Daniel Petelín: “Entendemos que el camino de fe va en todo lo que la persona necesita”

Daniel Petelín: “Los niños terminan preparando dosis en el propio hogar familiar. Es una realidad dolorosa. La vez pasada me tocó describir esa situación y la describía que para ellos preparar droga en casa es como preparar tortas fritas. Está naturalizado”.

Daniel Petelín: “Los niños terminan preparando dosis en el propio hogar familiar. Es una realidad dolorosa. La vez pasada me tocó describir esa situación y la describía que para ellos preparar droga en casa es como preparar tortas fritas. Está naturalizado”.

Por Nahuel Maciel (*)

 

Daniel Ceferino Petelín es sacerdote católico, cura párroco de “Nuestra Señora de Lourdes” en Concordia. Tiene 62 años de vida y fue ordenado sacerdote cuando tenía 26 años, el 11 de diciembre de 1984. Lleva 40 años ejerciendo el magisterio. Ha ido como misionero al África, tierra a la que siempre regresa y encuentra en el acompañamiento de los más necesitados el rostro de Dios.

“Los pobres tienen todavía mucho que enseñar porque, en una cultura que ha puesto la riqueza en primer lugar y que con frecuencia sacrifica la dignidad de las personas sobre el altar de los bienes materiales, ellos reman contracorriente, poniendo de manifiesto que lo esencial en la vida es otra cosa”, sostuvo el papa Francisco en su mensaje para la VIII Jornada Mundial de los Pobres, que la Iglesia celebró el pasado 17 de noviembre.

Quien visita la Parroquia “Nuestra Señora de Lourdes” de Concordia lo comprenderá mejor; además de percibir con mayor claridad que “la felicidad no se puede adquirir pisoteando los derechos y la dignidad de los demás”, tal como lo advierte el propio Francisco.

El padre Daniel Petelín recibió a ANÁLISIS el jueves 7 de noviembre a las 9 de la mañana. La parroquia es enorme no por su edificio sino por la labor que despliega las 24 horas los 7 días de la semana. No hay descanso. Las necesidades brotan por doquier. Y una bondadosa red de voluntarios coordinador por el cura párroco, hacen el milagro, todos los días, para que los que menos tienen reciban la caricia del saber que nadie está solo con su padecimiento.

El propio padre comparte la obra diaria: 400 platos elaborados de lunes a viernes, que se transforman en 1.200 los sábados; además de los bolsones con alimentos que las familias más necesitadas retiran para cocinarse en sus hogares. En esa parroquia funciona el único centro de recuperación de adicciones de Concordia (la segunda ciudad en importancia en la provincia) además de otro centro de similares características, pero con la modalidad de internado. Eso no es todo, también alberga a personas en situación de calle y a ancianos que han sido expulsados de sus familias o no pueden contar con ella. También funciona una guardería para bebés desde los 45 días hasta los 3-4 años, jardín de infantes, centro de atención odontológica gratuita y otros servicios indispensables para vivir en comunidad.

La droga perfora toda noción y hace estragos. Los niños –denuncia el padre Petelín- arman “las bochitas” de cocaína en sus viviendas familiares como si amasaran torta fritas, como un juego. A pesar de esa cruda e hiriente realidad, recrea la esperanza “porque todos los cristianos debemos ocuparnos desde el enfermo, desde el hambriento, desde el que sufre, desde el que está en adicción, de todos los dolientes y necesitados”. Y agrega: “Desde el sentido de justicia, entonces al Estado le correspondería tener que solucionar los inconvenientes de alimentación o de pobreza de nuestra sociedad. Al menos solucionar lo básico: salud, educación, justicia, seguridad, vivienda. El Estado debe asumir esa responsabilidad. Pero, sabemos que el Estado no puede solucionar estos inconvenientes, por eso desde la parroquia estamos dando una mano”.

No oculta la realidad, la exhibe en su mayor dimensión. Sostiene que la Justicia no persigue al vendedor de drogas, al que la trae a la comunidad sino a los adictos. Un cuento de nunca acabar, porque el problema sigue como un círculo perverso. Niños jugando a embolsar cocaína: esa es la realidad cotidiana de este padre que enseña: “Entendemos que el camino de fe no va solo en lo espiritual, va en todo lo que la persona necesita. Si la persona -como diría la Madre Teresa-, tiene hambre, primero le doy de comer y después le voy a decir que Dios lo ama. Pero, primero le voy a dar de comer”.

 

- ¿De dónde es su familia?

-Mi familia es de Santa Ana, cerca de Chajarí. Somos cinco hermanos, tres varones y dos mujeres, todos seguiditos, con un año de diferencia cada uno. Soy el segundo.

Mi mamá era leprosa cuando yo nací, así que tuvo muchas dificultades. Pero, gracias a la fe ha podido seguir adelante.

 

- ¿Por qué lo referencia?

-En esa época, el médico le aconsejó que no debía seguir adelante con su embarazo a causa de su lepra. Y ella dijo que no, si Dios le mandó al hijo, ella va a seguir adelante; si ella tiene que morirse, será la voluntad de Dios; si su hijo tiene que morirse, será la voluntad de Dios. Pero, ella no iba a hacerse un aborto porque el médico le dijera que podía haber riesgo de vida. Entonces el médico le dice que. si ella iba a tener un hijo y ella se moría, entonces iba a quedar huérfano. La respuesta fue más clara. Mi mamá le respondió que Dios se va a encargar si ese hijo queda huérfano. Pero, yo no voy a matar un hijo para tener que cuidar al otro que está vivo. Bueno, así que ella siguió con su embarazo y yo nací bien.

 

-Y su vocación como sacerdote, ¿cómo nació?

-Desde pequeño en mi familia éramos de orar mucho, porque con la situación de mamá, ella sabía que en cualquier momento se podía morir por causa de su enfermedad, porque la lepra deja muchas secuelas. Entonces, éramos de mucha oración en casa. Papá también, porque fue huérfano desde chiquitito, desde los 6 años. Él era el hermano mayor, lo crió solamente su papá, era huérfano de madre, y entonces él vivió con mucha fe toda la vida. Mi madre también. Somos de familia religiosa, y éramos de orar todas las noches juntos, pedir a Dios la protección. Desde pequeños teníamos una revista que era el “Mensajero de San Antonio”, que se recibía me parece desde la Abadía de Victoria, porque era de los benedictinos. Y teníamos comunicación, fotos, imágenes de niños del África y todo eso, así que nos decían: a ellos hay que quererlos mucho, hay que cuidarlos mucho, porque ellos son muy carenciados, muy necesitados. Entonces, nosotros teníamos mucho contacto con el párroco de donde estábamos ahí, el padre (Emilio Adolfo Práxedes) Abecia, que además fue intendente durante 20 años en Villa del Rosario. Volviendo a la vocación, desde pequeños Dios fue como sembrando en mi corazón este deseo de poder servir y de poder ayudar. ¡Y poder ayudar a los más necesitados!

 

- ¿Y su primer destino?

-Estuve en San José, cerca de Colón. Ahí estuve con el padre Silverio Rauch durante un año. Después, el obispo decidió que me sume al seminario como formador. Y ahí estuve con otros sacerdotes durante nueve años en la formación de los seminaristas. En ese tiempo le pedí para ir de misionero al África. El obispo me dijo que le parecía bien, pero mientras tanto que trabaje en la Pastoral Misionera de la diócesis, fortaleciendo la vida misionera sobre todo en los niños. En ese tiempo estaba comenzando Infancia y Adolescencia Misionera. Entonces, me acerqué a Buenos Aires para tener un poco más de información sobre esta tarea. Y en Buenos Aires no había muchas tareas ni tampoco organización. De todos modos, hicimos cursos, vinieron formadores desde Roma y me incorporaron en el Equipo Nacional de Pastoral Misionera y de formación de la Infancia Misionera. Así que como he tenido la posibilidad de participar en muchos cursos, he tenido que ir a muchas diócesis también a dar cursos sobre la actividad misionera. Luego, desde Roma me invitaron para ir a otros países, así que estuve en Venezuela, por ejemplo.

 

- ¿Y cuándo fue finalmente al África?

-Y como después de 10 años de todo esto. Estuve en el Seminario nueve años, me enviaron como párroco a Santa Rosa de Lima de Chajarí. Recuerdo que estando un día en una peregrinación diocesana de toda la diócesis, el obispo dice: bueno ahora vamos a hacer los nombramientos de los nuevos destinos de algunos párrocos que van a ser trasladados. Entonces, empezó a decir este sacerdote va a ir a tal parroquia; este otro a tal otra y así con todos. Finalmente, dijo que a partir de ese momento el padre Daniel Petelín tiene el permiso para ir al África. Lo dijo delante de todo el mundo ¡y no me había anticipado nada de nada! Entonces, me paré y agradecí. El obispo me dijo había visto en esa procesión a mi madre y que había pensado que seguro lo iba a retar por enviarme tan lejos. Entonces –me contó el obispo- que cuando vio a mi madre él se va el otro lado para no cruzársela. Al rato, mi madre se acercó a él y le dijo “muchas gracias por dejar volar a mi hijo, porque ese envío era lo que hacía muchos años deseaba, así que yo vengo a agradecerle porque usted lo manda al África”.

 

- ¿Y cuándo regresa de África asume en esta parroquia?

-No, no. Fui al África en el 2002, en plena época de dificultades aquí en la Argentina. Estuve hasta el 2008: seis años estuve allá. Y cuando regresé vine a la parroquia de Villa Adela, en Concordia. Estuve tres años en ese destino. Después fui nombrado párroco en San Salvador, donde también estuve tres años. Y aquí, en la parroquia Nuestra Señora de Lourdes hace diez años que estoy.

 

-Si tuviera que describir a esta comunidad más allá de las realidades hirientes. ¿Cómo configuraría a la comunidad?

-La configuro con muchas necesidades, también con muchos servicios en la comunidad. La zona en la que está ubicada la parroquia es una zona con muchas necesidades básicas insatisfechas, desde la comida hasta la salud y la educación, pasando por la vivienda, los problemas hogareños, la seguridad, la falta de alguna habitación inclusive. A pesar de tantas carencias, podemos trabajar bien porque hay mucho amor. En estos últimos años se ha podido mejorar mucho gracias al Plan Hábitat. El sacerdote que estuvo anteriormente, que fue el padre Andrés Servín, fue un sacerdote muy prestigioso en Concordia. Él ha trabajado mucho, afrontando muchas realidades y especialmente a favor de los más carenciados: desde hacer escuelas hasta los abordajes familiares. Pero, una de las actividades en la que él fue un gran el luchador –junto con un ingeniero-, fue la de hacer la defensa para evitar que la inundación del río. Entonces, se hizo un terraplén grande, aquí se lo llama Defensa Sur. Es un terraplén que costea toda la ciudad, por lo cual cuando tenemos inundaciones, ya no nos inundamos o lo hacemos con menos consecuencias.

 

-Si bien las adicciones no reconocen nivel económico, en poblaciones vulnerables las realidades se presentan más lacerantes. ¿Cómo es su realidad?

-En este barrio, como en otros barrios, el problema de la adicción es muy lacerante. Sí, lacerante. Especialmente con la droga en sus distintos tipos. Todo lo que sea estupefacientes, desde el consumo de comprimido farmacéutico hasta cocaína u otros derivados, otras drogas químicas, además de marihuana y otras, todo es muy accesible. Es muy preocupante porque desde la Justicia no tenemos demasiados elementos como para poder controlar o poder poner un freno a los que venden. Para nosotros, el mayor problema no es el consumidor de droga, porque un adicto es claramente una persona enferma. El mayor inconveniente es la enorme “oportunidad” para que tantas personas pueden ser traficantes o ser vendedores de drogas y que accedan a esa situación con mucha facilidad. Los consumidores tienen muchas dificultades. Los consumidores hacen daño a la sociedad porque roban o agreden, hasta venden todas las cosas que pueden tener en sus casas para seguir consumiendo. Pero, al mismo tiempo son los más perjudicados. Y los que venden o suministran la droga nunca son alcanzados.

 

- ¿Desde cuándo funciona la contención en adicciones en la parroquia?

-Nosotros hace ocho años que tenemos un centro de atención para los jóvenes que están con problemas de adicción. Porque ese es otro tema, que no hay muchos lugares accesibles para curarse de la adicción. En la ciudad de Concordia esta parroquia es la única parroquia que tiene un dispositivo de esa naturaleza y le llamamos así, de atención. Si bien es ambulatorio, son muchos los jóvenes que están acá viniendo a nuestro centro y cada vez son más.

 

-Sería un Hogar de Cristo.

-Exactamente.

 

-La presencia del Hogar de Cristo en la parroquia genera algún rechazo por parte de algún sector de la comunidad que trabaja en la parroquia o la aceptación es unánime.

-En la parroquia de Lourdes, el Hogar de Cristo ha sido bien aceptado ya que es una parroquia que tradicionalmente siempre atendió y contuvo a los marginados, a las personas más pobres, a los carenciados. Y lo ejercía desde cuando estaba el padre Servín. Nosotros, en este momento tenemos también un comedor comunitario donde elaboramos 400 raciones de alimentos diarias de lunes a viernes. Y los sábados, como no hay comedores en otros lugares, damos asistencia a 1.200 personas que también vienen a buscar su ración de alimento. Eso en cuanto a alimentos elaborados: 400 por día de lunes a viernes y 1.200 los sábados; porque además preparamos una bolsa con alimentos para que puedan llevar a sus hogares y cocinar en familia. La jornada de los sábados la hacemos con la ayuda de la comunidad, y la de los lunes a viernes con el acompañamiento del Ministerio de Desarrollo Social que nos ayuda con voluntarios que vienen a cocinar. Los sábados son todos voluntarios desde los que vienen a cocinar, a preparar las viandas, a preparar las bolsas para compartir los alimentos y las donaciones de la cocina. Y la Municipalidad nos ayuda en algo los sábados.

 

-Y con tantos años en una adicción creciente, cómo observa a la niñez en esa realidad.

-Lamentablemente, observamos que ya desde la niñez, desde la más tierna infancia, comienzan a participar en determinadas actividades de manera involuntaria provocadas por los padres que son adictos: los niños terminan preparando dosis en el propio hogar familiar. Es una realidad dolorosa. La vez pasada me tocó describir esa situación y la describía que para ellos preparar droga en casa es como preparar tortas fritas. Todos participan, todos “amasan”, todos hacen algo. Está naturalizado. Incluso nosotros tenemos en nuestro servicio de guardería -que atiende bebés desde los 40 días hasta niñitos de 3 o 4 años- a esos pequeñitos que encuentran un papelito y empiezan a jugar como envolviendo drogas. La “bochita”. Ellos hacen la “bochita” y cuando le preguntamos, ¿qué están haciendo? Responden: “Estoy jugando”, porque creen que envolver droga para después venderla los hará ricos. Esa es la mentalidad. Y muchos de los niños dicen, “ahora nosotros ya no somos más pobres porque nosotros vendemos droga y después la guardamos en la casa del vecino por si viene la Policía no nos encuentre a nosotros”. Y cuentan que sus padres, después que embolsan todo, las llevan a la casa del vecino. Y lo cuentan de una manera muy natural como cuando se invitan a jugar al fútbol. Así de naturalizado está. Entonces, para nosotros es realmente algo muy doloroso que esté naturalizado entre los pequeñitos y entre toda la familia, no como algo que es malo, sino como algo que se debe hacer. Por eso, luego se cuidan de la Policía porque ellos creen que están haciendo algo bueno para ellos y que es la Policía la que supuestamente quiere quitarles lo bueno que ellos están haciendo. Los valores están todos cambiados. Y es muy difícil incluso en la escuela tener que ayudar para que uno pueda decir que el consumo nos destruye totalmente, que la venta de droga nos destruye como personas y como familia. En la escuela se torna muy difícil –no imposible-, porque no se cuenta siempre con el acompañamiento del hogar a la hora de transmitir valores.


Daniel Petelín: “La zona en la que está ubicada la parroquia es una zona con muchas necesidades básicas insatisfechas, desde la comida hasta la salud y la educación, pasando por la vivienda, los problemas hogareños, la seguridad, la falta de alguna habitación inclusive. A pesar de tantas carencias, podemos trabajar bien porque hay mucho amor”.

Recrear la esperanza

 

-Padre, usted tiene el ejercicio de la esperanza como una práctica cotidiana; pero convengamos que a veces la impotencia lo debe llevar a un momento de soledad.

-Sí. Nosotros siempre seguimos promoviendo el trabajo con las personas que consumen porque sabemos que donde hay un joven que pueda ser recuperado, muchos a la vuelta estarán muy agradecidos. Así sea uno, sabemos que es un trabajo que va a largo plazo, que tiene caídas y levantadas, pero es bueno poder trabajar. Nosotros tenemos además del Centro de Día o del Centro Ambulatorio, un hogar para las personas en situación de calle a la que asisten entre 20 y 25 jóvenes, todos varones, y llegan todas las noches. Gracias a Dios les podemos ofrecer ese buen lugar en el que podemos albergar a esas personas, porque sin ese lugar para ellos todo sería aún más difícil de lo que ya es. En la ciudad de Concordia hay dos lugares similares que pertenecen a la Municipalidad y otro lugar que brinda alojamiento nocturno para personas en situación de calle y que es privado y que brindan muy buenos servicios. Además, nosotros tenemos un internado en Estancia Grande que se llama Juan XXIII y está destinado para rehabilitar a las personas. Tenemos ambulatorio acá en la Parroquia, la Casa de Lázaro que es para la gente en situación de calle, otro lugar donde asistimos a abuelos de la tercera edad que no tienen ayuda familiar y este internado en Estancia Grande que aloja a aproximadamente 40 jóvenes de la Diócesis, de los cuales yo también estoy como responsable.

 

-La Constitución Nacional nos garantiza la educación gratuita desde el nivel inicial hasta la universidad, además de garantizar la salud pública. Esto por sí mismo debería ser ya todo un programa de gobierno sin diferenciar ideologías porque es un mandato constitucional. Observe qué dos herramientas formidables se cuenta en este país para la promoción integral de las personas. Sin embargo, las realidades hirientes hablan a las claras que quienes nos gobiernan incumplen con la Constitución.

-Con solo mirar nuestras realidades nos daríamos cuenta que algo no se ha hecho bien ni se está haciendo bien. Tener estas posibilidades como mandato constitucional es algo bueno, pero en la práctica no es tan fácil de aplicar. El trabajo en el campo concreto no es tan fácil. Nosotros desearíamos para nuestra zona, por ejemplo, tener más fuentes de trabajo. Pensamos que eso es algo bueno. Una salida laboral sería formidable para la situación de indigencia que viven muchas personas. Lamentablemente, figuramos como la segunda ciudad más pobre del país, a pesar de contar con muchas posibilidades porque Concordia es una ciudad que tiene riquezas por sí misma y a su alrededor: desde la producción de citrus a la de arándanos, desde las nueces hasta el arroz, desde la forestación hasta la industria; además del río con sus riquezas. Quizás nos falte poder organizarnos y poder encontrar el modo de aprovechar todos los medios naturales que tenemos para un mayor crecimiento como ciudad, tanto en lo laboral como en lo económico. Entonces, posibilidad de fábrica, de empresa tenemos muchas y es bueno, pero, realmente, no podemos avanzar demasiado.

 

-Más allá de las consecuencias inmediatas y directas que genera un sistema de corrupción, también se padece un sistema egoísta más allá de los signos de solidaridad.

-No sabría decir cómo es esa cuestión, porque ciertamente el que más tiene muchas veces cuida lo que tiene para no tener que fundirse o no tener que destruirse o no tener que venir abajo. Ciertamente hay leyes laborales que a veces en poquito tiempo pueden destruir a una empresa a través de denuncias falsas. Todas esas denuncias que corren como verdaderas, permiten que cualquier empleado pueda tirar abajo una empresa. Ni hablar si un par de empleados se confabulan, porque es muy probable que entonces esa empresa vaya a la quiebra. En todos lados hay personas que tienen y son generosos. Y hay que comprender a aquellos que cuidan lo que tienen porque no saben por dónde puede salir la dificultad; mientras que los que menos tienen casi no tienen tantos riesgos ni laborales ni de otras cuestiones y pueden dar -por ejemplo- colaborando para cambiar las realidades. Entonces, no es tan fácil según las leyes que tenemos para que los que tienen puedan ser más generosos. Incluso, nosotros mismos hemos tenido que afrontar que personas que hemos recogido de la calle nos hicieran una denuncia laboral. Sabiendo lo que nos cuesta mantener todo, han encontrado abogados para hacernos denuncias laborales falsas y quienes eran asistidos se hicieron pasar como empleados. Tuvimos que andar mucho tiempo para justificar que a ellos los habíamos recogido de la calle y que ellos vivían ahí porque no tenían dónde estar. Pero, mientras tanto hay que andar con abogados durante mucho tiempo, redoblar esfuerzos y afrontar demandas de todo tipo y siempre, lamentablemente, encuentran abogados que se prenden en todas estas cosas sabiendo que todo es falso.


Daniel Petelín: “En este momento tenemos un comedor comunitario donde elaboramos 400 raciones de alimentos diarias de lunes a viernes. Y los sábados, como no hay comedores en otros lugares, damos asistencia a 1.200 personas, además preparamos una bolsa con alimentos para que puedan llevar a sus hogares y cocinar en familia”.

Misionar en África

 

- ¿En qué parte estuvo en África?

-Estuve en Benín, en la parte Norte, al límite con Níger. Benín está pegado a Nigeria, por un lado, al Norte está Níger y al otro costado está Togo. Me dediqué primero a conocer la realidad pastoral del África. Me nombraron en una parroquia con otro sacerdote africano para que vaya aprendiendo el idioma y el modo de trabajar. Gracias a Dios fui aprendiendo y a los tres meses me nombraron párroco de otra parroquia. Vino el obispo y me preguntó qué me parecía la parroquia de Bagú. Nosotros íbamos desde la parroquia de Gogunu, que era un pueblo, íbamos hasta la parroquia de Bagú porque no tenía sacerdote y había que atender 14 comunidades además de esa parroquia. Entonces le dije que el sacerdote que está ahí y con quien íbamos juntos, había manifestado que tal vez sería mejor cerrar la parroquia con todas las capillas porque la gente no iba y tampoco colaboraba. Entonces, el obispo me preguntó de manera más directa: ¿crees que puede andar esa parroquia? Y le dije que pensaba que podía andar, a pesar que por el momento no marcha. A los tres días me llamó y me manifestó que me había nombrado párroco de la parroquia de Bagú. Pero, me aclaró que iba a vivir en Gogunu para no estar tan solo. Durante dos meses vivía en Gogunu, que queda aproximadamente a 15 kilómetros. Iba a la parroquia todos los días y atendía las 14 comunidades. El primer día -recuerdo que era un día domingo-, había 18 personas en la misa. Entonces, les dije que me habían nombrado párroco. Que no tenía ningún nombramiento por escrito todavía, que todo era de palabra. Y les manifesté que lo primero que íbamos a tener que hacer era limpiar un poco en la parroquia. Les dije que el pasto estaba alto. Era la época de lluvia. Entonces los consulté si estaba la posibilidad de venir mañana por la mañana para limpiar un poco. Ese día en la misa había 18 personas. Al otro día, como a las 9 de la mañana, había 25 personas para trabajar. Entonces, a la semana esa misma comunidad –ya en confianza- me cuenta que fueron ellos quienes fueron a hablar con el obispo para que me nombraran párroco de ese lugar. Así, la comunidad empezó a crecer, a crecer, a crecer. Y en poquito tiempo tuvimos que abrir nuevos pueblos. Empecé con 14 pueblos en donde había cristiano, y al poquito tiempo se unieron otros 6 nuevos pueblos a la fe cristiana. Y en los lugares donde íbamos se aumentaron muchísimo porque me dediqué a la alfabetización, a formar a la gente en su lengua local. Organizamos 32 alfabetizadores en lengua local y dábamos clases debajo de los árboles. En tres meses enseñamos a leer y a escribir debajo de los árboles y me dediqué también a la salud que es una cuestión muy precaria en donde estábamos. Y me dediqué a hacer pozos de agua. Ese fue mi fuerte ya que soy de familia de donde mi papá buscaba las napas de agua para hacer pozos de agua con radiestesia.

 

- ¿Y tuvo éxito con la radiestesia?

-Sí, tuvimos éxito. Estando allá conocí también a un sacerdote, estaba en otra diócesis, bastante lejos. Era un sacerdote español con quien nos encontrábamos seguido por el idioma. Él era salesiano, así que compartíamos mucho también para poder llevar adelante la actividad evangelizadora y misionera. Al principio tuve bastante inconvenientes para hacer los pozos de agua. Porque la población me decía que no se podían hacer pozos en la tierra. Y les digo, ¿por qué, sino hay agua? Me respondieron que no se podían hacer pozos. Entonces, este sacerdote me explicó que el mayor inconveniente era la cultura. La mayoría son animistas, es decir, que la vida de la persona está guiada por los espíritus buenos y malos. Entonces, si uno hace un pozo, los espíritus ven que uno está haciendo ese pozo y a los pozos van los difuntos. Así, alguien se va a morir o sino se muere quien está haciendo el pozo o algunos del pueblo va a morir porque no se puede hacer un pozo si no está ocupado por un difunto. Les expliqué que no era un pozo para difuntos. Si nosotros hacemos pozos es para tener agua, no es que vamos a morir, todos vamos a vivir. Pero, si no tenemos agua, todos vamos a morir. Continúe con los pozos ayudados por algunos cristianos. Trabajábamos con los cristianos y cuando obtuvimos resultados, es decir, agua, entonces se sumaron los musulmanes, los animistas, todos. Ellos no trabajaban excavando, pero nos ayudaban con el trabajo. Los que cavaban eran los cristianos; y los musulmanes y los demás ayudaban a retirar la tierra y así nadie tuvo ningún problema. En síntesis, fue un diálogo y un encuentro de cultura.

 


Daniel Petelín: “Si la persona -como diría la Madre Teresa-, tiene hambre, primero le doy de comer y después le voy a decir que Dios lo ama. Pero, primero le voy a dar de comer”.

Crear fuentes laborales

 

-Nos gustaría retomar la necesidad de fuentes laborales en su contexto social: 400 raciones de alimentos preparados de manera diaria de lunes a viernes, que se elevan a 1.200 los sábados más los bolsones de alimentos que se llevan para cocinar en el hogar de cada familia. Las adicciones con todos sus flagelos. Los ancianos abandonados y sin tener un lugar donde vivir y estar contenidos. El trabajo aparece como un gran contenedor social que permite abrazar proyectos de vida.

-Sí, sí. Tal cual. El trabajo en este universo no es solo una necesidad material sino también de proyecto de vida integral. Pienso que hay pasos que se van dando desde la política, desde todo lo que sea social. Pero, me parece que no es tan fácil poder encontrar el rumbo para nuestra ciudad de Concordia como proyecto de vida, que sería lo ideal. Es como que cada uno trata de subsistir, pero sin tener un proyecto a largo plazo. Nuestras familias a veces deterioradas por el consumo de las adicciones hace que no se pueda abrazar un proyecto de vida. Y ya es generacional. El abuelo consume, el padre consume. Entonces cuando es generacional es mucho más difícil. Si alguien tiene un proyecto de vida se derrumba rápidamente. No obstante, es bueno seguir trabajando para que nuestra gente pueda tener proyectos de vida, proyectos de familia, proyectos de futuro, proyectos de emprendimiento, proyectos de prosperidad. Es hermoso cuando a alguien se le abre el horizonte, lo aprovecha y empieza a pensar de una manera diferente.

 

-Cuando usted refleja esta realidad, siente que en los ámbitos de decisión hay capacidad de escucha.

-Sí. Siento que hay capacidad de escucha. Pero, no es tan fácil pasar de la escucha a la acción concreta como para poder solucionar, no digo todos, sino tan solo algunos de estos inconvenientes. Y mucho menos una solución integral. No es fácil porque en todas nuestras realidades -la inseguridad, la pobreza, la situación de escolarización-, nada es fácil. Hay elementos, hay mucho trabajo, pero no alcanza o no podemos llegar de manera suficiente para solucionar los inconvenientes más graves que tenemos. Pero, siento que hay capacidad de escucha. Claro que con escuchar no alcanza, porque debemos saber qué haremos después. Entonces, escuchan, pero no encuentran el modo para poder ayudar favorablemente y así mejorar como sociedad.

 

-Es natural que una religión –en este caso la católica- se dedique a hacer estas cosas o no debería ser el Estado quien las asuma y la Iglesia dedicarse a realidades pastorales.

-No correspondería que sea la parroquia la que tenga que estar haciendo alimentos para la sociedad. No correspondería hablando desde el sentido de justicia. Pero, desde el sentido de caridad sí, porque todos los cristianos debemos ocuparnos del enfermo, del hambriento, del que sufre, del que está en adicción, de todos los dolientes y necesitados. Pero, si tuviéramos que decir desde el sentido de justicia, entonces al Estado le solucionar lo básico: salud, educación, justicia, seguridad, vivienda. El Estado debe asumir esa responsabilidad. Pero, sabemos que el Estado no puede solucionar estos inconvenientes. Por eso, desde la parroquia estamos dando una mano. ¿Desearíamos que la parroquia se ocupara más de la evangelización, del acompañamiento espiritual, del sostenimiento de los sacramentos y todo lo que sea tarea en el orden espiritual? ¡Por supuesto! Pero, también entendemos que el camino de fe no va solo en lo espiritual, va en todo lo que la persona necesita. Si la persona -como diría la Madre Teresa-, tiene hambre, primero le doy de comer y después le voy a decir que Dios lo ama. Pero, primero le voy a dar de comer. Si nosotros tenemos una sociedad con muchas necesidades, trabajamos en la evangelización, pero también ayudamos a promover en el orden humano, porque si no, sentimos que sería tener que hablarles en el aire. Entendemos que el compromiso de los cristianos va en todo sentido, desde la promoción humana, la alimentación, la salud y por eso desde la parroquia también tenemos –por ejemplo- colonias de vacaciones para unos 200 niños con piletas de natación. Tenemos un predio para eso y que es de la parroquia. Como dijimos, tenemos un hogar de abuelos donde asisten 17 personas en situación de calle de manera permanente, y es parte del acompañamiento de la comunidad. Además de hacer retiros espirituales, tener catequesis, tener actividades en los barrios y un sinnúmero de otras actuaciones. Todos los días tenemos atención de todo tipo y en todos lados. Pero, siento que el acompañamiento desde la fe debe involucrar a todo y a todos, sobre todo cuando desde la parte social o política no puede llegar. Nosotros haremos lo que podamos también trabajando en conjunto y en diálogo con las autoridades y con aquellos que nos conozcan y nos brindan su confianza.

 

(*) Este artículo fue publicado originalmente en la Revista ANÁLISIS número 1156 de noviembre 2024.

NUESTRO NEWSLETTER

Deportes

RC

En Mendoza, Rosario Central goleó a Godoy Cruz en el arranque del Torneo Apertura para ambos.

Tigre

El campeón defensor, Vélez Sársfield, perdió ante Tigre y arrancó mal el Torneo Apertura.

PRC

Rowing luchó, pero no pudo con Villa Dora y quedó complicado en la Zona B de la Liga Nacional de Vóleibol.

Patronato

El plantel de Patronato sigue de pretemporada y en este marco se confirmaron dos partidos amistosos más.

Facello

El paranaense Agustín Facello tuvo una gran noche en la victoria de su equipo, Ciclista Olímpico, ante Platense por la Liga Nacional.

Lucas

Lucas Márquez, ya como exfutbolista, realizó un repaso de su carrera profesional.

Clásico

La Unión fue más que Tomás de Rocamora y se quedó con el duelo de entrerrianos en la Liga Argentina de Básquet.

Boca

Boca se sacó de encima sin complicaciones a Argentino de Monte Maíz y avanzó en la Copa Argentina.

Bravo

El aquero Pedro Bravo es una de las caras nuevas de Gimnasia y Esgrima de Concepción del Uruguay.

Opinión

Economía

Establecida en la Argentina en 2019, Salesforce apunta a crecer en el país.

Establecida en la Argentina en 2019, Salesforce apunta a crecer en el país.

El consumo dio señales de recuperación en diciembre, pero cerró 2024 con una caída del 7,4%.

El consumo dio señales de recuperación en diciembre, pero cerró 2024 con una caída del 7,4%.

El escritor Guillermo Saccomanno ganó el Premio Alfaguara con una novela ambientada en un "pueblo chico" donde se desata una tragedia.

El escritor Guillermo Saccomanno ganó el Premio Alfaguara con una novela ambientada en un "pueblo chico" donde se desata una tragedia.

El director entrerriano, Iván Fund, competirá por el Oso de Oro en el Festival de Cine de Berlín, con la película "El Mensaje".

El director entrerriano, Iván Fund, competirá por el Oso de Oro en el Festival de Cine de Berlín, con la película "El Mensaje".

Interés general

"Aguanten las menores": escandalosa frase en el corso de Lincoln y denuncia por apología a la pedofilia.

"Aguanten las menores": escandalosa frase en el corso de Lincoln y denuncia por apología a la pedofilia.

En diversos grupos culturales y ecologistas circularon videos que dan cuenta del resultado de la tala, en los que se pueden observar miles de árboles de la flora indígena arrancados y amontonados.

En diversos grupos culturales y ecologistas circularon videos que dan cuenta del resultado de la tala, en los que se pueden observar miles de árboles de la flora indígena arrancados y amontonados.