar, pero a Concepción del Uruguay con una amiga”, recordó.
“Era un control de seguridad vial, pero como no se suele encontrar a mayores de edad con una menor, sin un vínculo directo, pedimos la intervención de la Justicia”, agregó.
El inicio de la causa
El 5 de diciembre de 2011, cerca de las 3 de la madrugada, el Peugeot rojo que transportaba a José Cándido Manzanares, Rubén Darío Campoamor y una joven que apenas contaba 16 años, se acercó al puesto de Gendarmería situado en la Ruta Nacional 174, antes de cruzar el puente que une Victoria con Rosario. Allí los efectivos pidieron la documentación correspondiente y preguntaron el destino y objetivo del viaje. Los hombres respondieron que iban a vender el auto y la adolescente dijo que iban de paseo. Los gendarmes le reclamaron a la chica una autorización de los padres para pasar a la otra provincia, pero ella admitió que no tenía tal papel. Entonces decidieron contactar a la madre, y le preguntaron si autorizaba a su hija a salir de la provincia con dos hombres mayores. La mujer respondió negativamente, mientras Manzanares y Campoamor observaban cómo se derrumbaba el objetivo del viaje: llegar hasta Laboulaye, Córdoba.
En sede judicial, una amiga de la muchacha contó que hacía dos años, ambas conocían a los hombres. Que eran amigos de ellas. Que compartían asados e iban a reuniones de las que también participaban enfermeros y abogados, entre otros. Agregó que visitaban hoteles, que las sacaban a tomar helado y tenían relaciones sexuales por 150 ó 200 pesos.
(Foto: Uno)