En entrerriano Pekerman recordó el título de Qatar con la selección argentina Sub 20

Pekerman

Pekerman recordó los 25 años de la consagración en Qatar con la Sub 20 argentina.

La cuarentena lo agarra como a todos, en su casa. El deseo del entrerriano José Pekerman era estar entrenando (luego de rechazar muchas ofertas de clubes y selecciones), después de parar un poco tras el gran trabajo que hizo en Colombia. Pero la pandemia lo tiene puertas adentro en esta fecha tan especial para el entrenador. Porque justamente se cumplió el 25° aniversario de su primer gran logro, de aquel equipo de Qatar que salió campeón del mundo ganándole la final a Brasil.

Ese día comenzó a construirse la gran dinastía de la Argentina en Juveniles, que fue una máquina de dar vueltas olímpicas (cinco mundiales Sub 20 en 12 años) desde que el oriundo de Villa Domínguez se hizo cargo de este proyecto en 1994. José rememoró aquella gesta, con lujo de detalles: la clasificación al Mundial, cómo planificó el partido soñado con Brasil y el nombre que le puso su familia a una perra que rescataron de la calle el día de la final.

“Lo recuerdo con una emoción muy grande. Creía que en Argentina se necesitaba un desarrollo de largo plazo. Y con esas ganas desde el primer día de ponernos a trabajar para comenzar la preparación para el Sudamericano. Armar el grupo de trabajo, con Hugo Tocalli, Gerardo Salorio y Eduardo Urtasun. En el momento que me puse la ropa de la selección por primera vez, con el escudo sentí el gran compromiso que teníamos por delante”.

—Ese grupo fue a jugar un difícil Sudamericano, en Bolivia, con apenas tres meses de prácticas y un torneo que clasificaban sólo a los dos primeros al Mundial?

—En ese entonces, era costumbre que se citaran los jugadores muy sobre la hora. Debimos luchar contra esa ideología. Siempre fuimos de la convicción que un desarrollo en selecciones juveniles necesita de mucho tiempo. Pero nos tocó correr contra el reloj y fue muy útil para nosotros también los partidos de preparación que pudimos hacer en las provincias. Los jugadores debían adaptarse y compenetrarse con un funcionamiento en un tiempo límite. Buscábamos también el desarrollo de los jugadores tanto dentro como fuera de la cancha, su prestancia como persona era clave para nosotros.

—Ese Sudamericano fue el primer espaldarazo para la gestión, ya que se pudo clasificar al Mundial tras años de ausencia. ¿Qué sentimientos te generó?

—Fue empezar a darle una base a nuestro convencimiento. Que se empezaran a ver los frutos. Aquella clasificación fue como cuando ves que tu hijo empieza a dar los primeros pasos en firme.

—Entre Sudamericano y Mundial sólo hubo dos meses. ¿Cómo hicieron?

—De cara al Mundial hicimos seis cambios en la nómina. Pero con la ventaja de que quienes se sumaron eran chicos que de alguna forma ya nos conocían porque habían participado en algún amistoso o entrenamientos previos. Eran en su mayoría chicos que estaban en las Quinta de sus clubes, todavía muchos tenían un tramo hasta Primera.

—¿Cuál fue el objetivo del Mundial?

—Por un lado, como cada torneo en el que nos embarcamos queríamos llegar lo más lejos posible. Pero por el otro estaba esa necesidad y convicción fuerte de que un logro abriría la puerta para que en Argentina se acentuara la visión sobre los Juveniles. No sólo con la convicción de empezar a nutrir a la Selección, sino también un beneficio grande para los clubes. Que acentuaran sus compromisos con las inferiores. Que pudieran recurrir ahí a la materia prima que sin dudarlo en el futuro les daría muchos frutos.

—Ese equipo ganó la final soñada: a Brasil. ¿Qué recuerdos tenés?

—Era nada menos que la final de un Mundial, con todo lo que eso significaba. Llegábamos con la fuerza interna del triunfo ante España y a eso le sumábamos las ganas de revancha que traíamos del Sudamericano, donde habíamos perdido con Brasil. Y ese Brasil tenía un crecimiento absoluto en la elaboración de juego desde Ze Elias, ¡qué jugador! Desde la mitad de la cancha advertimos que era quien manejaba la idea. Por ese detalle, definimos poner a Chaparro. Al ponerle dos creadores como él y el Caño Ibagaza, a Ze Elias no le quedaría ni claridad ni tiempo para ocuparse de lo otro. Nos salió muy bien y volvimos a imponernos desde el juego. Aún sin haber concluido el partido, el técnico de Brasil, con gran humildad, se acercó a felicitar diciéndome que éramos justos ganadores. Un gran gesto que me quedó grabado.

—Habían firmado un año de contrato, ¿de la suerte deportiva en ese Mundial dependía el proyecto que tenías?

—Más que presión sentía una motivación. Era la oportunidad para conseguir darle un desarrollo a toda una idea que veníamos madurando desde el primer día.

—¿Cuánto tuvo que ver ese título en Qatar para que después se pudiera desarrollar el proyecto durante casi 12 años?

—Fue fundamental para darle inicio a toda esa idea. Se necesitaba esa fuerza que nos dio Qatar. El inicio de un sueño, sentirnos y saber que estábamos para grandes cosas.

—¿Qué fue lo primero que te dijo Grondona después de ser campeón?

—Nos dimos un abrazo y lo noté emocionado como pocas veces. En ese instante el también sintió que era la chance de generar algo a largo plazo. Ya estando en Argentina, fue a mi casa y me confesó que era la primera vez que visitaba la casa de un entrenador. “Lo hago porque me quiero asegurar que te quedes, siento que encontré la persona que estaba buscando”, me dijo. Eso me movió y aproveché para comprometerlo a que desde su lugar debía duplicar el esfuerzo sobre las categorías menores. Necesitábamos una infraestructura de apoyo que acompañara al proyecto que teníamos en mente.

—¿Qué relación guardás con esos chicos que hoy ya tienen más de 40 años?

—Les tengo mucho afecto. Saber el recorrido que tuvieron en sus vidas. Siempre que me los cruzo, es grato revivir esa época.

—A 25 años de tu primer título del mundo, ¿qué mensaje te gustaría dar?

—Que si bien las miradas están puestas en los más grandes, que el mundo del fútbol siempre tenga la convicción de que los juveniles son la base de todo. Y es ahí donde siempre vamos a encontrar las respuestas.

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