
Cesáreo Bernaldo de Quirós, pintor entrerriano de gran renombre, dejó una huella indeleble en el arte argentino con su particular mirada del paisaje nacional y sus retratos de gauchos y figuras autóctonas. A través de un recorrido histórico y artístico, el autor del artículo invita al lector a conocer la vida y obra de este destacado artista, cuya paleta de colores y su profunda conexión con la tierra siguen siendo una referencia. Una mirada que, además, rescata la importancia de su legado cultural y la lucha por preservar su patrimonio.
Por Ferny Kosiak
Cada vez que uno se halla frente a un cuadro de Quirós -el pintor entrerriano por excelencia- inaugura un nuevo asombro. He visto una pintura de unas tajadas de sandías frescas, parecidas a las de Frida Kahlo, con un campo entrerriano de fondo, en el Museo del Banco de Córdoba; unas mujeres afro vestidas de blanco, sonrientes, pintadas en Estados Unidos en una de las salas patrimoniales del Museo de Bellas Artes de Entre Ríos; un cuadro arrojado sobre unas estanterías en el depósito de la Biblioteca Popular Carlos Mastronardi en Gualeguay; unas flores de ceibo casi anaranjadas de tan rojas en el museo que fue la casa de Delio Panizza en Concepción del Uruguay; y unos gauchos, viejos y jóvenes, en el primer piso del Museo Nacional de Bellas Artes.
Comencemos esclareciendo un error repetido en catálogos, nombres de museos, salas y afines. Estas palabras hablan sobre Cesáreo cuyo apellido fue Bernaldo de Quirós. Quizás por la cercanía con el nombre Bernardo o porque siempre tendemos a simplificar las cosas (y entonces es conveniente y atractivo un apellido breve, de dos sílabas que uno compuesto y extenso) es que terminamos sintetizando a nuestro artista como Quirós, la segunda parte de su apellido paterno.
Cesáreo nació el 27 de mayo de 1879 en Gualeguay. Hijo de Julio Bernaldo de Quirós, un abogado que fue intendente del pueblo donde nació, y de Carlota Ferreyra, quien apoyó el interés artístico de su hijo y falleció mientras él era muy joven. A los 16 años comenzó sus estudios en Buenos Aires. En 1899 -con 20 años- obtuvo el Premio Roma, gracias al cual un año después viajó a Italia a perfeccionar sus estudios. Cuando terminó la beca, siguió viviendo unos años más en las ciudades italianas de Amalfi y Salerno. Su obra “La vuelta de la pesca” fue premiada con Mención en la Bienal de Venecia de 1905. Volvió por unos meses a nuestro país, pero enseguida regresó a Europa donde se casó con María Antonelli, la madre de sus hijos.
En 1906 realizó su primera exposición en Buenos Aires. Con su familia, su esposa Antonia y sus hijos Carlota y Mario, alternó su residencia entre Palma de Mallorca, Cerdeña, Florencia, París y Buenos Aires. Más allá de la proyección europea, en 1907 formó parte del grupo Nexus de artistas argentinos que buscaban un arte nacional frente al europeo. En 1910 se realizó la exhibición artística más grande del siglo XX en nuestro país: la Exposición Internacional del Centenario, que reunió a más de 2300 obras de diferentes autores y en la que nuestro Quirós tuvo un lugar destacado. En una sala especial expuso 26 pinturas que le valieron la Medalla de Oro y Gran Premio por “Carreras de sortijas en el día patrio”, un óleo de casi 3 metros de alto por 4 de ancho, adquirido por el Gobierno de Entre Ríos de ese entonces y que hoy cubre una de las paredes de nuestro museo provincial.
(Más información en la edición gráfica de la revista ANALISIS, edición 1159, del día 24 de abril de 2025)