La situación es causa directa de bajo rendimiento académico, porque la discontinuidad o interrupción permanente tiene un impacto relevante en los procesos de aprendizajes. En la provincia están permitidas 20 faltas, con la posibilidad de otras ocho justificadas. Está claro que los paros y asambleas docentes tienen similares implicancias. “Para qué voy a ir, si el profesor no va”, es una frase repetida entre los alumnos.

Sin embargo, en el último año del secundario, las faltas de los alumnos se incrementan, y el ausentismo se torna crítico. Allí confluyen también distintos factores, porque el ausentismo es sensiblemente inferior en primaria, y aún en el primer ciclo del nivel medio.

En el nivel primario, donde el acompañamiento de los mayores es significativamente mayor, un 88 por ciento de los alumnos encuestados de 6° grado dice haber faltado menos de 15 veces; solo un 3 por ciento faltó más de 24 días; y un 9 por ciento, entre 15 y 24 días Entre las causas del alto ausentismo en secundario, los propios alumnos lo adjudican a dificultades para llegar al establecimiento (38 por ciento); por razones climáticas (35 por ciento); por enfermedad (19 por ciento) y el resto, en porcentuales ínfimos – todos en 2 por ciento–, para ayudar a sus padres o familiares en un trabajo; o por trabajar fuera de casa; o para ayudar con las tareas de la casa. El ausentismo fue abordado también con los directivos, en una encuesta complementaria.

En el marco del operativo Aprender realizado en noviembre, se les consultó a los responsables de los establecimientos educativos acerca de la incidencia y las causas del abandono. Un 47 por ciento de los directivos manifestó que el ausentismo de los chicos representa un problema en su escuela. Y sobre las causas, adjudicaron el fenómeno a que los estudiantes necesitan trabajar (57 por ciento); que los jóvenes no consideran que la secundaria sea útil para su futuro (50 por ciento); un 46 por ciento de los directivos afirmó creer que se debe a que las estrategias de enseñanza no logran generarles entusiasmo y/o interés; que las estrategias de enseñanza no logran generarles entusiasmo y/o interés (40 por ciento).

También, un 40 por ciento de los directivos atribuyó el ausentismo a que los estudiantes tienen que cuidar a otro familiar; viven lejos o tienen dificultades para acceder la escuela (32 por ciento); que la escuela no puede acompañar a los estudiantes como estos lo necesitan (22 por ciento). Y solo un 6 por ciento, que los estudiantes tienen problemas con sus compañeros, los docentes o directivos.

En 2015, el CGE había evaluado incrementar la cantidad de faltas a clases permitidas, y pasar de 28 a 56 autorizadas. La polémica idea finalmente no prosperó, pero hubiese ido contraproducente para la calidad educativa. Como contrapartida, los proyectos de jornada escolar extendida son una buena medida que apunta a mejorar el nivel educativo; la crónica falta de cumplimiento de los 180 días de clases, su contraste.

La falta de atractivo o de poca motivación que despierta la escuela, tiene tanto peso como la falta de responsabilidad y la pérdida de valores a nivel sociedad. El conocimiento no es valorizado. Y la cultura del esfuerzo, de la persistencia que dominó generaciones, mutó a una sociedad del facilismo, de falta de esfuerzo o de dedicación. El vivo es el que zafa, no el que más aprende, o el que más se esfuerza, o el que mejores notas se saca. Y eso va más allá de si los docentes paran o no. Hay también un déficit de los padres. Porque la responsabilidad se hace con el hábito.

Por eso, más allá de los discursos sobre la importancia de la educación, no hay una demanda de todos sobre la prioridad de la educación, ni mucho menos actos concretos El resto Los buenos resultados, en general, en la Primaria, contrastan con los bajos rendimientos en el nivel medio, que es de cumplimiento obligatorio a partir de la Ley Nacional 26.206 del 2006. En ese marco, los resultados que arrojó el operativo realizado el 7 de noviembre en la provincia, no ofrece sustanciales diferencias respecto a un año atrás.

Se hablan de algunas mejoras, que resultan llamativas porque no parecen haber cambiado demasiado, las condiciones de la educación. El operativo en Entre Ríos alcanzó a 473 escuelas, con un grado de alcance del 94,6 por ciento de lo previsto, y un total de 10.401 jóvenes respondientes, un 75,3 por ciento de los previstos en la muestra. En el país, solo se alcanza a poco más del 66 por ciento de los estudiantes respondientes, planificados originalmente. Una cifra bastante baja.

Algunos resultados para tener en cuenta

En Lengua, el 62,8 por ciento de los estudiantes alcanzan niveles de desempeño satisfactorio/Avanzado, mientras que el 17,1 por ciento se encuentra por debajo del nivel básico. En Matemática, el 29,7 por ciento de los estudiantes alcanzan niveles de desempeño Satisfactorio/Avanzado, y el 40,6 por ciento de los estudiantes se encuentra por debajo del nivel básico. Según el informe provincial, en Lengua se observa que el porcentaje de estudiantes en el nivel de desempeño Satisfactorio y Avanzado en Aprender 2017 es mayor respecto de Aprender 2016.

En Matemáticas, el nivel de desempeño Satisfactorio y Avanzado en Aprender 2017 es similar respecto de Aprender 2016, e incluso que el Operativo Nacional de Evaluación (ONE), realizado en 2013. Por otro lado, el nivel socioeconómico de los hogares de los estudiantes perpetúa las desigualdades, ampliando la brecha de formación educativa, entre jóvenes de un nivel social, y del otro. En Lengua, entre los estudiantes que asisten a establecimientos educativos de gestión estatal, un 43,1 por ciento de aquellos provenientes de hogares con NSE Bajo alcanza niveles de desempeño Avanzado/ Satisfactorio; se eleva a 59,9 por ciento en el NSE Medio; y a 71,7 por ciento en los estudiantes de hogares con NSE Alto.

En los establecimientos educativos de gestión privado, en Lengua, los resultados indican que un 48,5 por ciento de los estudiantes de hogares con NSE Bajo alcanza niveles de desempeño Avanzado/ Satisfactorio –cinco puntos más que en la pública–; un 75,6 por ciento entre los estudiantes de hogares con NSE Medio –unos 15 puntos más de diferencia–; mientras que un 84,9 por ciento del nivel NSE Alto alcanza niveles de desempeño Avanzado/ Satisfactorio, casi un 13 por ciento más que en aquellas del sector estatal.

En Matemáticas, entre los estudiantes que asisten a establecimientos de gestión estatal, un 59 por ciento del NSE Bajo, se ubica por debajo del nivel básico; entre los estudiantes de hogares con NSE Medio, es de 43,8 por ciento; y un 30 por ciento en el NSE Alto. Y entre los estudiantes que asisten a escuelas de gestión privada, un 58,5 por ciento de aquellos de NSE Bajo están por debajo del nivel básico. En ese estrato, prácticamente no hay diferencias entre el rendimiento en una escuela pública, y la privada. Entre los estudiantes de hogares con NSE Medio un 30,3 por ciento está por debajo del nivel básico; mientras que entre los estudiantes de hogares con NSE Alto llega a un 18,7.

Fuente: Diario Uno