* Diego H. Fernández
(Especial para ANÁLISIS)
“Es imposible jugar con todo un equipo metido atrás” “Ese modo de jugar es de la prehistoria del fútbol” “Ellos no quisieron jugar” “Solo hubo un equipo que propuso” etc. Son frases que escuchamos cada vez más asiduamente en jugadores y colegas DT al finalizar un partido donde las cosas no salieron como ellos pretendían mirando solo una sola parte de la situación: el rival.
Uno de mis filósofos preferidos, el francés Jean Paul Sartre, en su libro “El existencialismo es un humanismo” tiene una contundente frase que dice: “El hombre está condenado a ser libre, porque una vez arrojado al mundo, él es responsable de todo lo que hace”. Si esto lo llevamos al mundo del fútbol, más específicamente al desarrollo del juego, nos encontramos con una paradoja, porque si bien nosotros tenemos la responsabilidad y la voluntad de ejercer nuestra libertad en busca del triunfo del otro lado nos encontramos con un oponente que busca el mismo propósito por lo tanto ambos equipos trataran de poner una barrera a esa libertad lo que se convierte en una batalla de libertades. Quien imponga desde su habilidad táctica, estratégica, técnica y condicional, tanto individual como colectivamente, podrá labrar el camino imponiendo las condiciones necesarias para romper las cadenas a las que el rival nos somete o mejor dicho nos quiere someter.
Y aquí se abre otra situación a la que nos enfrentamos sin darnos cuenta y es la de reconocer que nosotros también somos rivales y no importa la manera también queremos coartar las libertades del rival. Y cuando digo “no importa la manera” quiero expresar que aunque mi propuesta sea ofensiva nunca será más importante desde lo estratégico que la del rival porque hay un momento donde las libertades tanto de uno como de otro se encuentran inalterables y sin ningún impedimento, es el momento que precede al silbatazo de inicio por parte de quien imparte justicia en el juego. Que gracioso seria escuchar por parte de alguien decir: “así no se puede jugar con alguien que te ataca continuamente y no te deja tocar el balón”.
Suelo decir que uno propone y el juego dispone. En ese disponer se encuentra lo que nosotros realizamos, la oposición que el rival nos plantea y lo lúdico del juego. Y muchas veces como es lógico en un juego totalmente ilógico las cosas no salen como uno pretende y eso se convierte en frustración y la forma más fácil de evacuar esa frustración es echarle la culpa al otro. Pero claro que sí, el otro es el rival y va a tratar por todos los medios de que a nosotros las cosas no nos salgan o por lo menos que nos cuesten y en ese accionar todo lo que este dentro del reglamento es legal y cada cual tiene sus formas de ver el juego como de plantear las estrategias necesarias para lograr su objetivo.
El problema es cuando de nuestro lado creemos que somos los dueños de cómo se debe jugar ya que hasta el jugar bien es algo totalmente subjetivo. A esto lo argumento utilizando un pensamiento analógico sosteniendo que “podemos ir al mar en las islas Maldivas, Mar del Plata, Viña del mar o Máncora y en esencia será lo mismo arena y agua, lo distinto será el contexto que modificara nuestras sensaciones en base a nuestra perspectiva emocional.
El fútbol en su estructura reglamentaria es el mismo, pero muta de formas según la idiosincrasia, lugar donde se practica y la jerarquía de quienes lo ejecutan. Esos parámetros de todas maneras no cambian el objetivo, pero si las emociones que le provocan al que lo observa por eso lo bello y feo en el fútbol siempre será una afirmación subjetiva.
En este camino también podemos crear una analogía con el arte que se manifiesta al igual que la naturaleza de diferentes maneras ante el observador de turno (diríamos que esta es una relación binaria entre objeto observado y observador) por eso a diferencia de la ciencia nunca el arte y la naturaleza podrán ser determinista, absolutista y con un resultado universal para todos por igual. Y en esto estaremos todos de acuerdo en que nuestro deporte está desde lo estético y emocional mucho más ligado al arte que a la ciencia, aunque esta tenga su lugar de importancia en el mismo.
Volviendo al inicio, esas frases que describí lo que demuestran es frustración y el camino de la frustración en el deporte es nocivo si no lo sabemos manejar y el primer paso para ello es reconocer que el rival con sus armas también juega y que nosotros no podemos hacer que el rival juegue como a nosotros nos conviene para no solo ganar sino también lucirnos ante ellos. Por el contrario es responsabilidad nuestra llevarlo a ejecutar lo que a nosotros nos beneficie. Entonces rápidamente hay que buscar soluciones a ese sentimiento de frustración para convertirlo en una herramienta emocional para salir de esa mentalidad fija a una mentalidad de crecimiento.
Analizar que nos faltó a nosotros para que la estrategia rival nos haya complicado es un buen primer paso para avanzar, ya que como describe el escritor naturalista John Burroughs “Un hombre se puede equivocar muchas veces, pero no se convierte en un fracaso hasta que empieza a culpar a los demás por sus propios errores” así que desde esta frase debemos tomar el análisis de cuanto el desarrollo ineficaz y por ende resultado negativo del juego fue responsabilidad nuestra y cuanto del rival de turno y dentro de ese análisis tener en cuenta que a veces puede ser que no haya sido una mala actuación por parte nuestra en tratar de edificar un triunfo con nuestras armas sino por el contrario una buena performance del oponente para contrarrestar nuestras armas tácticas, técnicas y estratégicas que le hemos presentado.
Al igual que los superhéroes con sus archirrivales los equipos de fútbol también necesitan de su oponente para existir ya que uno no puede ser sin el otro enfrentándolo y en esas contiendas en este caso deportivas se pueden abrazar victorias o sufrir derrotas. Desde mi perspectiva y siempre haciendo ejercicio del pensamiento crítico y reflexivo puedo afirmar que el fútbol es un deporte de ensayo y error (inducido o no forzado) individual y colectivo donde la clave radica en el momento del juego que el error cometido por un equipo es aprovechado efectivamente por el ensayo del rival. De ahí cada cual tomara en base a sus herramientas y capacidades ver la forma de que sus ensayos sean eficientes y sus errores inexistentes desde la fase del juego en la que le toque al equipo transitar.
Por eso lo primero que debemos internalizar es que nosotros somos en el transcurso de un partido los que atacamos pero también los que defendemos y en las dos acciones nunca dejamos de ser rivales de los oponentes. Y lo peor que nos puede suceder es que esa frustración de la que hemos hablado en un pasaje de este artículo nos convierta en rivales no solo de los oponentes de turno sino en rivales de nosotros mismos.
* Ex arquero profesional. Actual director técnico.