
La Dirección de Limpieza de la Municipalidad de Paraná estudia la posibilidad de utilizar otro sitio para el destino final de los residuos patológicos, debido a los inconvenientes que se registran a diario con familias que viven de esa basura en el Volcadero. Según contó el director de la repartición, Mario Martínez, buscarán un lugar cerrado y alejado de la ciudad. Con ese objetivo mantendrán una reunión con directivos del Ejército a fin de solicitar un terreno dentro de la fuerza para ese fin.
Actualmente el Volcadero en el ex barrio San Martín cuenta con una fosa donde son depositados los residuos y posteriormente tapados con tierra. No obstante, los empleados se encuentran con muchas dificultades para realizar ese trabajo porque varios niños se ponen delante de la pala compactadora “e impiden que tapen la basura antes de que ellos la seleccionen”. Martínez se mostró muy preocupado ante este panorama y dijo que intentarán trasladar esos residuos lo antes posible, “antes de que un chico se pinche o se corte con esos materiales infecciosos”.
Infecciosos
Los residuos patológicos contienen potencialmente microorganismos patógenos que pueden provocar alguna enfermedad infecciosa al entrar en contacto con la persona.
Se trata de jeringas, guantes usados, restos de sangre, fluidos humanos, elementos cortopunzantes contaminados y todo aquel material que haya tenido contacto con microorganismos potencialmente patógenos.
Martínez contó que hace cuatro meses una familia de Santa Elena vive en zonas aledañas al volcadero y “envía a sus hijos a seleccionar esa basura para su comercialización”, contó. Seleccionan los broches del suero para vender el aluminio; el plástico lo comercializan a 40 centavos el kilo y “las sondas las venden para hacer gomeras”, detalló.
Quienes trabajan en esta selección son en su mayoría niños que andan descalzos. “Tenemos que pelear con los padres para que se vayan. Hemos sido agredidos porque no los dejamos trabajar en la basura. En cualquier momento me van a pegar un tiro porque no los dejo trabajar con esa basura”, advirtió.
Sobre la recolección
El director de Limpieza explicó que la recolección de residuos patológicos se realiza todos los días. Una máquina compactadora y tres empleados dotados de guantes, botas de goma y ropa especial son los encargados de un trabajo delicado e insalubre.
Recorren hospitales, sanatorios y clínicas. De acuerdo con las reglamentación vigente, estos residuos deben ser introducidos en bolsas de color rojo para diferenciarlos de los residuos comunes; no pueden ser dispuestos en la vía pública y deben ser tratados antes de su disposición final para inactivarlos biológicamente (por eso los queman). “Las clínicas cumplen con las bolsas rojas para el depósito de basura patológica. E incluso los empleados revisan también las bolsas negras para inspeccionar que no vengan ningún residuos de ese tipo”. Cotidianamente se recolectan –aproximadamente– entre 800 y 1.200 kilos de residuos patológicos y se trasladan a la fosa ubicada en la villa del Volcadero en la cual, aseguran, se queman y tapan. De todos modos, en ese mismo lugar se arroja la basura domiciliaria de la que viven cientos de familias de Paraná.
Ahora buscan un lugar cerrado para el trabajo, pero alejado de la ciudad, porque “ningún vecino querrá tener un horno para la quema de esta basura en las inmediaciones de su domicilio”, dijo el director.