
“Hay un flagelo que atenta contra la vida, la seguridad y principalmente a los jóvenes: el narcotráfico que desgraciadamente inunda muchos lugares vulnerables de nuestra Entre Ríos. Tolerancia cero, nuestros organismos de seguridad, de Justicia y los actores sociales tenemos que comprometernos, es decir, dar todo para combatirlo”. La frase de Sergio Urribarri sonó fuerte en el recinto. El gobernador nunca había hablado de esa manera sobre el avance de la droga en la sociedad entrerriana. Ni siquiera cuando fue ministro de Gobierno de Jorge Busti, entre 2003 y 2007; es decir, cuando era el jefe político directo de la Policía de Entre Ríos. La frase la dijo con firmeza y convicción, pero le faltó reconocer el fracaso de las políticas instrumentadas o no instrumentadas, mejor dicho, por el Estado provincial o nacional para combatir el flagelo.
En la columna de análisis político, La teatrocracia: la Presidenta, la banda, la hija y “él”. Cristina Fernández volvió a jurar y esta vez, a la banda presidencial se la colocó su hija. La Reina, en el apogeo de su estrellato, en la cúspide de su poder, está sin embargo desnuda. Un tácito pacto de seguidismo envuelve a sus simpatizantes, adherentes y no constructores, e impide que una elemental racionalidad se imponga sobre los aspectos emocionales que, claro que sí, pueden intervenir en la práctica política más no tanto como para conducir al absurdo. Hay componentes institucionales desgraciados en la decisión presidencial de ser coronada por su hija y en su opción de elevarlo a “él” a idéntica jerarquía que Dios y la Patria entre los entes ante quiénes rendir cuentas. Pero hay un estadio previo, menos formal y más humano, menos protocolar y más cotidiano: la Presidenta hace el ridículo. No se lo advierten.
En la edición de este jueves, el fuerte déficit de mujeres en los nuevos gabinetes del oficialismo. Pese a lo anunciado, son escasas las mujeres en la estructura de gobierno de Sergio Urribarri. Definitivamente, la política es cosa de hombres, al menos para el peronismo entrerriano y, naturalmente, extensivo a la oposición. De los 90 cargos de primera línea que surcan el entorno más chico del gobernador, apenas una docena tiene aroma de mujer y el resto será ocupado por hombres. La supremacía de los varones es notable tanto en la Legislatura provincial como en la conformación del gabinete provincial, donde el género femenino está relegado a un absoluto segundo plano. En el caso del gabinete de la Municipalidad de Paraná el tema es aún peor. De modo recurrente la participación de la mujer que imaginan los políticos a cada momento es apenas el discurso seductor de circunstancia indispensable para juntar votos, pero que luego muta rápidamente y termina siendo tan siquiera un pergamino del olvido y el abandono. Los tiempos han cambiado hoy: en la bolsa cotiza mucho más La Cámpora que la histórica militancia de la rama femenina del justicialismo.
También, cuáles son los nuevos desafíos con los que se enfrenta el gobierno de Sergio Urribarri se enfrenta a desafíos por cumplir en esta segunda gestión que -sea por falta de tiempo, de voluntad política o de consenso- no pudo realizar durante el primer mandato. En un sondeo entre empleados estatales, gremialistas, políticos y funcionarios surge como prioritario que la provincia recupera poder de decisión independientemente de la Casa Rosada, que pueda decidir sus obras públicas y no que vengan encarpetadas desde Buenos Aires. Que se garantice la libertad de expresión no sólo en los medios de comunicación sino entre la militancia de un partido de gobierno que quedó herido en su base por la pelea de un gobernador y su antecesor. Que se apruebe una reforma administrativa que haga viable el ejercicio de la función y que los tiempos contables sean más ágiles, porque hoy si un ministerio quiere funcionar se ve obligado a violentar normas contables. Que se aprueben normas claras de ingreso a la administración pública y que la agenda del gobierno incluya las propuestas de colectivos sociales que hoy no tienen llegada al poder. Esas son algunas de las demandas al gobernador reelecto.
Asimismo, un informe sobre las víctimas del 19 y 20 de diciembre de 2011 en Entre Ríos, a una década de las históricas jornadas de feroz represión desatada en aquellos días. Eloísa Paniagua, Romina Iturain y José Daniel Rodríguez, en circunstancias diferentes pero envueltos en la misma tragedia, abandonaron este mundo en medio de una de las mayores crisis políticas, sociales y económicas que atravesó la Argentina. En la mayoría de los casos, los crímenes cometidos esos días a lo largo y ancho de todo el país permanecen bajo el signo de la impunidad, y nuestra provincia no constituye una excepción.
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