Por Sebastián Aguilar (*)
En las últimas semanas han surgido diversas opiniones sobre posibles cambios en el gabinete provincial, en particular en Educación. Las posturas son variadas y cuentan con argumentos válidos y sólidos.
Es fundamental que la educación integral de nuestros gurises, así como el trabajo de los docentes entrerrianos, sea una prioridad en la agenda pública. En un mundo donde los cambios tecnológicos avanzan de manera vertiginosa, en especial los relacionados con la inteligencia artificial, los sistemas educativos enfrentan desafíos estructurales y pedagógicos que requieren respuestas rápidas y efectivas.
En este contexto, se ha retomado la idea de crear una Secretaría de Educación, una estructura que existió en el pasado pero que luego fue discontinuada. El objetivo de esta iniciativa, según los trascendidos, sería acompañar y mejorar el funcionamiento del Consejo General de Educación. Si bien hay trascendidos, hasta el momento no se conoce un proyecto concreto.
Las máximas autoridades educativas en la provincia requieren la aprobación del Senado, según lo establecido por la Constitución. En cambio, la creación de una Secretaría o incluso un Ministerio de Educación podría implementarse directamente por decisión del Poder Ejecutivo.
Por lo general una conducción bicéfala o doble conducción de un sistema como el educativo es desaconsejable, en la medida que no existieran argumentos circunstanciales, que ameriten retomar algo distinto.
En todo sistema educativo, las instancias ejecutivas y sus diferentes órganos requieren, más allá de la formalidad institucional, ser lideradas por personas con formación específica y, sobre todo, con capacidad de gestión y experiencia en la conducción política del sistema. La falta de estas condiciones, más allá de las buenas intenciones, es un problema tangible.
A principios de los años noventa, no consideraba conveniente una conducción bicéfala del sistema educativo. Sin embargo, con el tiempo comprendí que la cultura y las condiciones socioculturales son determinantes para la política educativa, en su dimensión y profundidad.
Las reformas en esta materia encaradas en la Argentina, financiadas en su momento por organismos como el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo, apuntaban a cambios integrales. Sin embargo, con el tiempo se distorsionaron y no lograron revertir los problemas estructurales del sistema. No se trata solo de resultados en pruebas estandarizadas como las evaluaciones TIMSS (Third International Mathematics and Sciencie Study) o las nacionales de matemática y lengua, sino de generar una verdadera transformación que brinde una "educación de posibilidades".
Tenemos como escenario desde hace ya un tiempo largo, con diversos grados de complejidad, verdaderas islas educativas cuyas lógicas políticas, económicas, sociales o culturales son sumamente inequitativas y de dependencias generacionales. Esto último, grave, lleva a pensar alternativas en vista que las estrategias implementadas hasta el momento no han dado los resultados esperados.
En este sentido, la creación de una Secretaría de Educación no debería descartarse a priori, pero sería clave conocer su proyecto detallado y su articulación con el Consejo General de Educación. Nos encontramos en un cambio de época que exige decisiones firmes y transformaciones profundas.
Los cambios internacionales serán cada vez más dinámicos, complejos, cuyo abordaje y comprensión requiere de instancias institucionales y políticas (órganos de conducción) con las flexibilidades (y capacidades) conforme a los tiempos actuales. Y en Entre Ríos se requerirá algo más que palabras agradables.
El nombre del actual rector de la UADER, Dr. Luciano Filipuzzi, ha surgido como posible candidato para encabezar esta estructura. Esto significa, que es una persona que participó y conoce en detalle el proceso de normalización de la casa de Altos Estudios que conduce y donde, una vez institucionalizada, va por un segundo mandato elegido por todos los claustros universitarios.
Trasladado a una nueva estructura educativa, la mirada territorial, las ventajas de conocer el entramado del sistema educativo como a sus actores (políticos, gremiales como estudiantiles) lo hacen potencialmente un funcionario con el knowledge y la visión de lo que está sucediendo.
Sin embargo, si fuese designado, su éxito dependerá de dos factores clave: por un lado, sincerar la estructura funcional del sistema educativo; por otro, contar con la autonomía suficiente para tomar decisiones respaldadas políticamente por el gobernador. Solo con estas condiciones podrá impulsarse una transformación real en el sistema educativo entrerriano del siglo XXI.
(*) Doctor en Educación.