Silvio Méndez
Un informe elaborado el mes pasado por diario “El Mundo”, de España, daba cuenta de que son tan sólo 10 las multinacionales que producen los alimentos elaborados que consume la mayoría de la población mundial. La noticia apuntaba a desmentir las múltiples posibilidades de elección a la hora de enfrentar las góndolas de supermercados y dar cuenta de que prácticamente todo lo que se come y bebe en el planeta está en manos de un pequeño y selecto grupo de empresas: The Coca-Cola Company; Unilever; Danone, Mars Inc.; Kellogg's; General Mills; Nestlé;
Mondelez; Associated British Foods y Pepsico son quienes se reparten la torta.
Pocos días después, el 26 de octubre, la Organización Mundial de la Salud (OMS), dio a conocer un estudio en el que se evalúa la carcinogenicidad del consumo de carne roja y de carne procesada. El informe, basado en el trabajo de expertos de 10 países, clasifica el consumo de carne como probablemente carcinógeno para los humanos y el de carne procesada de riesgo para padecer la enfermedad.
Pero, ¿qué es lo que se oculta detrás de estas afirmaciones atemorizantes? El periodista Martín Caparrós –escritor del libro “Hambre”– en una reciente columna en el diario español “El País”, sostiene que el volumen de consumo de carne ha aumentado en todo el mundo, a la par que se configura cada vez más como un alimento excluyente, ya que es costoso de generar y que sólo puede producirse si una gran parte de la población se va resignando a ni siquiera probarla.
(Más información en la edición gráfica número 1032 de ANALISIS del 05 de noviembre de 2015)