Carlos Negro Aguirre deslumbró al público en el Teatro Nacional de las Artes Escénicas de Beijing

“Es recontra importante estar aquí antes de regresar a Buenos Aires, donde tengo dos conciertos el 28 y 29 de octubre, y después una gira por otras ciudades argentinas y Colombia. En febrero iré a Zaragoza (España), un año después de la primera estancia”, añadió el músico, en cuyo repertorio figuraron ocho piezas que compuso en solitario.

Según Aguirre, la música une a las personas de diferentes países y, si bien en América Latina no puede decirse que haya un “corpus” interconectado de autores folclóricos, “sí hay muchos nodos que se están conociendo en intercambios permanentes de iniciativas.

“Tengo necesidad de sacar lo que llevo dentro a través de la música y componer mis canciones basándome en nuestra música”, afirmó.

Las piezas de milonga, chacarera, huayno, zamba, candombé y chamamé, así como otras de inspiración clásica como preludios y romanza se sucedieron con éxito en la biblioteca de música del moderno teatro nacional.

Al presentar a Aguirre, el ministro consejero de la embajada de la Argentina en China, Fernando Segre, lo definió como “un arreglador que integró toda su experiencia de la música popular argentina y latinoamericana en general”.

“En definitiva, un folclorista de nivel muy académico, pero al mismo tiempo muy popular al interpretar nuestro folclore, que ni es común ni fácil”, destacó Segre.

Mi río, el Paraná
Aguirre hizo con su voz tranquila vibrar al auditorio, desde la canción que compuso tras observar en Clorinda, localidad fronteriza entre Argentina y Paraguay, cómo se ganan la vida sus habitantes carretando equipajes o vendiendo periódicos, a la dedicada a Miguel Martínez, El río del Zurdo, por tener la costumbre de “regalar un paseo por mi río, el Paraná”.

...Una moneda señor, soy hijo de la frontera, soy tan de aquí como afuera... Una moneda, señor..., que Dios se lo pague en mi nombre..., cantó suavemente Aguirre en su milonga En la frontera, acompañándose del piano y describiendo a las gentes que corren de un lado para otro con las canastas al hombro.

La tradicional Zamba para no morir (obra conjunta de Ambrós y Rosales), que, según dijo el pianista, marcó una época por su “frondosa poesía”, y El barrio, el candombé, dedicado al barrio de Paraná donde vivió, fueron muy aplaudidos.

“En mi barrio había una población africana muy grande, se tocaban los tambores y se bailaba el candombe y yo me sentí envuelto en esa energía”, afirmó antes de interpretar una de las piezas del concierto que compuso en solitario.

Otras fueron Pampa, Los tres deseos de siempre, Romanza, La música y la palabra y Mar Adentro, junto a Estampa de río crecido, conjunta con Damadián, o Casi triunfo, con S. Macchi, así como Llovizna de Di Pietro, transportaron al auditorio al continente suramericano.

En 2005, el Carlos Aguirre Grupo logró el Premio Konex al Mérito a las 100 personalidades más destacadas de la última década de la Música Popular de Argentina, que se sumó al premio Trimarc otorgado por la Unesco.

Edición Impresa