Memoria Frágil y la tragedia del 1 de mayo de 1921

1 de mayo de 1921

El 1 de mayo de 1921, integrantes de la Liga Patriótica mataron obreros que pedían las 8 horas de trabajo.

De ANÁLISIS

El 1º de mayo de 1921 fue un día trágico para Gualeguaychú. En esa jornada, miembros de la Liga Patriótica acribillaron a balazos a varios integrantes del movimiento obrero, que se movilizaban en la denominada Plaza Independencia. El saldo del enfrentamiento marcó a fuego a la comunidad: en principio, murieron cuatro obreros y hubo más de 30 heridos, que fueron derivados al Hospital Centenario. Pero los números fueron mayores con el correr de los días.

“La Liga Patriótica estaba buscando enfrentamientos. El 1 de mayo de 1921 quisieron recordar el pronunciamiento de Urquiza. Era para buscar fricción. Se dieron cuestiones curiosas. Ocurrió en el límite del nacimiento de una provincia y la muerte de otra, de los herederos de Caseros. Todo desembocó en el ejército grande de Urquiza. Cuando la generación del 80 empieza a realizar los postulados de la Constitución del ´53, traían extranjeros porque la gente que teníamos no servía para nada. Todo eso se dio en la práctica. Los extranjeros sabían de herrería, carpintería, navegación, pero también sabían defender sus derechos. Ahí empieza el problema con la oligarquía nativa”, contó el abogado y escritor Darío Carraza.

Ateo Jordán, hijo de una víctima de la tragedia, recordó los reclamos por las 8 horas de trabajo en Estados Unidos. “Se aprobó un plan para dar dos años de plazo a los patrones, nadie cumplía porque se trabajaba 12, 14 o 16 horas. Pasaron los dos años y en esos mitines de trabajadores se explicó por qué se convocaba a huelgas generales. La policía atropelló para desarmar huelgas. Murió un policía. Un juez federal tomó a uno de los cabecillas y los condenó a la horca. A raíz de eso, la Internacional Socialista se declara el Día Internacional del Trabajo. Gualeguaychú no fue extraño. Había algunos sindicatos convocaron a una manifestación. Fueron a jefatura y consiguieron el permiso para ir a la plaza. Ese mismo día los reaccionarios y terratenientes de Gualegauychú también pidieron la plaza. El jefe de Policía les autorizó un desfile y un almuerzo en el hipódromo”, describió.

Osvaldo Delmonte, profesor de Historia relató: “Fue un hecho inusitado. En Gualeguaychú se comentó que una disputa por la bandera ocasionó un choque no deseado. Pero en el fondo aparece otra cosa. Lo que existía en Gualeguaychú era un fuerte conflicto gremial con federación de trabajadores porque perjudicaba económicamente a cerealeras. Hay que aclarar que la Liga Patriótica era un grupo de derecha que realizó los primeros ataques a judíos en Buenos Aires”.  

Concentraciones

Ese día de 1921, en la ciudad del sur de la provincia, la Liga Patriótica se concentró en el Hipódromo de Gualeguaychú, a varias cuadras del mitín restante. La convocatoria de los patrones tenía ocho vaquillas y 1.600 litros de vino para disfrutar. También había armas y cuchillos para cada uno de ellos. La premisa era clara: estaban allí, para cumplir con la posterior orden de reprimir y violentar el acto obrero.

La otra concentración, la de los trabajadores, se produjo en la Plaza Independencia, que hoy es la Plaza San Martín de Gualeguaychú. Allí, estos últimos recordarían a los sindicalistas norteamericanos asesinados en 1886. Fueron numerosos los trabajadores que llegaron desde el puerto, los campos de la zona, los comercios y las fábricas, no solo de Gualeguaychú, sino también de localidades cercanas.

Los hechos se produjeron cerca de las 16, después que los obreros se ubicaron en el centro de la plaza, tras recorrer pacíficamente varias calles de la ciudad. Cuando estaban por empezar a hablar los oradores previstos, varias brigadas de la denominada Liga Patriótica Argentina, de a pié y de a caballo -lo que conformaban un grupo de más de 600 personas, munidos de armas de fuego y cuchillos-, arremetieron salvajemente contra los obreros, provocando la tragedia, tal como había sucedido meses antes en la ciudad de Villaguay.

“La oligarquía nativa era muy popular, no se diferenciaba el dueño de la estancia con el peón. Cuando empieza la inmigración, los gringos empiezan a ver que los maturrangos quieren hacer otro país, con otras ideas y derechos. Venían ideas europeas. Eso asustaba a sectores medios y comerciantes. Había sectores de la sociedad civil, partido conservador y radicalismo que tenía gente n los dos lados. Por otro lado estaban las federaciones obreras. Se produjo un caldo de cultivo que termina el 1 de mayo de 1921”, acotó Carraza.

Jordán describió que “la brigada negra entró por Chille y la brigada blanca entró por 3 de Febrero”. “Fueron a rodear la plaza. Les pidieron la bandera roja porque decían que era comunista, socialista. Los obreros se negaron a entregarla. El jefe de Policía ordenó que fueran a parlamentar a Jefatura. Los obreros se negaron y no entregaron la bandera. Como no se pusieron de acuerdo, volvieron a sus lugares. Había un palco improvisado por los obreros pero no alcanzaron a usarlo. Volvieron a pedirles la bandera, se negaron y salieron los primeros tiros del campanario de la Iglesia”.  

Campo de batalla

La plaza principal se convirtió en un campo de batalla. Los trabajadores habían llegado con sus familias a celebrar la jornada del 1º de mayo. Participaban del acto portando su bandera roja, como símbolo del sindicalismo y las raíces anarquistas. La bandera era llevada por los trabajadores Alejandro Silva y Celedonio Iglesias. Las primeras escaramuzas comenzaron cuando personal policial les quiso arrebatar la bandera. Hubo una fuerte resistencia y allí empezaron los enfrentamientos. Los primeros disparos llegaron desde el campanario de la Iglesia, donde se habían apostado, sin mayores problemas de ingreso, los francotiradores de la Liga Patriótica.

Silva recibió un balazo en la cabeza. Iglesias, dos balazos en el estómago. Fueron los primeros muertos de la jornada.

Carraza recordó que las dos versiones, la de la Liga Patriótica y la de los obreros. “Todo termina con decenas de heridos. Incluso dicen que pueden haber muerto otras personas en sus casas por las heridas”.  

Las víctimas fatales

“Uno de los que llevaba la bandera muere a raíz de un tiro en la cabeza. Y el otro con dos tiros en el estómago. El que tiró sabía. Ahí atacaron. La gente corrió. En la plaza contaron 17 muertos, una chica de 15 años, un nene de 4 años. Todos los años vamos a rendir el homenaje a los 17 que están en el monumento en el Cementerio. Con el tiempo fuimos pidiendo otros cadáveres para ponerlos a todos juntos”, puntualizó Jordán.

De los 34 heridos, hubo cuatro víctimas oficiales ese 1º de mayo de 1921, en la plaza de Gualeguaychú. En el expediente nunca figuraron como muertos una adolescente de 15 años, llamada Adela de la Cruz y Pedro Hernández, un niño de 4 años, según consignaban las crónicas de esos días. Todos ellos terminaron falleciendo en el Hospital Centenario en jornadas posteriores a los hechos del 1º de mayo. 

El 2 de mayo falleció Celedonio Iglesias. Al día siguiente, en horas de la siesta, murió Lorenzo Tomás Timón. Lo mismo sucedió horas después con Fernando Rodríguez Urriste, quien había sufrido una herida de bala en la médula cervical. La cuarta víctima murió recién el 12 de mayo: Alejandro Silva, quien sufrió una grave herida en la cabeza, según el certificado del médico Eduardo Goñi. Pero nada se indicó de la joven y el pequeño fallecidos.

En la causa 438 intervino como juez Arsemio Cepeda y su secretario fue el escribano A. L. Aguilar Vidart. El expediente se inició el 3 de mayo 1921 de acuerdo al Libro de Entradas 3.946.

“Con el tiempo seguí averiguando y hay dos fallecidos que no figuran. Juan José Arévalo. Mi viejo dice que nunca lo encontraron. Buscamos a familiares porque decían que tenía un hijo. Dimos con el muchacho. Le pedimos permiso para trasladar el cuerpo de su padre con los otros. Nos dijo que tenía que consultarlo con la familia. Volvimos a la semana y le había dado un ataque cardíaco y había muerto. Después había otro fallecido, uno de apellido Molina. Así que los que murieron fueron 19. Como los primeros tiros salieron de la Iglesia, mi padre me puso Ateo de nombre”, expresó Jordán.

Secuelas

“Esto dejó secuelas. No se trató durante años este hecho. Entre los integrantes de la Liga Patriótica había gente importante, con actividad pública. Había mucha gente involucrada. La causa penal terminó prescribiendo, no se condenó a nadie. En ese momento, que no se pueda condenar a nadie con una plaza llena de gente es vergonzoso para la historia de la ciudad. Y eso fue por los personajes, y los intereses de los personajes involucrados”, planteó Carraza. “La grieta es algo que se reproduce, y lo que deberían aprender nuestros dirigentes políticos”.

Las actuaciones judiciales implicaron más de treinta testigos que declararon en sede policial y otros cuarenta que lo hicieron ante el juez Cepeda. Pese a la abundante prueba y testimonios que existían en  la causa, finalmente quedó prescripta porque la Justicia no pudo o no quiso individualizar a los agresores porque pertenecían a la influyente Liga Patriótica.

“No es casual que se convoque a una enorme manifestación para festejar el pronunciamiento de Urquiza el 1 de mayo. Mi teoría es que esta situación fue premeditada y estuvo pensada para generar lo que ocurrió. Fue un ataque y no un choque. La carátula que dio la justicia es que fue un choque y que los muertos fueron consecuencias de una riña. A los responsables se los acusó de eso, con una pena mínima. Pero después fueron exonerados. No fue un choque con consecuencias no deseadas, sino un ataque sobre esa porción de trabajadores”, dijo el profesor Delmonte.  

 

“El año que viene se cumplen 100 años y somos muy pocos los que vamos a rendir homenaje. Más ahora, que el liberalismo está avanzando sobre conquistas obreras. Los jóvenes deberían averiguar por qué no tienen trabajo o las condiciones son así”, reflexionó Jordán.

El 2 de noviembre de 1927, o sea, seis años después de los tristes sucesos, el juez Cepeda sobreseyó definitiva y totalmente a Luis María Salduna, Sixto Vela, Bernabé Vela, Martín Erro, Juan Francisco Morrog Bernard, Amílcar Garbino, Eduardo Méndez Casariego, Luis Delfino hijo, Luis Cinto, Bartolomé Luciano, Salvador Dardán, Francisco Vallejo, Manuel Piaggio, Leopoldo Villar, Pedro Blasón y Cornelio Marín dejando a salvo su buen nombre y fama con las costas de oficio”. Eran algunos de los implicados en los hechos. Pero la justicia también miró para otro lado.  

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