En momentos de crisis: una herramienta extraordinaria para evitar la violencia

Por Hugo Pais (*)

 

Vivimos momentos en la Argentina donde dos herramientas se hace imprescindible, la escucha y el diálogo, sincero, responsable y honesto. Ella nos ayudaran a resolver los conflictos y de allí que insistamos con la necesidad de escuchar, como esa actitud de caridad humana, de respeto hacia quien nos habla.

El escuchar, fortalece la idea del diálogo en el cual espera la comunidad permita consolidar la paz. Por ello insistiremos en comenzar a compartir entre nosotros, cuestiones que contribuyan a nuestra formación, donde ablandemos el oído para poder recibir siempre la palabra y saber escuchar. Recibir la palabra e interpretarla, es fundamental en tiempos de crisis.

Una buena escucha ofrece la posibilidad a la persona que nos está hablando de comunicar y expresar sus pensamientos, sus emociones y sus sentimientos. Adoptar una actitud de escucha es apartarnos de nuestros pensamientos y concentrarnos totalmente en las expresiones del otro, en lo que sus palabras nos dicen, en lo que sus gestos expresan.

Escuchar es un verbo que hace referencia a la acción de poner atención en algo que es captado por el sentido auditivo. La palabra, que proviene del latín ascultāre, indica que la persona apela a las facultades de su oído, para receptar lo dicho

La escucha atenta ayuda a ambas partes a mantener la calma cuando se trata de una crisis o discutir un tema sensible. Aumenta la confianza.

Los grandes oyentes tienden a tener más autoestima y una mejor imagen de sí mismos ya que la escucha trabaja hacia el establecimiento de relaciones positivas. Palabras expresadas con serenidad y sin violencia vehiculizan caminos de paz.

La escucha tiene siempre, la capacidad de «aliviar» tensiones. La mayoría de las veces que una persona se siente incomprendida es porque no ha tenido la posibilidad de poder expresar abiertamente sus dudas y temores. Escuchando activamente damos al otro la posibilidad de compartirlas, proporcionando apoyo emocional

¿Cuáles son los 5 estados de la escucha activa?

ü Recibir.

ü Comprender.

ü Recordar.

ü Evaluar.

ü Responder.

El escuchar atento ayuda a ambas partes a reforzar y hacer crecer la confianza. Los grandes oyentes tienden a tener más autoestima y una mejor imagen de sí mismos ya que la escucha trabaja hacia el establecimiento de relaciones positivas

Los buenos oyentes son como los trampolines:

ü Son alguien con quien puedes intercambiar ideas.

ü En lugar de absorber las ideas y energía, amplifican, energizan y aclaran su pensamiento.

ü Te hacen sentir mejor no solo con una absorción pasiva, sino con un apoyo activo.

Si recurrimos al diccionario de la Real Academia Española (RAE), se especifica que escuchar significa “prestar atención a lo que se oye”. Sin embargo, oír se define como “percibir con el oído los sonidos”. Por tanto, la diferencia entre las dos acciones tiene que ver con la voluntariedad y predisposición

Para poder comunicarnos, hay que entender lo que nos dicen, y para entender, hay que escuchar, sino no podremos conectar nuestro mensaje con la persona a la que queremos llegar.

Escuchar es el primer paso para el buen diálogo y esto contribuye al mejor manejo de las relaciones que establezcas en tu trabajo. Por ello insistimos, desde el comienzo en su importancia, para sanar las actitudes violentas y de ruptura de la paz.

El dialogo es vital para evitar la violencia

Hemos comprendido, a lo largo de nuestra experiencia educativa, de gestión y de acción en la comunidad, que a convivir también se aprende, con lo diverso y lo plural, entendemos así que el objetivo fundamental seria generar unas buenas prácticas de convivencias, desde los diversos sectores de “poder” o que sustentan la imagen de opinión fundada para otros sectores y ello será posible a partir del acordar y establecer unas pocas, claras, sencillas y honestas normas de convivencia elaboradas entre todos.

Como educador, uno se plantea, de cotidiano, la necesidad de generar espacios de participación y donde se dialogue. Asumiendo el diálogo como una actitud de vida, como un proceso de encuentro, un método que facilita verdaderamente la resolución consensuada, acordada de las tensiones comunitarias, y de modo alguno, como la imposición de un sector sobre otro, de uno sobre el todo, en tanto que ello genera resistencia en los actores de una comunidad, y si lo aplicamos a nuestro propio campo, es lo que apreciamos como la resistencia o violencia educativa.

Creemos que cuando se asume el dialogo de verdad, en cualquier ámbito de lo social, y cualquier medida que se tome, si no cuenta con el compromiso y la participación de todos los sectores de la comunidad, tendrá una validez muy puntual, un tiempo muy corto y un rechazo que crecerá y se generalizará.

He aquí que compartamos que sólo el diálogo hará posible concretar los nuevos acuerdos para proyectar el futuro del país y un país con futuro. Escucha y dialogo como herramientas necesarias y con veracidad en el uso de las palabras. Ello es fundamental en este tiempo, donde la crisis de la implica el riesgo de un nuevo crecimiento de la inequidad, que nos exige tomar conciencia sobre la “dimensión social y política del problema de la pobreza”, y donde muchos actores políticos solo critican y no tienen una propuesta seria, coherente y honesta. Duele el desempleo y la desocupación, tanto como la expansión de la drogodependencia y la inacción positiva del estado.

Si lo que se pretende, al promover el diálogo, es impulsar cambios de actitudes y comportamientos, hasta que ellos lleguen a convertirse en forma de estar y actuar, es imprescindible que todos los miembros de la comunidad se impliquen en dicho compromiso, que asumido conscientemente, se sabe, apunta a la mejora, el cambio o la transformación. De esta forma, aunque la propuesta surge del sector más fuerte en término de poderes institucionales, vale el análisis de la intención de la propuesta o plan de mejora, como que resulta vital, el ir involucrando.

Concretamente en el caso de lo educativo nos referiríamos: a directivos, docentes, alumnos y familias en el proceso de toma de decisiones, de elaboración y valoración de propuestas, y en la asunción de responsabilidades. El objetivo último sería iniciar los primeros pasos para construir entre todos una cultura institucional, basada en el aprendizaje de y para la convivencia.

Apostar al valor de este instrumento propio de los seres humanos, como es el compromiso con el otro, desde la perspectiva de un espíritu de diálogo, expresa sin lugar a dudas confianza en la importancia que cada actor de la comunidad, institución o del propio estado, dé al diálogo.

Es saber reconocer y asumir como axioma, que allí donde hay diálogo, hay también encuentro, de suerte que el mismo, es siempre un acontecimiento humano trascendental. “El acontecimiento incondicional del encuentro desborda pensamiento y ser. Es un puro diálogo, pura relación; estoy vuelto hacia el otro no a causa de una proximidad física o psíquica, ni tampoco en virtud de nuestra unión sustancial, sino porque el tú es absolutamente otro”.

Comprender este desafío permitirá poner la mirada en el camino en común y no el de la violencia de palabras y de hechos, solo así, posibilitaremos caminos de paz social y de integración comunitaria.

 

(*) Profesor – Investigador en temas educativos.

 

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