Daniel Tirso Fiorotto
Especial para ANÁLISIS
Termas, fractura hidráulica, agrotóxicos, empresas sucias, hidrovías, todo parece confluir con interrogantes en 2013 y promete salpimentar las campañas electorales con un profundo debate ambiental.
Peronistas, radicales, militantes de Proyecto Sur, comunistas, socialistas, dirigentes sindicales de la producción y el trabajo, docentes, confluían en un número anterior de ANÁLISIS en una crítica unánime de sectores no oficialistas sobre un lado flaco del gobierno provincial: una dependencia de la Casa Rosada sobre la que cuesta encontrar precedentes.
Casi todos apuntaban también con fuerza contra las políticas económicas extractivistas que se expresan aquí en el predominio de la soja sembrada por pooles del capital especulativo, con servicios de multinacionales de los agroquímicos, los transgénicos y las exportaciones.
Rociar más de un millón de hectáreas para los cultivos en casi todo el territorio es un problema que arrastran los entrerrianos como la presencia de pasteras en el sur, origen del mayor conflicto moderno con el Uruguay. (En estos días trascendió el hallazgo de Endosulfán, prohibido en 60 países, en piletas de la planta UPM de Fray Bentos. Por si Gualeguaychú se dormía).
Todo se relaciona con la salud, con la pureza del agua.
Pero sin planes que alteren la tendencia al monocultivo con transgénicos y sustancias químicas, y sin un cambio que tranquilice a los gualeguaychuenses y sus vecinos, la provincia se embarcó en la privatización de vastas zonas del delta con la peregrina idea de hacer arroz en humedales (para luego dar marcha atrás frente a las protestas); la fractura hidráulica en busca del preciado gas no convencional, y la perforación de nuevos pozos termales en subsuelos salinos. En Paraná, para ser precisos.
En vez de un programa para superar los problemas y poner paños fríos, el gobierno provincial decidió hacer oído sordo a los reclamos y comprarse otros. En otras palabras, le echó leña al fuego.
Razones contra las termas
Los mismos vecinos que lograron hace pocos lustros frenar y revertir el proyecto de represamiento del Paraná salieron al ruedo esta semana, una vez más, para denunciar los graves riesgos que trae aparejada la promesa de perforar las barrancas para la extracción de agua caliente. Típica actitud de las capitales que si juguete ven, juguete quieren.
(más información en la edición gráfica de la revista ANALISIS del 21 de marzo de 2013)