
“Necesitamos una voluntad política del Estado para tener una justicia más flexible y ágil”, subrayó David, quien argumentó: “La Justicia larga y poco efectiva genera escepticismo en la gente. Habría que combinar la protección de derechos con celeridad de procesos”.
En ese sentido, instó a “aligerar el sistema procesal, oralizarlo, pero con recursos, de manera que se puedan obviar las instancias escritas”: “Lo que sucede es que, por ejemplo, el programa de informática jurídica empezó con el gobierno de Raúl Alfonsín y aún no se implementó en toda su dimensión originaria. Tampoco se pude reformar el Código Penal sin el procesal y viceversa. Las reformas parciales no sirven”, manifestó.
El letrado calificó a las nuevas incorporaciones en Casación, a partir de los nombramientos de Alejandro Slokar, Ana Figueroa, Mariano Borinsky y Juan Gemignani, como “un cambio importante”: “Le llamo nuevo tiempo por los cambios no sólo en la composición, sino en las circunstancias históricas y nuevos desafíos. Los tribunales también reflejan los cambios de doctrina y de pensamiento. Cuando juramos en diciembre de 1992 en Casación, el único o casi el único juez que no había servido bajo el gobierno militar era yo. Por una u otra razón ejercieron la judicatura entonces. A mí me cesantearon, pero tampoco quise servir como juez bajo un gobierno militar. En el ’55 era juez de la Corte de Salta. En el ’76 integraba la Cámara Criminal de Capital. Yo era un juez de la Constitución. Con esto no estoy acusando a nadie, es sólo una diferencia”, remarcó en declaraciones reproducidas por Página 12.
David recordó que antes de irse al tribunal penal de La Haya, en el cuerpo del cual formaba parte se declaró la inconstitucionalidad de las leyes de punto final y obediencia debida, donde se estableció. “Y antes habíamos intervenido en el caso de Arancibia Clavel, donde voté para que el Estado chileno pudiera ser querellante para defender los derechos de las víctimas. Ese fallo sirvió de antecedente para que las ONG quedaran legitimadas para presentarse en los juicios. La Corte luego pudo condenar Arancibia Clavel”, explicó.
“Casación estuvo signada por muchos conflictos en los últimos años. Yo, por ejemplo, le había denegado la excarcelación a Alfredo Astiz y en mi ausencia (los subrogantes) se la otorgaron. Empezaron a cambiar el rumbo de toda la jurisprudencia que habíamos establecido con Fégoli. Después la Corte revocó y empezó a poner pautas. Lo que hizo la nueva Corte en los último seis o siete años en materia de derechos humanos es único en el mundo. Aquí no ha habido sólo comisiones para investigar la verdad. Se dictaron leyes y nulidades. Se ha tratado y se sigue tratando de averiguar la verdad en todos los sentidos. No sólo por la importancia de llegar a la verdad, sino de castigar a los responsables. En otros países, Brasil, Uruguay, Chile, Colombia, por ejemplo, hay mucho retraso”, consideró.
Trayectoria
David se fue del país y volvió muchas veces. Partió expulsado por dictaduras, en 1955 y 1976, o eyectado por los resabios que esos regímenes dejaron en tribunales en democracia y tentado por organismos internacionales para trabajar en derecho penal y, en especial, en derechos humanos. David integra la Cámara de Casación Penal –el escalón previo a la Corte– desde su creación, en 1992. Volvió a irse en 2008, elegido para juzgar los crímenes de la ex Yugoslavia. En su último retorno, hace dos meses, aterrizó con grandes expectativas. La semana pasada fue elegido presidente de Casación y, según explicó, uno de sus grandes objetivos es que este tribunal deje de ser el principal escollo para completar los juicios contra represores de la última dictadura: “Resolver los casos de delitos de lesa humanidad será absolutamente prioritario”, anunció. “Quiero aprovechar este nuevo tiempo en Casación”, anunció, en alusión a que casi la mitad del tribunal cambió en cuestión de semanas.
En Estados Unidos, dirigió el Departamento de Criminología de la Universidad de Nuevo México y fue consejero de Prevención del Delito y Justicia Penal de Naciones Unidas, en Viena. En el tribunal Penal de La Haya llegó a trabajar en dos juicios en simultáneo.