Ni una menos

Por Oliva Taleb
Especial para ANÁLISIS DIGITAL

¿Cuántas mujeres matan o envenenan perros?....
¿Cuántas organizan carreras de galgos o cuadreras?...
¿Cuántas mujeres roban celulares a las salidas de los colegios?
¿Cuántas mujeres integran bandas de piratas del asfalto?
¿Cuántas manejan las redes de tratas de blancas?
¿Cuántas mujeres ordenaron bombardear Siria, Croacia, Serbia?
¿Cuántas mujeres ingresaron a escuelas, a clubes nocturnos, para matar en EEUU?...
¿Cuántas mujeres mataron jóvenes en Ayotzinapa?...
¿Cuántas fueron responsables de los campos de concentración nazis?
¿Cuántas pilotos arrojaban gente indefensa, muerta o al borde de la muerte, al mar?...
¿Cuántas mujeres les prendieron fuego a algún hombre?...
¿Cuántas hundieron un tramontina, en el cuerpo de un hombre?
¿Cuántas estaban invitadas la última cena, para traicionar a Cristo esa noche?
¿Cuántas los abandonaron enfermos en una triste cama de hospital?...
¿Cuántas aprendieron el duro oficio de albañil para ayudarlos a levantar el hogar de los hijos? ¡Y cuántas no dudaron en acompañarlos a cortar la ruta cuando cerraron la fábrica!..

¡Y cuántas de ellas les devolvieron la dignidad, los rescataron del olvido, cuando otros hombres, hombres como ustedes, no dudaron en esconderlos cuando regresaron desolados, aquél 14 de junio de 1982!

Mujeres, esas mujeres que se despiden de la vida en vuestras manos, son las que los lloran en cruces blancas sin nombres y los honran por Malvinas y son también, las que los acompañaron en desgarradoras historias de su país. Las mismas que un día los creyeron únicos como padres de sus hijos.

Cuando se deja ir tan lejos a las bestias, se necesitarán miles de jóvenes manos que las acerquen para poderlas acariciar. Sólo así podrán recuperar el valor de la ternura, convencidas que nada justifica abdicar de ellas.

Son las que sienten sobre sí la mirada inquisitoria de una sociedad que las responsabiliza de vuestra educación, sin ánimo ni intención de hacerse, las distraídas. Que no esquivan preguntarse por qué, cuánto, en qué fallaron… Que están dispuestas a no arriesgar nuevas vidas, sabedoras que la muerte fagocita ese tiempo urgente y necesario, para aprender y reparar...

Que no se mareó en las rondas de Plaza de Mayo, ni se aturdió en los cacerolazos del 2001 y acompañó a Blumberg el mismo año 2004, que secuestraron a su hijo y que se supiera con certeza, que a Fernanda Aguirre no se la tragara la tierra... Que cree que Fuentealba no murió en Neuquén en el 2007 y la misma que sale a la calle por sentir en carne propia, la violencia en cuerpo ajeno, aunque en su hogar, sea amada y respetada.

Son las que comprenden que haber gritado “que se vayan todos”, “mano dura”, “justicia por mano propia”, paridos en la decepción y el dolor, sólo contribuyeron a alentar y profundizar los crímenes y el delito. Son las que a pesar de que tanto macho las descuente de a una, se emocionan leyendo a Benedetti… “en la calle, codo a codo, somos muchos más que dos”.

Edición Impresa