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De ayer a hoy

De ayer a hoy

Por J.C.E. (*)

En nuestra columna de ayer nos preguntábamos para qué los políticos quieren ser gobernadores y/o intendentes. Hoy, accediendo a la información que provee ANÁLISIS, debemos preguntarnos para qué quieren ser jueces.

Uno los tiene ahí, en sus despachos, decidiendo, condenando, absolviendo, pero también cuando el agua se pone turbia, excusándose.

En otras entregas, refiriéndonos a conductas de legisladores, hemos sostenido que no fueron elegidos para gambetear responsabilidades que les son propias porque “el pueblo no delibera ni gobierna sino por medio de sus representantes”, sino para ponerle el pecho a la adversidad que suelen resolver no bajando al recinto o haciendo abandono de él.

Nos podrán decir que todo lo que hacen es ajustado a derecho, pero no es lo que nuestro ciudadano de a pie espera de aquellos a los que les ha confiado su representatividad y les otorga la libertad de regularse frondosos emolumentos.

Si un enfermero no cumple en tiempo y forma con las indicaciones para el tratamiento de un paciente, al paciente le puede costar la vida. Su salario suele superar con esfuerzo los 30 mil pesos, lo que significa en muchos casos algo así como el10 por ciento (y de ahí para arriba) de lo que percibe un magistrado en la justicia.

Pero si un juez decide excusarse de dar tratamiento a determinada causa, está respaldado por la normativa vigente y no hace más que comunicar su decisión amparándose en garantías constitucionales.

No es ocioso aclarar que a un justiciable, la acción u omisión de un juez en determinada causa, también le puede costar la vida, no por una inexistente vigencia de la pena de muerte, sino por la acumulación de estrés y sus derivados o por tiempos de encierro o por una infinidad de causas de las que tenemos sobrados ejemplos.

Nos preguntábamos al principio de esta entrega por las razones que impulsan a algunos políticos a ser gobernadores y/o intendentes, y lo hacemos extensivo a jueces.

Para nuestro ciudadano de a pie, los jueces son el seguro y el reaseguro de la vida ordenada en una comunidad, pero claro, para eso deben asumir responsabilidades indelegables o excusas muy atendibles que no se conviertan en costumbres de uso diario que generan inseguridad en la población.

A riesgo de equivocarnos, y sería excelente que así sucediera, las causas que a priori comprometen al exgobernador y actual embajador en Israel, podrían quedar sepultadas bajo las arenas del desierto lejano.

Bajo el título El Tribunal se excusó de resolver sobre la unificación de los juicios contra Urribarri, es inevitable que cierta desazón se apodere de quienes esperaban ver a Sergio Daniel Urribarri respondiendo desde el banquillo de los acusados los planteos de los fiscales donde datos de grosores y longitudes que lo enorgullecen, no deberían aplicar por ninguna razón.

Así las cosas, justiciable y justicieros tienen por delante un largo camino por transitar. Mientras el primero con sus 20 mil dólares de sueldo más las atenciones del estado que le abrió sus puertas y los segundos embolsando sumas también significativas, en la tranquilidad de su paisaje ribereño, seguirán desandando sin demasiadas penas y ninguna gloria, su camino hacia ninguna parte.

(*) Especial para ANALISIS.

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